Probablemente sea mi
condición de “sexageranio” y la lejanía de mi juventud la que
me hace ver con reticencia la ocupación de un inmueble público
catalogado, por un grupo de jóvenes que lo ha decidido de forma
unilateral y que ha provocado distintas reacciones de los partidos
políticos tanto de los que conforman Gobierno y Ayuntamiento como de
la oposición y de la opinión pública. Se alega para justificar el
desalojo, de forma violenta y a horas intempestivas, que la
responsabilidad del titular (en este caso Gobierno de Navarra) impele
a usar la fuerza entre un cruce de acusaciones de falta de diálogo
por las partes litigantes y la palmaria ilegalidad de la toma del
edificio.
Convendría
resaltar que el Casco Viejo es el único barrio de Pamplona carente
de un polideportivo y de pistas deportivas al aire libre. Además, el
barrio tiene enormes carencias dotacionales, como espacios de ocio
para sus menores y jóvenes, zonas verdes liberadas de bares, centro
de día, pisos tutelados para sus mayores, horarios más amplios para
su biblioteca. Las pocas plazas donde el vecindario puede solazarse
cada vez son mas escasas sucumbiendo al crecimiento desmesurado de
las terrazas hosteleras.
Para disfrutar hay que pagar. Apenas hay fuentes, los
servicios públicos escasean y los bancos son sustituidos por sillas
y mesas de consumición. Esa deriva mercantilista ha sido denunciada
por los jóvenes habitantes del Palacio del Marqués de Rozalejo a la
par que montaban una biblioteca (¡albricias! hay jóvenes que
leen...), una sala de ensayo, un cine y un pequeño bar... o algo así
tengo entendido porque, la verdad, no me siento atraído a
inmiscuirme en ese proyecto. Soy de la opinión de que un grupo que
quiere hacer algo ha de constituirse con una serie de requisitos, si
quiere tener proyección social, expresando intenciones, proyectos y
necesidades para poder solicitar medios o infraestructuras a la
Administración.
Aunque mi opinión
resulte irrelevante a ojos de nuestros gobernantes, y dado que aducen
para esa especie de paripé de desalojo que ha supuesto la ilicitud
de la actuación juvenil, creo que no estaría de más recordar que
algunos vecinos y vecinas del barrio llevamos años clamando por las
continuas ilegalidades que se cometen a diario y nadie parece querer
ponerle remedio. Algo tan sencillo y lógico como que se consuma
dentro de los límites del establecimiento hostelero, que no se
habiliten barras directamente a la calle, que se acate la normativa
sobre emisión de ruidos, que las licencias de terraza no se otorguen
sin medida y se respete el espacio de todos, o que se persiga las
actitudes incívicas e insálubres de algunos visitantes sin
desbravar que aterrizan en nuestras calles, parece que no merecen el
interés de la Administración. Se ve que las ilegalidades son
merecedoras de atención dependiendo de quién las cometa.
Da la impresión que el
cuatripartito, emulando al anterior equipo de gobierno, esté más
preocupado en rentabilizar la ciudad y favorecer los intereses
comerciales de algunos que en conseguir un espacio más habitable,
menos agresivo y más ecuánime para todos. Y, dicho sea de paso,
también en tensar la confrontación política para aparentar una
diferencia de gestión que puede traernos de vuelta un gobierno de
derechas. ¿Estamos ya en campaña electoral?
Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas