domingo, 19 de agosto de 2012

EVENTOS

Sin haberme recuperado todavía de la campanarrada del día de la virgen, hoy disfruto, al igual que muchos pamploneses y pamplonesas, del inicio de la corrida ciclista a Españia, que no tiene mejor ocurrencia que comenzarse por esta muy noble, muy leal y muy heroica ciudad de Pamplona. Ya lo decía mi padre: dónde esté una buena corrida...

La verdad es que, la insistencia campanera del miércoles pasado, coincidente con la antigua celebración de la diosa Diana, cazadora y recolectora de los frutos del bosque, me hizo interpretar tal derroche de badajismo en un resurgir de tan peculiar costumbre cinegética o, tal vez en un imprevisible desvío de las reses “piloneras”, alejadas del habitual recorrido falcesiano, un pueblo que disfruta de sus tradiciones con ánimo y gallardía. Nada de eso. El tilín tolón persistente, repetitivo y secuencial tenía otro propósito distinto al por mi imaginado y que, a día de hoy, todavía no he conseguido descifrar.

¿Fuera, quizás, la llamada al Altísimo para recordarle que aquél era el día de la madre que lo parió? ¿Acaso fuera que, dada la inasistencia a los templos, repitieran una y otra vez los campanazos para congregar a los fieles, olvidando la efectividad de las nuevas comunicaciones y avances telefónicos, más baratos y de menor contaminación acústica? ¿Quizá ocurriese que, dada la cercanía del fuego desatado en Sorauren, se prevenía a la población de tan fatídico peligro, cual vetusta alarma insensatamente ignorada?

Hoy, como si la realidad se desayunase fresca y nueva cada mañana, el dispositivo del comienzo de carrera ha copado el centro pamplonés, supongo que con el objetivo propagandístico de elevar a la categoría de excelsa a nuestra manida comunidad, al igual que lo hiciera el autonómico gobierno al perdonarle las deudas al club rojillo a cuenta de modificarle la filiación de su campo de fútbol.

Vallas, modificación del tráfico rodado y peatonal, municipales a espuertas, camiones de avituallamiento, fuerzos y cuerpas de seguridad del estado, helicoteros, cámaras, mucha acreditación, molestias vecinales y una martingala que berrea ininterrumpidamente algo que vende por cinco euros o un lote completo por diez, pero no se preocupen que de aquí chupamos todos. Lo mismo da que da lo mismo, porque ayer eramos futbolistas, hoy ciclistas y mañana estaremos todos en el sofá pulgueando el mando a distancia e igual cogemos el paraguas por el sitio equivocado para hacer un par de hoyos en el green.

No hay de qué preocuparse: si con esto no tenían bastante en este idílico verano ramplonés, podían acudir a la plaza de toros y disfrutar de un superfestival divino de la muerte con la (habitual) Oveja de Van Gogh. Yo casi hubiera preferido la cabra de la legión. Si se puede elegir, digo.

Suyo, agostadísimo:
Juanito Monsergas



CONTRARRÉPLICA

Yo de otra cosa no sabré, pero de Osasuna y de fútbol, puedo asegurar sin temor a equivocarme que lo ignoro todo. No obstante me veo en la perentoria necesidad de contestar la Réplica publicada en el diario de su digna dirección el domingo 5 de agosto en Cartas al Director.
 

Seguramente, la autora de la misiva, tenga sus buenas razones para considerar que el patrocinio del fútbol vaya a desencadenar una afluencia masiva de turistas y que a la hora de priorizar el gasto de la administración, el particular club de fútbol ha de estar por delante de otras necesidades.

No diré yo que el torneo de veinticinco individuos en "pantaloneta" correteando por el césped no constituye el anhelo de muchos ciudadanos y ciudadanas, pero de ahí a considerarlo gasto prioritario y asegurar que aquellos que vean enfrentarse al club "rojillo" contra el resto de equipos españoles van a sentirse atraídos a visitar nuestra comunidad gracias a que su campo de fútbol se llame Reyno de Navarra en vez de Sadar, es mucho decir.

Si el Real Zaragoza le cambiase el nombre al estadio de La Romareda por el de Reyno de Aragón y cobrase de la Hacienda por ello, yo no tendría más ganas de acudir a tierras mañas que antes del cambio de denominación y consideraría que el Estado ha subvencionado un ente privado en detrimento de otro gasto social que pudiera cubrir, con toda seguridad más apremiante.

Conviene discernir lo público de lo privado, lo social (educación, sanidad, servicios...) de lo particular (clubs privados, empresas, sociedades anónimas deportivas...) y ya que toca apretarse el cinturón, dejemos los dineros de la administración para el gasto público y que las sociedades deportivas, como entes privados que son, paguen sus impuestos y hagan sus economías sin ser favorecidos por el erario público.
 

Es mi opinión y no creo que deba causarle perplejidad que haya una parte sustancial de la ciudadanía que no quiera subvencionar las deudas de clubs de tan exclusivas plantillas, con la esperanza de que el profesor de nuestros hijos, que lleva dos meses de baja, tenga por fin un sustituto, la operación que le tienen que hacer a nuestro padre no se demore seis meses más o que la familia de mi hermana pueda hacer malabarismos para llegar a fin de mes gracias a la renta básica.
 

Suyo, afectadísimo: juanito monsergas


Aquí van la carta inicial de la señora y a continuación la de la replicante forofa.


http://www.noticiasdenavarra.com/2012/08/03/opinion/la-opinion-del-lector/mensajes-del-lector/lamentable-reyno-de-navarra


http://www.noticiasdenavarra.com/2012/08/05/opinion/cartas-al-director/replica