miércoles, 9 de marzo de 2016

SOCIALISMO HOMEOPÁTICO


Lo que más me irrita del discurso “socialista” (por llamarlo de algún modo) no es que no tenga el coraje de encabezar una alternativa de gobierno sin complejos, clara, valiente, apoyando políticas sociales integradoras en defensa de las capas más castigadas por la crisis/estafa que han propiciado la caterva de delincuentes que han pesebreado los gobiernos desde que Franco tuvo la delicadeza de morirse, sino que todavía tiene el cuajo de, alcanzados los resultados más desastrosos de su historia, seguir insistiendo en su nefasto posicionamiento alineado con la tesis encorsetadas del UNA, GRANDE Y LIBRE. 

Una para trincar con negocios cuarteleros, grande para repartir con amigotes del alma repartidos por toda la geografía nacional contratos amañados, chanchulleando la cosa pública sin complejos y mintiendo, como un ministro de Economía y Hacienda de la era aznariana y libre de cortapisas y normativa que posibilite un enriquecimiento obsceno a ser posible en algún paraíso fiscal, un desmantelamiento de la ardua y costosa sociedad del bienestar tan cacareada en el pasado como ignorada en la actualidad y un endeudamiento suicida de nuestro futuro en una inconsciente huida hacia delante. Estamos al borde del abismo: compañeros, ¡un paso al frente!

Sin embargo no debería de cogerme por sorpresa pues en esta tierra navarra ya hemos  podido comprobar en repetidas ocasiones como las gastan los sucesores de Manuel Orte y Andrés, primer concejal socialista elegido en la península ibérica (Bilbao 1891). Más de una vez han tenido la posibilidad de relevar el caciquismo afincado tras el triunfo del “Régimen” defraudando una y otra vez a sus electores y posibilitando el gobierno de aquellos golpistas ungidos por la santa madre iglesia y de sus venideras generaciones: cuarenta años de dictadura y otros cuarenta de resaca.

No le faltaba razón a aquella voz que atinaba al decir que el partido socialista era al verdadero socialismo lo que la homeopatía a la medicina. Algo tan diluido tan diluido que sólo puede ser catalogado de incoloro, inodoro e insípido.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas.