jueves, 26 de mayo de 2011

MANIFIOSTE_ME

A la vista de las movilizaciones que jalonan el territorio patrio bajo el lema Democracia Real Ya y en aras de proclamar la vigencia y probidad de nuestros derechos como clase (alta) que da valor y enjundia a las esencias sociales que marcan nuestra civilización selecta y trascendente, proclamo la siguiente soflama:

La clase política no goza del suficiente respeto y reconocimiento y sus denodados esfuerzos por organizar las vidas de la chusma ( ingrata y taimada como la historia nos muestra repetidamente), a la que sirve con dedicación y empeño, no puede regirse por los mismos parámetros que la plebe vulgar e inculta: sus privilegios están más que justificados y sus actuaciones no pueden remitirse a los tribunales y legislaciones aplicable al populacho. No necesitamos inmunidad, inmunidad tienen los que no se cogen la gripe o la varicela, nosotros lo que queremos es impunidad. Ya nos juzgará la historia y si no son de nuestro agrado les untamos o les metemos un puro para que la reescriban.

El trabajo es un favor que los amos del planeta otorgamos graciosamente a la canalla y agradecidos deberían de estar de hacerlo gratuitamente; imagínense si además les pagamos unas pequeñas migajas para que no se nos mueran demasiados de hambre y puedan seguir comprando las baratijas inservibles y obsolescentes que mantienen e incrementan nuestra supremacía y beneficios. Quizá haya que volver a la magnífica sociedad feudal para que los ingratos trabajadores se den cuenta de lo mucho que les hemos regalado a lo largo del periplo humano. La legislación laboral cercena nuestros derechos y otorga a nuestra mano de obra derechos desproporcionados que no hacen mas que complicarnos la vida a los que, por derecho propio, nos hemos convertido en los dueños del planeta. ¡A ver si los caciques no vamos a poder controlar nuestros negocios como nos dé la gana! Les pagamos la comida y algún caprichillo y aún se quejan. Y a los que no les llega para comer que se jodan, que a nosotros nadie nos ha dado nada: todo lo hemos tenido que robar.

Los servicios públicos han sido una prerrogativa que en la segunda mitad del siglo XX extendimos a gran parte del mundo civilizado para que pensaran que el estilo de vida que les vendíamos tenía su contrapartida. Una vida más aburrida e insípida pero que tenía sus compensaciones. Ingenuo resulta pensar que, una vez conseguido nuestro objetivo de crear la necesidad, mantendríamos los servicios gratuitamente. Es el momento de que cada uno se pague lo suyo (incluso nosotros, los poderosos, nos lo tendríamos que pagar ¡no lo van a pagar los menesterosos!). Es el método del camello, que primero regala la droga y cuando ya tiene enganchado al cliente, se lo cobra y recupera (con creces) todo lo suministrado de forma "altruista". Es un método la mar de piadoso: ¿cómo era aquello de que era mas fácil que un camello entrara en el reino de los cielos que no sé quién pasara por el ojo de una aguja?

La vivienda ha sido uno de los negocios que hemos utilizado las clases pudientes para hipotecar vuestras vidas y que tengáis la vana aspiración de conseguir un pequeño nicho en vida que os conceda la infundada impresión de que sois dueños de algo. De todas formas no se diga que nuestras jugada no ha sido magistral: os hemos vendido un piso, os hemos sacado los intereses durante los años de carencia, os lo hemos quitado y os habéis quedado debiéndonos una tercera parte de lo que os dijimos que valía. Eso es economía creativa y lo demás son tonterías.

Las entidades bancarias son empresas dedicadas a generar beneficios y a nadie debería de extrañarle que exprimamos a nuestros clientes hasta el tuétano. Somos la esencia del mercado y hacemos lo que queremos y no va a venir ningún mindundi, por mucha representatividad sufragista que le asista, a decirnos qué podemos vender y cómo: trabajamos con la avaricia, la ingenuidad y el desconocimiento de los pequeños inversores para desplumarlos como nos venga en gana. Nosotros no engañamos, sólo mentimos. los que se engañan son ellos mismos.
La apuesta de nuestros directivos por el ladrillo se ha demostrado completamente eficaz: al tener la ganancia en las comisiones y no en el diferencial entre el precio de compra y el de venta del dinero, hicimos muchísimas más hipotecas de las que deberíamos. Como ya no podían pagar con sus míseros sueldos la cuota que les marcábamos, les subimos los años de hipoteca y al final, o pagan los desmesurados préstamos en los que los hemos embarcado o les quitamos el piso y todavía nos siguen debiendo dinero.
Por otra parte, la comercialización de productos basura y las calificaciones engañosas de nuestros activos y pasivos (que nuestros dineros nos ha costado, sobornando a las agencias de rating...) se han saldado sin ninguna condena por estafa y como ninguno de nuestros clientes sabía lo que compraba no pueden echarnos la culpa. Que se hubieran enterado.
Todo esto ha hecho que las entidades entraran en bancarrota, pero nuestras minutas no se han visto afectadas. Además hemos conseguido que los gobiernos paguen nuestra deuda y así poder seguir cobrando beneficios millonarios ¿Alguien puede pensar que no lo hemos hecho bien? A nosotros nos ha salido redondo.

Fiscalidad. Nosotros estamos a favor de la fiscalidad, más en concreto creemos firmemente en los paraísos fiscales, que es como la quitaesencia de la fiscalidad. ¿No es ese el deseo de todo el mundo? ¿Pagar los menos impuestos posibles? Pues eso es lo que hacemos nosotros. A fin de cuentas todo el mundo es libre de meter el dinero bajo el colchón y nosotros, que manejamos el 93% de las transacciones económicas de forma especulativa (ajena a bienes y servicios), no vamos a pagar impuestos como todo el mundo ¿no?. Además, manteniendo los chiringuitos financieros conseguimos que los mafiosos blanqueen su dinero (que no es poco), se conviertan en hombres de negocios respetables y se incorporen al mercado. Pía labor la nuestra nunca suficientemente agradecida

¿Libertades ciudadanas y democracia participativa? ¿Vamos a dejar que se meta en política cualquiera? ¿Que se decidan las grandes cuestiones de Estado en las plazas públicas? ¿Que todo el mundo tenga voz? Bastante hemos hecho con dejarles que metan la papeleta cada cuatro años, pero está claro que cuanto más les dejas es peor. Otra cosica era con el Sindicato Vertical y la Democracia Orgánica (osea, la que nos salía de los órganos a los que vencimos en la gloriosa cruzada española y de las co_Jons).
Lo mejor es que nos dediquemos a la política los de siempre porque sabemos de qué se trata y si entran nuevos hay que empezar a enseñarles como funciona el asunto (corrupciones, dádivas, cohechos, etc) y luego, para cuando se hacen ricos...
Además, siempre ha habido unos que mandan y otros que obedecen. Siempre ha sido así y siempre lo será. Resume el acervo que mejor ilustra la idiosincrasia de este pueblo y su tradicional grito:
¡Vivan las cadenas!

¿Reducción del gasto militar? ¿Y quién nos va a defender cuando intenten atacar la jaula de oro en la que se ha convertido occidente? Seréis insensatos... ¿Acaso pensáis que el 90% de la humanidad va a seguir viviendo con 3 euros al mes mientras el 10% restante despilfarramos los recursos naturales, esquilmamos sus materias primas, les echamos toda la mierda que nos sobra, les impide el desarrollo y nos apropiamos de todo lo que nos viene en gana? ¿Pensáis que lo van a aceptar gustosamente? Como no los mantengamos a raya se nos comen. Hambre, desde luego, no les falta.

Disolución de la Casa Real. Mucha gente piensa que es una figura obsoleta impropia del siglo XXI, que gozan de unas prebendas totalmente desproporcionadas e injustificadas propias de una sociedad tiránica y vetusta, anclado en un pasado de raíces de sangre en discordancia con los valores humanistas de sociedades justas y democráticas, pero también tenemos otras tradiciones en desacuerdo con dichos valores y no me negarán que lucir un bonito borbón en las ceremonias rimbombantes que se celebran periódicamente en todos los ámbitos nacionales y extranjeros, no le da cierto empaque, glamour y solemnidad a las galas. Además sólo son nueve millones de euros, más el mantenimiento de los edificios, el parque automovilístico, los guardaespaldas, sirvientes, lacayos, ayudas de cámara, consejeros, dietas, viajes oficiales y extraoficiales, yates, gastos de representación, servicio médico, asesores de todo tipo, palafreneros...

La religión ha sido tradicionalmente un estamento que ha servido para mantener el statu quo social cuando no ha tomado parte activa en la represión de elementos revoltosos o que tenían la nefanda pretensión de pensar por sí mismos.

La iglesia ha desarrollado en nuestro país una labor educativa, no suficientemente ponderada, en el adoctrinamiento de los valores tradicionales, disciplinarios y catequizadores que han marcado a generaciones y generaciones de ciudadanos. El cariño desarrollado sobre todo por los curas hacia nuestros retoños ha sido palpable durante muchos años, aunque alguno haya sido confusamente tildado de pederasta. Alguna oveja blanca tendría que haber en tan negro rebaño...
¿Y qué decir del tratamiento que se le ha dado a la mujer en las sociedades gracias a la inestimable ayuda de las religiones? Ellas han sido las que han colocado a la mujer en el lugar que le corresponde, indicándole su carácter sumiso, afable y sufrido del que han dado tan buena gala la mayoría de nuestras madres. No en vano su labor en la curia romana ha sido ejemplo y arquetipo de la idea que la cátedra de Roma (y la mayoría de las religiones existentes en el mundo hoy en día) tiene sobre el papel de las féminas en la sociedad. Obedecer, callar y parir.
A pesar de su celibato y voto de castidad, los padres de la iglesia han sabido (seguramente insuflados por el Espíritu Santo, ya que carecen de experiencia en el tema) dictar las normas sobre las que debemos plasmar nuestra convivencia, afectividad y vida sexual. Así mismo, y colocándose por encima de las leyes terrenales, promulgan su dictado sobre el modelo social que nos conviene, que leyes debemos respetar y cuales no, que gobiernos nos convienen y que aspiraciones y creencias debemos desarrollar, siendo como son la multinacional más longeva de la historia.
Si los arqueólogos y paleontólogos tienen sus huesos para explicar su errónea visión de la evolución de las especies, la jerarquía católica puede aportar muchísimas más reliquias de las imaginables. Sólo con el
lignum crucis se podrían fabricar catorce carabelas de ocho palos. ¡A ver si eso no es un milagro! Por no hablar de los brazos incorruptos de los santos y santas, que nada tienen que envidiar a Vishnú.
Enfín, que la pretensión de circunscribir la religión al ámbito privado otorgaría a la sociedad de una autonomía y una responsabilidad que nos dejaría sin posibilidad de echarle la culpa al demonio y deberíamos de reflexionar, al margen de los estereotipos heredados, sobre la valía o no de nuestra moral consuetudinaria. Un caos, vamos.

Por todo ello propongo a todos los ciudadanos de bien que creen que las instituciones funcionan correctamente, que nuestros representantes políticos son virtuosos, que no hay peligro de que se privaticen los servicios públicos, que los banqueros velan por nosotros y son honestos, que la carga fiscal está bien repartida, que los ciudadanos no tenemos que intervenir en las decisiones sociales, que el ejército funciona correctamente y su gasto es ajustado, que el rey debe presidir las instituciones que nos gobiernan y que los organismos religiosos han de servir de guía espiritual (y legislativa) a la sociedad...
que dejen de beber y de fumar esa mierda que les confunde los sentidos y el entendimiento.
Amén.

Suyo afectadísimo: Juanito Monsergas