lunes, 22 de agosto de 2016

A Luis Beguiristain: mirando el interior



(En respuesta a las cartas enviadas a Diario de Noticias de Navarra por Luis Beguiristain. http://www.noticiasdenavarra.com/2016/08/19/opinion/cartas-al-director/estudiar-dentro-de-uno-mismo y http://www.noticiasdenavarra.com/2016/08/13/opinion/a-fernando-conde-ii).

Probablemente por el exceso de noticias deportivas (que no despiertan mi interés) o por la profusión de fiestas de las distintas localidades navarras (a las que no tengo intención de visitar) no he podido por menos que leer las profundas epístolas que el señor Beguiristain ha enviado a los foros de opinión de Diario de Noticias. Tras una minuciosa lectura de sus aleccionadoras palabras, que estimo tan sabias y doctas como exentas de soberbia y vanidad, he de confesar que han desbordado mi nivel de comprensión. 

Declara que “el conocimiento no se puede transmitir” y tras una críptica exposición en la que nos califica a la gente como “ríos de atontamiento, como pájaros o peces”, asegura que si el conocimiento estuviera en los libros “habríamos resuelto el problema del bien y del mal, que teóricamente nos sobrevino con el aumento de inteligencia y el libre albedrío”, para continuar con una extensa erudición sobre leyendas bíblicas, historia ancestral, recuerdo cósmico, la psiquiatría (y sus posibilidades en I+D), la química del cuerpo humano, las enfermedades, el origen de las causas, el estudio de la mente... y acabar afirmando con rotundidad que “para estudiar la mente hay que hacerlo dentro de uno mismo” y que “Jesús y otros sabios ya dijeron hace tiempo: La sabiduría de la verdad está dentro de ti mismo”. Tanto saber me desborda. ¿Cómo habrá aprendido tanta erudición el prolífico escritor de Cartas al Director si no es en los libros? ¿Por ciencia infusa, revelación divina, magia simpática o quizá leyendo libros de “maestros” alejados de esos “profesores de nivel que escriben libros sin utilidad y que sólo sirven para que esos profesores aprendan a concentrarse y a expresarse mejor” y cuyos volúmenes, supongo, se podrán encontrar en alguna librería esotérica.

Despreciados los extensos tratados de filósofos, científicos y personalidades que (creía erróneamente) han alumbrado a la civilización humana a lo largo de nuestro periplo vital, me puse a mirar dentro de mí mismo con el fin de descubrir los arcanos que me desvelen los misterios del conocimiento y la sabiduría ancestral cósmica de trascendencia espiritual sin encontrar satisfacción alguna, cuando me llegó una carta del seguro para hacerme una colonoscopia y, casualidades de la vida, pude observar en una pequeña pantalla de televisión colocada en pleno quirófano mis interioridades como nunca lo había hecho. La verdad: no es para tanto. 

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas.