martes, 27 de junio de 2023

INTIMIDADES INTIMIDADAS


Por obra y desgracia de la pandemia de la Covid 19, los trámites con la Administración se han convertido en una carrera de obstáculos solo al alcance de los más avezados. Siguiendo el viejo mantra neoliberal de hacer “de la adversidad virtud” o mejor dicho “de la dificultad ventaja”, cualquier interacción para relacionarnos con los servicios públicos pasa por solicitar cita previa en unos teléfonos que nadie contesta o en enrevesadas páginas web de ardua y, casi siempre, estéril resolución.


El “vuelva usted mañana” de Larra se ha convertido en un anodino contestador (call center lo llaman para darle más empaque) que, advirtiéndote de que la llamada será grabada “por seguridad”, pasa a enumerar las distintas posibilidades que tienes de elegir la consulta marcando los dígitos correspondientes en el teclado, para acabar diciéndote que “todos nuestros agentes se encuentran ocupados” y que puedes intentar hacer la gestión a través de la página web o llamar en otro momento.


Como la “ocupación de sus agentes” parece ir para largo, recurrimos a la ofimática para realizar el trámite y, tras buscar el portal adecuado, introducimos nuestra clave adjudicada por los organismos correspondientes para relacionarnos con el Estado. No debe de ser lo suficientemente seguro ya que nos mandan otra contraseña al móvil para verificar la identidad y, una vez cumplimentada, hemos de sacarnos una foto con el DNI a la altura de la vista, anverso y reverso, contestar cuál de las siguientes palabras es un animal, chifonier, algarrobo o cernícalo y asegurar que no somos un robot. Con suerte, y si no tropezamos con algún inconveniente que nos impida avanzar en el proceso, podremos completar en nuestro ordenador o ipod touch verygüellfandango la pretensión de conseguir la tan ansiada cita, actualizar el dato pertinente o solicitar el papeleo debido. Siempre que me pongo a ello me entra la duda de si los funcionarios que diseñan estos sistemas de interacción con la ciudadanía son muy listos o yo soy muy tonto, pero rara vez acabo el proceso y tengo que recurrir a un teléfono de pago, que ése sí que funciona.


Por eso me saca los demonios cada vez que un aparato de estos me recuerda las fotos de hace cinco años, mi recorrido durante el último mes o me oferta publicidad sobre las cosas que he buscado en la red o incluso se me ha ocurrido comentar con mis allegados en presencia de algún micro que yo creía cerrado. Nuestros datos, preferencias, búsquedas, compras, itinerarios y demás están en manos de corporaciones y monstruosos ordenadores sobre los que no tenemos ningún tipo de control y que gestionan y comercializan nuestras intimidades como mejor les viene en gana, manipulando la atención, guiando la curiosidad y tergiversando el análisis de gran parte de la población por no decir de toda.


La frecuente utilización de bots y cuentas falsas que inflan ciertos bulos o encubren determinadas noticias u opiniones, dan cuenta de la manipulación de ciertos grupos de poder que operan cada vez con mayor impunidad. Las declaraciones y decisiones de los dueños de redes sociales que comercializan sin mesura el oro cibernético de nuestros datos, dejan patente el escaso o nulo control existente sobre estas gigantescas multinacionales de la intimidad a las que regalamos nuestras interioridades a diario y que, por si fuera poco la gratuidad del suministro que las alimenta, escaquean sus obligaciones fiscales. ¿Protección de datos o intimidades intimidadas?


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas



TUTELA MEDIÁTICA


Parece ser que el adelanto de las elecciones generales no sólo ha sentado mal a las derechas españolas, tan reiterativas con “acabar con el sanchismo” cuya protesta no se entiende cuando se convoca el plebiscito que lo propicia, sino también a los opinadores, tertuliologos y lideresos de opinión que pueblan nuestros medios de comunicación y en especial los platós televisivos, que ven alterado su descanso vacacional entorpeciendo la difusión de sus doctos e instructivos criterios, veredictos y dictámenes que, comicio tras comicio, iluminan nuestros votos.


¿Cómo van a poder dilucidar qué ha de preocupar a los pobres ignorantes de los discursos electorales para que elijamos la opción adecuada? ¿Cómo prescindir de su erudito consejo que inspire el sentido de nuestro voto? ¿Cómo elegir al candidato conveniente y oportuno para no dilapidar la papeleta? Esperemos que de aquí a la fecha de las elecciones les dé tiempo a machacarnos mañana, tarde y noche con sus sesudos análisis sociopolíticos para explicarnos a quién vamos a elegir y en qué sondeos nos tenemos que fijar.


Es de suponer que, aunque las plumas más selectas del panorama periodístico puedan mandar sus versadas valoraciones vía internet, tertulianos, presentadores y enteraos de los platós televisivos no van a poder esclarecer nuestro huérfano discernimiento electoral. ¿Quién nos recordará las profusas ocurrencias de la candidata de turno, los peligros que acechan a la unidad de la patria, qué víctimas son dignas de nuestra consideración o en qué noticias, de mayor o menor veracidad, hemos de fijarnos para ejercer el sufragio?.


Confiemos en que, los becarios o bisoños comunicadores que sustituyan a los primeros espadas de la caja tonta, orienten el panorama informativo y dirijan nuestros anhelos para que no nos extraviemos con difusos logros como la revalorización de las pensiones, el aumento del salario mínimo, el avance del feminismo, la erradicación de la violencia de género, la garantía de los derechos laborales y el rechazo a la precariedad laboral, la inclusión social de las personas más desfavorecidas, la promoción de las energías limpias y la lucha contra el cambio climático, el apoyo a la sanidad pública, el derecho a una vivienda digna y asequible y todas esas zarandajas sin importancia, para centrarnos en lo que de verdad importa a la ciudadanía: bajar los impuestos a los grandes empleadores, impedir que nos ocupen la casa cuando salimos a comprar el pan, la exaltación de los valores cristianos en la educación de nuestros infantes, la protección de la fiesta nacional y evitar que ETA siga gobernándonos.


Pues eso, a ver si con este lío de votar en vacaciones no perdemos la (nunca suficientemente ponderada) mediática tutela electoral y votamos como dios manda.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


sábado, 3 de junio de 2023

¡PURA CASUALIDAD!


¿Que el fútbol es intolerante, machista, xenófobo y promueve el borreguismo? ¡Quiá! No sé por qué dicen eso... no será porque los clubes arropan, miman y promocionan de toda la vida de dios a los aficionados más radicales y, principalmente, escorados hacia la derecha más extrema: Bucaneros, Boixos nois, Ultra sur... ¿ultras? Pues les habrán puesto ese nombre porque de alguna forma se tenían que llamar, lo mismo les podían haber llamado “armario” “sifonier” o “tocador de señoras”...


¿1.600 actas por incidentes en una temporada? ¿Qué es eso para 380 partidos de la Liga, los de la Champions, la Recopa, la Uefa, el Mundial, la Copa del Rey, el campeonato de futbolín...? Partirse la cara entre el Deportivo y el Celta B, el Cádiz B y el Xerez o el CD Badajoz con el Mérida es sana rivalidad vecinal, que no pasa nada por un rifirrafe sin importancia... ¿Que hay que escoltar a los “holligans” mientras cantan consignas nazis y realizan el saludo fascista por nuestras calles y plazas? Se pasean saludando al vecindario, pura cortesía. ¿Y qué si se produce una reyerta entre los Biris Norte y los Supporters Gol Sur? Tampoco es para tanto, unas cuchilladas, un brazo roto... vamos, ¡lo que en cualquier riña doméstica!.


¿Y qué decir de las celebraciones? Tan importante suele ser cuando se gana como cuando se pierde: los destrozos de mobiliario urbano, tánganas, alteraciones del orden público... lo mismo se producen cuando se celebra la victoria que cuando nuestro equipo ha perdido. Cualquier ocasión es buena para que las fuerzas del orden no se oxiden en sus cuarteles, dinamizar la vida social del barrio o promover la rehabilitación de la obra pública. Labor social y creación de empleo, todo ventajas.


No hay que olvidar la aportación que reciben desde su más tierna infancia los chavales que se inclinan por la práctica del balompié gracias al fervor, entusiasmo, arrebato y frenesí de familiares y aficionados que, al grito de: “¡Machácalo! ¡Machácalo!”, ennoblecen las aspiraciones de nuestros alevines. ¡Cómo no va a desear un padre que se precie el triunfo de su hijo... y el descalabro del rival! ¿Estamos tontos o qué? Para que uno gane otro tendrá que perder y si no pierde por las buenas pues tendrá que perder por las malas...


Por todo ello estoy seguro de que la campaña para erradicar los insultos racistas en nuestros campos de fútbol y las acciones encaminadas a limpiar la imagen del deporte patrio no pueden ir por mejor camino, toda vez que los fuerzos y cuerpas de Seguridad del Estado ya han detenido a los cuatro aficionados del Frente Atlético que colgaron el muñeco con la camiseta del jugador merengue aunque sea cuatro meses más tarde... justo cinco días antes de las elecciones municipales y autonómicas. ¿Qué? ¡Pura casualidad!.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas