martes, 15 de diciembre de 2015

LA MOCHILA


Hay una pregunta que me hacía cada vez que le veía a mi hija acarrear una tonelada de libros y cuadernos en una mochila anclada a su espalda durante su paso por la escuela y el instituto: ¿Para qué hostias habrán inventado la rueda? Me dolía ver a tantos y tantos jóvenes estropeándose la espalda por negarse a utilizar una mochila de ruedas. Luego me enteré de la razón: las mochilas de ruedas eran de críos y ningún chaval y mucho menos un adolescente quiere aparentar ser menor. Era una cuestión de prestigio ante los demás que apedreaban, algo más que simbólicamente, a quien tuviera la ocurrencia de ir a clase con una mochila con ruedas. “¿Qué quieres, que se rían todos de mí?” Me decía mi hija cada vez que le instaba a utilizar un carrito antes que la espalda. No sé si el saber ocupa lugar pero el aprender pesa.

Estos días, ante el aluvión de sondeos, muchos de ellos con una muestra realmente ridícula, menos de un dos por mil del electorado, y después del bombardeo sufrido por los medios de comunicación sobre las medidas de la mesa del debate, el fondo del escenario, los camerinos donde los van a maquillar, las luces que les van a poner, las preguntas que les van a hacer, las tomas que les harán cuando lleguen al plato y en el taxi... me he acordado de la mochila utilizada por nuestros jóvenes. 

Parece que todos los medios estuvieran infectados de esta fiebre pronosticadora de los resultados electorales y, lejos de analizar seriamente la naturaleza de aquellos que pretenden administrarnos los próximos cuatro años, se dedicasen a ensalzar y mercadear con las fruslerías frívolas de los personajillos en liza y los aspectos más secundarios de su esperpéntica campaña. Y ningún medio rehúsa a semejante circo para pescar audiencia.

Nos tratan como idiotas desmemoriados, pero dan tanto la tabarra y nos bombardean con tanta información  inútil y tanto vaticinio que creo que nos aburren y además nos manipulan para que al final votemos lo que nos dicen que va a salir. Ya sabemos cuántos diputados van a sacar cada grupo o por lo menos así nos lo hacen ver. Además los grupos más poderosos y que más recursos manejan (ellos sabrán como los sacan, los demás tenemos que suponer que honradamente...) son los que acaparan prácticamente los medios y la publicidad electoral. El mensaje transmitido una y otra vez es si éste va a adelantar a aquél o el otro va a conseguir ser segundo. Si fulano toca la guitarra, mengana baila sevillanas o zutano no tiene ni repajolera idea de cómo funciona la cocina de su casa. Parece que no importa lo que digan que van a hacer ya que no tiene ningún valor el mensaje prometido ante la constatación de que no lo van a cumplir, ni interesa la trayectoria recorrida en las últimas legislaturas al haber atiborrado de corrupción y podredumbre la vida política del país. Es como el traje nuevo del emperador en versión audiovisual.

Lo importante ya no debe ser ganar sino hacer perder al contrario. Debe de haber distintos grados de democracia... habría que saber si a esto se le puede considerar como tal.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas.