miércoles, 25 de noviembre de 2015

PETICIÓN REAL


Dadas las buenas relaciones que, tanto el rey emérito Juan Carlos I como su hijo el monarca regente Felipe VI mantienen con la casa real saudí y en especial con su majestad el rey Salman, al que presentaron sus respetos a comienzos de año con motivo del fallecimiento del anterior soberano Abdalá y dadas las inversiones y relaciones comerciales que nuestro país mantiene con Arabia Saudí, querría solicitar que interceda ante su homólogo árabe para que levante la pena de muerte a la que ha sido condenado el poeta palestino Ashraf Fayad por blasfemo.

El poeta palestino, al que se considera un refugiado a pesar de haber nacido en Arabia Saudí, fue detenido en agosto del 2013 acusado de insultar a Dios y al Profeta y de distribuir su libro de poemas “Instrucciones en el interior” que, sostienen, incita al ateísmo. Sus amigos mantienen que, en realidad, fue detenido por grabar a la policía mientras daba latigazos a un hombre en la ciudad de Abha. Cinco meses más tarde volvió a ser detenido y condenado a 800 latigazos y cuatro años de cárcel nuevamente bajo la acusación de blasfemo.

Fayad no contó con representación legal en el juicio al haberle retirado su identificación y, tras acusarlo de ateísmo y de extender pensamientos destructivos por la sociedad, al no poder sostener dichas acusaciones, la Mutaween (la policía religiosa) increpó al escritor por fumar y llevar el pelo largo para, poco después dos “agentes” declarar en el juicio que el autor había insultado a Dios en público. El autor negó los cargos, solicitó perdón y apeló la sentencia pero el juez consideró que ésta no debía de ser lo suficientemente severa pues fue condenado a muerte.

Así que, majestades, la próxima vez que vayáis a visitar a la familia real suní wahabita saudí a presentarle vuestros respetos, los del gobierno y los del pueblo español, condicionéis mi saludo a que la “Promoción de la moral y rechazo del vicio” (que así se llama la policía religiosa) no ejecute a sus ciudadanos tan alegremente e indulte a Ashraf Fayad.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

ABOGADO DEL DIABLO


A pesar de tener la sensibilidad de un limaco para el tipo de “perfomances” que gente como Abel Azcona considera arte, de que me parece que el objetivo de su exposición para llamar la atención sobre ciertos aspectos indeseables de nuestra sociedad no ha surtido el efecto de “despertar las conciencias” que, supongo, pretendía y que ha tenido el efecto contrario, insuflando indignaciones no sólo en los círculos más integristas e intransigentes del catolicismo sino también en personas cabales, de buen corazón y honestas, que también las hay entre los seguidores de la fe cristiana, no me resisto a hacer una pequeña consideración al respecto de la polémica que ha revolucionado la opinión pública pamplonesa.

Y digo yo si los indignados que, en pleno siglo XXI con el genoma humano prácticamente descifrado y la línea evolutiva que nos ha traído hasta nuestra consideración de homo sapiens sapiens casi resuelta (aunque a alguno le cueste creerlo), han acudido a la plaza que corona la avenida Carlos III y de cuyo nombre no quiero acordarme a rezar el santo rosario como acto de desagravio ante el uso sacrílego que el artista de marras ha hecho de la sagrada forma, se han sentido ultrajados cada vez que ha trascendido (o hemos conocido, sin tener que rebuscar demasiado en nuestro pasado) el carácter degenerado de aquellos sacerdotes que, muchas veces amparados en su estamento eclesiástico, abusaban con impunidad de ingenuos e inocentes chavales haciéndoles un daño irreparable. Ellos no sólo administraban el “cuerpo de Cristo” sino que además lo consagraban. ¿Alguna vez se les ocurrió hacer una misa de desagravio por la maldad demostrada y el trastorno infligido por personajes tan depravados?

Hacía tiempo que la sociedad pamplonesa no se rebotaba tanto por un acto público, con lo que el artista puede pensar que su “creación” ha sido un éxito. Nada más lejos de la realidad. Por mi parte no me despierta el menor interés. Hubiera preferido haber asistido a la actuación de Josephine Baker. Esa si que fue rompedora.

Suyo afectadísimo, Juanito Monsergas


viernes, 20 de noviembre de 2015

MUERTE


“Vosotros amáis la vida como nosotros amamos la muerte y por eso venceremos” afirman los ejecutores de las matanzas que se han perpetrado en París recientemente. Frase tan rimbombante como estúpida solo puede venir de alguien a quien le han extirpado el entendimiento, porque así como la vida es pasión, sentimiento, razonamiento, acción, sensibilidad, imaginación, etc. etc. la muerte no es más que ausencia. ¿Serán más peligrosos muertos que vivos?

Estoy convencido de que la gran mayoría de musulmanes instalados entre nosotros prefieren esta sociedad, por muy decadente, materialista y pecaminosa que sea (o precisamente por eso) que aquella que preconizan los ulemas más intransigentes. Creo que la religión es la excusa y me inclino a pensar que intervienen otros factores como la situación de los deprimidos barrios de ascendencia emigrante de las naciones occidentales, la precaria situación económica de gran parte de los países del mundo y los tejemanejes y oscuros entresijos de la confrontación política mundial, en la que un enjambre de servicios secretos, ejércitos, traficantes, empresas de armamento y mercenarios trinchan el planeta para rentabilizar sus negocios e implementar sus estrategias geopolíticas. El tiempo lo dirá.

Las ampulosas declaraciones de los prohombres y gobernantes occidentales sacando pecho producirán risa en los promotores de las escabechinas pues saben que somos vulnerables y que nuestros gobiernos no van a poder preveer sus futuras ocurrencias. Perderemos la batalla si hipotecamos las libertades en aras de perseguir una seguridad total inalcanzable, si bombardeamos sus poblaciones apaciguando nuestra indignación con sus cadáveres, la mayoría de los cuales serán tan inocentes como los nuestros, si combatimos su intransigencia con xenofobia, si nos volvemos insensibles con los miles de refugiados que piden nuestro amparo. ¡Qué pronto se esfuma la memoria de lo que fuimos, de lo que sufrimos tras las guerras que, no hace tanto, inundaron nuestra existencia de deudos, miseria y desolación!

La muerte se nos aparece en el horizonte como una posibilidad que siempre estuvo ahí y que nuestra acomodada sociedad se niega a contemplar siquiera como colofón inevitable a la vida. Si nos agarramos a ella hasta alargar nuestras agonías negándonos ese paso final como algo necesario y evidente ¿cómo asumir que en cualquier momento la vida nos puede ser arrebatada sin otra razón que la parte alícuota de lotería que todos recibimos al nacer o la estupidez de nuestros congéneres? 

Necesitamos desterrar la certidumbre de la fe ciega y sustituirla por el conocimiento científico, la inteligencia y la duda sistemática para comprender, humildemente, nuestra dimensión existencial en un cosmos inconmensurable y, por lo menos para nosotros, eterno. ¿Cómo amar la muerte sin matar el amor?

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

COMERCIO, HORARIOS Y ALCOHOL


En respuesta a la carta aparecida en Diario de Noticias el 18/11/2015 bajo el título “Pequeño comercio: van a por nosotros” quisiera hacer al respecto las siguientes consideraciones:

Si bien es cierto que la ANAPEH y la AEHN intentan desviar la responsabilidad del tumulto que se organiza en las calles del Casco Viejo de jueves a domingo achacándolo al botellón, cuando es más que evidente que el problema lo ocasionan los clientes de algunos bares, el sentido común nos induce a pensar que la venta de alcohol a altas horas de la noche no responde a una demanda vecinal sino a un consumo barato de alcohol en las calles, que redunda aún más en convertir el espacio público en una macrosala de fiestas cada fin de semana.

El consumo de alcohol, lo mismo que otras actividades comerciales (y por tanto sujetas a fiscalización impositiva) han de estar circunscritas a un local determinado, con sus límites, sus cierres y aislamientos pertinentes y sus servicios y controles que marcan las leyes que todos seguimos. No veo en su reivindicación de venta libre de horario y alcohol ningún bien para el vecindario en particular, para beneficio de la ciudad, ni qué valor puede aportar a la sociedad si no es incrementar el botellón ocasionado por algunos establecimientos hosteleros y promocionar un ocio de borrachera “low cost” que degrade aún más nuestras descontroladas calles.

Dudo mucho que el pequeño comercio, ese comercio que llama usted “de toda la vida”, al que conozco desde hace muchos años y al que acudo a diario, vaya a sobrevivir vendiendo alcohol a la una o las dos de la madrugada. Hablar de que esta norma “...va a cerrar muchos comercios de nuestra localidad y de toda la Comunidad Foral, que se perderán muchos puestos de trabajo y la quiebra de las familias...” es pura demagogia. Más bien creo que los pocos comercios que se dedican a expedir bebidas etílicas a tan intempestivas horas son una minoría que, haciendo una competencia desleal a los bares, buscan un beneficio exclusivamente económico y apenas contribuyen a servir al vecindario sino más bien al visitante que busca una borrachera barata y utiliza el espacio público como una enorme taberna donde poder desmadrarse y aliviarse en cada portal.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas