domingo, 12 de febrero de 2012

HIGIENE


Tras el “globo sonda” lanzado por el periódico 5 Días referente al plan de ajuste que la Dirección de Banca Cívica quiere aplicar consistente en despedir a 1.400 trabajadores, el 9 de febrero la empresa comunica a los trabajadores su intención de echar a 1.480 empleados y cerrar 156 oficinas para, según ella, alcanzar un nivel de eficiencia del 50% en el año 2013, . Dos días más tarde, los periódicos navarros edulcoran sus titulares con un “BC no tiene decidido como ajustar la plantilla” y “BC quiere reducir 150 millones en personal en dos años sin despidos”

Probablemente haya que reducir los costes de personal, pero la gente que se acerque a una oficina del banco en cuestión, puede apreciar una realidad bien distinta a la “cataplasma” que nos quieren recetar.
“Mucho jefe para tan poco indio”, podría decir al comprobar la caterva de dos presidentes, cuatro vicepresidentes, cuatro directores generales, infinidad de directores generales adjuntos, un consejo de administración repetida y públicamente cuestionado y un montón de “jefecillos” intermedios que sólo sirven para apretarle las tuercas al “currito” de la ventanilla.

El derroche ejercitado por la dirección de la empresa en los últimos diez años (con el consentimiento y la aprobación de UPN y PSN que en repetidas ocasiones han ponderado la actuación de su equipo directivo), lanzando a Caja Navarra a una expansión desorbitada y totalmente injustificada, deslumbrantes reformas de su imagen corporativa con exiguo recorrido, desproporcionadas campañas publicitarias a nivel estatal y un abandono de su clientela tradicional de “pequeños inversores”, le ha costado todas sus reservas y plusvalías acumuladas durante su larga trayectoria. Además ha tenido que recurrir al FROB y vender muchas de sus sedes para poder financiarse. Eso sí, tenemos la flamante torre Pelli y una exclusiva sede en Whasington, “glamurosamente” inaugurada por la infanta Cristina de Borbón e Iñaqui Urdangarin (aunque a día de hoy todavía no tenga permiso para operar). Los lujos desorbitados de otros días se han truncado en escaseces y los fichajes “estrella” y los “blindajes” de sus directivos no han hecho más que agudizar el problema.

Ahora pretenden convencernos de que el coste de su megalómana y errática estrategia lo tienen que pagar los trabajadores ajenos a la toma de decisiones. No puedo por menos que recordar el dicho popular de que
“más caga un buey que cien golondrinas”, convencido de que si en vez de 1480 golondrinas, despidieran a 148 bueyes, la cuadra estaría mucho más saneada.

Suyo afectadísimo:
Juanito Monsergas