martes, 8 de diciembre de 2020

LEYES Y REYES

 

Como integrante de las Fuerzas Armadas (en la reserva) y dado el cariz que está tomando la situación política de la nación y los difíciles momentos por los que atraviesa Su Majestad como Jefe del Estado y Capitán General por Tierra Mar y Aire, me veo en la obligación de aportar mi granito de arena ofreciéndole unos humildes consejos por si fuesen de su interés y estimase tenerlos en cuenta.

Ante las profusas informaciones que aparecen desde hace ya un tiempo en los medios de comunicación estatales y extranjeros en relación con los negocios familiares y las actividades de gestión monetaria en diversos paraísos fiscales de su padre, el Rey Emérito, creo que habría que actuar sin complejos e implementar un plan de acción que, si bien no elimine de facto a las tres cuartas partes de la población, como inocentemente aconsejaban los 271 reservistas probablemente enardecidos por el fragor de una copiosa sobremesa, sí que dé una vuelta a la situación y revierta los problemas en oportunidades de éxito. Una campaña divulgativa que muestre la sencillez y franqueza de sus humildes orígenes y cómo a lo largo de su vida se ha labrado un porvenir de persona austera, ahorradora y servicial como pocas y cuando digo "como pocas" es eso precisamente lo que quiero decir. Ejemplo de soldado, padre y profesional donde los haya, que, con un sueldo tan poco acorde con sus merecimientos, ha llegado a amasar una bonita fortuna; de él deberían aprender las nuevas generaciones y apreciar cómo, a base de esfuerzo y abnegación, se puede conseguir todo en la vida. O casi.

Por otra parte, el cuestionamiento de la institución monárquica y la unidad de la patria, vistas las prioridades del personal de ir a comprar al super, buscar curro y conseguir llegar a fin de mes, no parece que vaya a suponer un quebranto excesivo en la credibilidad y afección al trono toda vez que el bullicio reivindicativo pueda ser combatido con más ruido y más banderas de España. Que esté la bandera de España en todos los lados: en los móviles, en los autobuses, en el felpudo de las casas, en los calcetines, en el papel higiénico, en las farolas, en los campos de cereal, en las aguas territoriales...

Y eso de que “la soberanía nacional reside en el pueblo español” no tiene razón de ser ya que todo el mundo sabe que el Rey es un “primus (con perdón) inter pares” y que un Soberano no puede estar por debajo de nadie ¡faltaría más! Hay que reivindicar los valores de la monarquía como legitimación de la soberana hegemonía consuetudinaria y genitofamiliar del Estado de Derecho. Un rey tiene la potestad de ser soberbio, veleidoso y arbitrario si le da la gana; instituido como está por la gracia divina, se perpetúa en un alarde de hemoglobínica discriminación positiva de su linaje poltronero.

Las leyes son iguales para todas las personas, somo las personas las que no debemos ser todas iguales para las leyes.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

lunes, 28 de septiembre de 2020

VIRUS Y COSTUMBRES

 

"¡Eso es lo más grande que hay!" ¿Quién no ha escuchado a su alrededor esta frase referida a cualquiera de las cosas o situaciones que nos hacen la vida más llevadera? ¿Y quién no la ha dicho para ensalzar el almuerzo, las celebraciones con amigos y familiares, el triunfo de su equipo de fútbol o las fiestas de su pueblo?

Así pues, en estos tiempos en los que un virus se extiende por nuestras mucosas invadiendo invisible y sutilmente el aire que nos rodea, muchos de nosotros nos declaramos incapaces de renunciar a nuestros "momenticos" y otros, por su naturaleza juvenil o su inconsciencia, asumen el riesgo de contagiarse, convencidos de que la voluntad podrá con el infortunio y que a ellos no les va a pasar...

Acostumbrados a satisfacer nuestras apetencias con inmediatez y sin demasiado esfuerzo, a veces nos mostramos incapaces de imponernos la más mínima disciplina en nuestros hábitos. ¿Cómo desistir de reuniones con amistades y familia? ¿Cómo prescindir de salir de copas el finde? ¿Cómo no vamos a ir este año de vacaciones? ¿Acaso la inercia no nos arrima unos a otros y respirar con mascarilla no es tan cómodo como hacerlo sin ella?

Incluso los hay que confían en su calidad genital o condición patria para vencer al virus, incapaces de comprender la lógica del patógeno ajeno a tan espurios argumentos. Nos cuesta cambiar nuestras asimiladas costumbres en las que nos sentimos seguros y confortables, sin querer entender que es la adaptabilidad a las circunstancias que nos rodean la llave de nuestra supervivencia y de los de nuestro entorno.

La renuncia a esos pequeños caprichos que impiden el contagio es el insignificante precio que tenemos que pagar para frenar la pandemia, valorar a los profesionales que nos ayudan aun a riesgo de sus vidas y cuidar de nuestros mayores, devolviéndoles el esfuerzo que hicieron en cuidarnos y agradecerles el mundo que nos dejaron, no perfecto pero sí mucho mejor del que se encontraron. Así que ponte la mascarilla correctamente y mantén la distancia.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


domingo, 27 de septiembre de 2020

BARULLO


Ruido de togas; el presidente del Consejo General del Poder Judicial deja patente su indignación porque el gobierno de la nación no ha invitado al rey a presidir el acto de entrega de despachos a los nuevos jueces en Barcelona. El C.G.P.J. está en funciones desde hace más de dos años y su mayoría conservadora bloquea la renovación para seguir controlando los nombramientos de los jueces.

El monarca, para facilitar las cosas y haciendo alarde de estar a la altura de las circunstancias, le llama para decirle que le hubiera gustado estar, obviando al Gobierno, como buen representante de una monarquía parlamentaria... que nunca ha sido. De casta le viene al galgo o como decía su bisabuelo antes del desastre de Annual: "olé los hombres con cojones".

Mientras tanto la covid-19 sigue rebrotando de forma alarmante por distintas partes del territorio y especialmente en Madrid, donde la inacción y la mala gestión agravan el problema y colocan a su población, hospitales y profesionales sanitarios al borde del colapso.

Su presidenta, ajena al ridículo de sus ocurrencias y esperpentos que traspasan nuestras fronteras y constituyen un referente mundial de estupidez y desatino, resiste impertérrita cual "pim pam pum" de feria, puesto ahí para despistar la atención sobre los que operan en la sombra. ¿No tendrá la derecha alguien más impresentable para presidir la comunidad capitalina?

Lejos de aprender de nuestros vecinos portugueses, la derecha de este país sacude el olivar con ánimo de recoger los frutos que las elecciones les han negado. A base de crispar a la población, distorsionar los problemas, mentir y apoyar la estrategia de golpistas y neonazis, pretenden asaltar el puente de mando sin percatarse de que torpedeando el barco todos nos iremos a pique, ellos incluidos. Cuesta pensar que, en momentos tan delicados y peligrosos, puedan llevar esa estrategia, aunque es bien sabido que la necedad es autodestructiva.

Harían bien estos patriotas de dividendo y banderita en aparcar su asalto al Gobierno, colaborar con las recomendaciones de los expertos de Sanidad y Salud Pública, tranquilizarse y meditar. Menos ruido y más seso... o más sexo, que igual es lo que necesitan. Menos follones y más follar.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas.


martes, 22 de septiembre de 2020

CONJURAS Y MANIPULACIONES


Pareciera que el sentido común es una de las facultades mejor repartidas, a tenor de lo satisfechos que estamos todos, de la parte que nos ha tocado. Una recién estrenada plataforma, Osasuna eta eskubideak, convoca marchas en las cuatro capitales vascas para el próximo sábado 26, contra la “versión oficial del covid-19”.  No parece ser, a pesar de su nombre, un movimiento de apoyo a los derechos de las personas que trabajan en la sanidad, ni a los científicos que se afanan en encontrar una vacuna que nos prevenga, ni al conjunto de profesionales que intentan parar la pandemia. Su objetivo parece que es la lucha contra el desarrollo de la red de telefonía 5G que se quiere implantar y denunciar el uso que se está haciendo de la pandemia para llevar a cabo una “gran manipulación, consistente en quebrar los Estados, robotizar la producción y controlar a la población”. Afirman que “no se puede hablar de pandemia porque no han muerto un millón”, todavía.

Los detractores de la telefonía llevan años advirtiendo sobre los efectos dañinos de las ondas RF (radiofrecuencia) desmentidos una y otra vez por la comunidad científica y por la evidencia de que, si hubiera algo de cierto en ello, todos los que usamos los móviles a diario (y microondas, y televisiones, y radios…) estaríamos abarrotando los hospitales con cánceres y úlceras producidas por las dañinas emisiones. O igual es que el coronavirus en realidad lo producen los teléfonos…

De todas formas, resulta paradójica la llamada de esta organización para intentar parar el desarrollo de las redes de quinta generación (5G) “hasta que se demuestre que no son inocuas” ya que lo que habría que demostrar es que son perjudiciales, no que no son inocuas. ¿Cómo demostrar algo que no es? ¿Tengo que demostrar mi inocencia o se tiene que demostrar mi culpabilidad? Parece ser que el redactor del manifiesto se ha liado un poco con las negaciones, ¿hay que parar el 5G hasta que se vea que es perjudicial (no inocuo)? ¿Y si nunca se demuestra?

No puedo estar más en desacuerdo con esta convocatoria, toda vez que se alimenta una teoría conspirativa sobre una enfermedad real y novedosa que se está llevando a muchos de nuestros mayores (y no tanto), que está golpeando las capas más desprotegidas de nuestra sociedad y que está agobiando a los profesionales de la medicina y la sanidad de todo el planeta hasta extremos extenuantes y sobrecogedores.

Aunque no fuera más que por respeto a su labor y esfuerzo, se debería de medir los mensajes a la opinión pública y, no estaría de más, reflexionar con quién nos estamos alineando a la hora de valorar la situación: si con las tesis de los terapeutas, médicos y enfermeras que cuidan a diario nuestra salud o con los partidos de extrema derecha que no dudan en alimentar mentiras y miedos para sacar rédito político.

 Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


domingo, 23 de agosto de 2020

Cátedra de estupidología

 

No creo que sorprenda demasiado si califico a la estupidez como uno de los motores de la evolución humana. Habrá quien me contradiga remarcando que ha sido la inteligencia la característica que ha propiciado el desarrollo de nuestra especie pero no hay que olvidar la contribución de la necedad a lo largo de la historia y la abundancia de tontos de solemnidad en el presente, algunos incluso dirigiendo los destinos de algún país cuando no del mundo.


Siendo pues la estulticia fuerza innata tan poderosa y universal que no precisa instrucción ni aprendizaje, parece increíble que todavía nadie haya dedicado una cátedra al estudio y desarrollo de la estupidología, la neciología o la idiotología, o cuál sea el término adecuado para tal disciplina, dedicada a profundizar en la erudición y arcanos de esta común instrucción. Se dice que “de genios y locos todos tenemos un poco” y nadie se salva de cometer tonterías, aunque ninguno nos reconozcamos como idiotas y quede patente que la memez esté tan bien distribuida, geográfica, generacional, social y profesionalmente, no faltando casos a diario en medios de comunicación y redes sociales. Bien es cierto que hay distintas intensidades de sandeces pero el estúpido rara vez se reconoce y es poco probable que la majadería venga en dosis modestas.


Así como las declaraciones extemporáneas y disparatadas han tenido una repercusión moderada mientras periódicos, radios y televisiones eran propias de los gestores de la cosa pública, la moral y el orden social, en la actualidad, con la proyección universal e inmediatez que dan las nuevas tecnologías, los idiotas y las idioteces han conseguido una trascendencia y un protagonismo inusitados y, por supuesto, totalmente inmerecidos. Pareciera que, gracias a esta democratización en la difusión de los mensajes, todas las opiniones fueran igual de válidas equiparando la sesuda erudición de un premio Nobel con la irreflexiva ocurrencia de un extraviado mental.


Viene ello al caso, no sólo por las declaraciones del arzobispo de Valencia y ex vicepresidente de la Conferencia Episcopal en las que asegura que “la vacuna que se está investigando para la erradicación de la Covid-19 está confeccionada por el demonio con fetos abortados”, sino también por la manifestación convocada por los autodenominados “Héroes del planeta”, “contra los psicópatas de la nueva a-normalidad y sus secuaces del negocio del miedo”, a la que se adhirieron negacionistas de la pandemia, antivacunas, conspiranoicos, terraplanistas e incluso “Médicos por la verdad”, se supone que colegiados aunque, probablemente, inclinados a otras “para-medicinas” más espirituales y lucrativas. No serán pocos los galenos que se habrán revuelto en sus tumbas y no digamos en sus consultas.


Nadie estamos libres de cometer insensateces, necesitamos una alta opinión de nosotros mismos y disimular la realidad negando, olvidando o justificando nuestras propias faltas y exagerando las del prójimo. Porque la estulticia está emparentada con el orgullo, la vanidad, la credulidad, el temor, el prejuicio, la risa... ¿cómo imaginar una humanidad sin avaricia, sin cólera o envidia? ¿qué mundo sería éste si no hubiera pasiones, melancolía, locura.? ¿dónde quedarían el sarcasmo y la risa en una sociedad sin paradoja? ¿Tiene cura la estupidez? Los entendidos aseguran que para combatir la idiotez, sobre todo la propia, lo mejor es leer sin descanso, escabullirse de las discusiones con estúpidos y aislarse y buscar espacios y actividades tranquilas, solitarias y silenciosas, así evitaremos la expansión de nuestras estupideces y no contagiarnos de las ajenas; más o menos como con la Covid-19.


Decía Schiller que “contra los necios hasta los dioses luchan en vano” y digo yo si, así como hemos aprendido a conseguir energía a base de compost y detritus, no podríamos aprovechar de alguna manera el inagotable potencial de la estupidez humana. Seguro que daba para acabar con el hambre en el mundo, el calentamiento global, las guerras, la explotación de las personas, la crisis económica... y aún sobraría energía para las luces de navidad.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas.


viernes, 7 de agosto de 2020

Juan Carlos I ¡Presente!... y ausente.


No se entiende muy bien cómo a alguien investigado por las fiscalías suiza y española por corrupción y blanqueo de capitales se le permite lo que en lenguaje cheli se conoce como “darse el abierto” e irse al extranjero. Nada como la grandeza de la patria, aunque la del extranjero parezca ser aún mayor. ¿Blanco y en botella?. No, negro y en maleta.


Numerosos han sido los chanchullos que a través de los años han florecido a pesar de los intentos de los servicios secretos españoles por encubrirlos; la prensa ha silenciado sistemáticamente, de buen grado o aleccionada persuasivamente, las maniobras financieras del monarca, aunque, finalmente, no hayan conseguido ocultarlas debido a las informaciones proporcionadas por tabloides extranjeros y a la aparición de su nombre en procesos judiciales en Suiza y en España, aireando alguna de las últimas “mordidas” del monarca.


No han faltado voces reclamando que, el dinero en cuestión sea destinado a fines sociales o donado a la Sanidad. No parece lo más adecuado obviar la rendición de cuentas imprescindible en la máxima autoridad de un país, ni mucho menos saldar las irregularidades y posibles delitos con una donación que, encima, le lave la cara, renunciando a conocer la verdadera dimensión de sus tejemanejes. Otros intentan desligar sus actuaciones de la institución monárquica, aunque resulta difícil creer que el actual Jefe del Estado desconociera los negocios de su abdicado padre. O está muy mal informado o....


De cualquier manera, por muchas fechorías, desmanes y perjurios que haya cometido desde que juró lealtad a los principios de la dictadura franquista hasta la carta enviada recientemente a su hijo intentando lavarse la cara, no son el meollo del asunto. El fondo de la cuestión está en la Constitución que, en su artículo decimocuarto señala que: los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, aunque en el epígrafe 56.3 asegure que La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad.”


Me cuesta entender cómo se puede afirmar lo primero si se acepta lo segundo, a menos que el que ha sido Jefe del Estado durante cuarenta años en realidad... no sea español y venga del planeta Raticulín, ¡que todo podría ser!.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas



Soneto al Rey_ncidente

 


Con harta discreción huye el monarca

que siempre presumió de muy honesto,

al ser investigado por (supuesto)

blanqueo y corruptelas en el arca.


Los jueces han de hablar con el patriarca

pues demuestra aversión por el impuesto

y aunque el hijo es un rey muy peripuesto

dice no saber nada y se desmarca.


Por carta se despide el navegante

y emigra donde tiene los millones,

que aquí todos le acusan de mangante.


Se lleva como emblema los baldones

de haber sido en su vida un gran farsante

por mucho que presuma de galones.

. . .


(Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas.)


sábado, 25 de julio de 2020

Desde luego... y mientras tanto...



Desde luego... somos de lo que no hay!. Hemos estado un montón de semanas paralizados en casa sin escuelas ni parques, ni oficinas, sin bares, ni restaurantes, ni fútbol, ... nada de lo que solíamos hacer a diario, sólo comprar lo imprescindible y mientras tanto nuestros mayores fallecían por miles, desolados y sin amparo familiar, en residencias, geriátricos y hospitales. Afortunadamente la sanidad ha respondido con eficacia y una gran dosis de esfuerzo y abnegación en unas condiciones excepcionales y muy complicadas con gran riesgo para su salud. Doblamos la curva y vimos la luz al final del túnel gracias a esas personas. Ahora, en plena nueva normalidad, que por lo visto consiste para algunos en volver a la actividad pre-covid pero con la mascarilla en el codo, la memoria se torna débil, nuevos brotes se producen amenazando una posible vuelta al confinamiento y se constata que el virus sigue entre nosotros y que no podemos volver a nuestros hábitos anteriores a la epidemia. Hay ganas de juntarse, que para algo somos mamíferos y nos conforta el contacto y el roce, acostumbrados como estamos a celebrarlo casi todo. No pensaba yo que los “nosanfermines 2020” iban a ser tan recatados y sin embargo no dejan de salir nuevos casos de contagio a poco que nos juntamos con amigos y familiares. De todas formas no faltan los ejemplos de comportamientos inadecuados... partidos de fútbol entre contagiados y sanos, porras para ver quién se contagia primero, multitudinarias celebraciones balompédicas, nutridos botellones, insensatas aglomeraciones … baja la edad media de los contagios y se multiplican los casos por toda la geografía, especialmente en las poblaciones más numerosas, como era de esperar.

Mientras tanto... las residencias no han cambiado de modelo, gestionadas por avariciosas empresas que exprimen el negocio de la atención geriátrica. Hacinados e indefensos, los ancianos siguen soportando unas condiciones de alimentación, masificación e higiene inaceptables, ignorando si van a poder ver a los suyos cuando esta vida se apague, resignados a la suerte que les ha tocado de no poder decidir el final del camino y ser sólo una plusvalía en el balance de un fondo buitre que malpaga a sus siempre insuficientes cuidadoras y cuidadores. Trabajadores sociales, dependientes, cajeras, transportistas, temporeros, etc, profesiones hasta ahora no reconocidas pero imprescindibles en estos complicados momentos, siguen jugándose la salud por un exiguo salario que apenas les da para sobrevivir. Médicas, enfermeros, asistentes sanitarias, intentan volver a su saturada rutina de antes de la Covid temiendo lo que les viene encima. Mucho aplauso y mucha foto pero, como decía aquel artista callejero, “los aplausos están muy bien, son ustedes muy amables, pero con eso yo no como; echen dinero”. Deberíamos confiar en que nuestros políticos entiendan la importancia de preservar, cuidar y mejorar la sanidad pública, no para el futuro sino para ya: ardua labor.

Centros educativos cerrados, comercios y empresas al borde de la quiebra, hospitales y centros de salud abarrotados y la población a punto de envenenarnos de tanto gel hidroalcohólico y mientras tanto el fútbol, aun sin gente en los estadios, resuelve los partidos pendientes y prepara el mundial de Qatar, no vaya a ser que se les desmorone el tinglado macroeconómico que tienen montado, los propietarios de bares de copas y discotecas claman por sus negocios y reclaman volver a la vieja normalidad, las playas rebosan de bañistas ansiosos y los montes se llenan de senderistas inquietos, incapaces de comprender que el patógeno no responde a nuestra lógica. Un cartel de grandes proporciones advierte: “Este virus lo paramos todos juntos”. No sé yo si...

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


domingo, 5 de julio de 2020

SANSINFERMINES 2020



Instalados en la “nueva anormalidad” del año 1 D.C. (después del Covid) una nueva crisis se cierne sobre los habitantes de una pequeña ciudad del norte de la ibérica península; a la económica, medioambiental, terrorista, demográfica, política, laboral... ahora se nos avecina una verdaderamente importante: la de los "no_sanfermines".

La alcaldía de la ciudad ha suspendido los festejos, como en todas partes, aunque parece ser que ciertos actos protocolarios o mundanos sí que se van a celebrar. En esta tesitura, el arzobispo ya ha dejado claro que va a oficiar misas, vísperas y octavas y el alcalde acudirá públicamente de forma particular o bien particularmente de forma oficial, no se sabe si “en cuerpo de ciudad” o “de jota” y es de esperar que lo acompañen sus correligionarios, amistades, admiradores, otras autoridades, mirones, castas, despistados, borrachos...

Se supone que en tales congregaciones se aplicarán los mismos criterios que al resto de actividades ciudadanas y se mantendrán distancias y profilaxis por medio de los controles que Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, así como Forales y Municipales y el Ejército (está por confirmar la presencia también de una división de monjes castrenses), tienen previsto desplegar para vigilar los aforos durante las fiestas en distintas plazas, calles y accesos del Casco Antiguo. No se entiende muy bien para qué van a controlar la afluencia de público si no va a haber fiesta. Será para tenernos a todos y todas con el carnet de identidad en la boca y el termómetro en el culo.

Muchos y muchas no se resignarán a renunciar a “estas fiestas sin igual que no hay en el mundo entero...” en este primer año de pandemia y se prepararán para cumplir con los ritos ancestrales de la fiesta del toro, aún a sabiendas de la anulación dictada por el Consistorio. Debe de ser que el sanferminero de pro no puede rehusar a celebración tan religiosa y pagana a la vez y, si bien este año desiste de correr ante los machos vacunos haciendo alarde de insensatez y gallardía, no va a prescindir de la novena báquica, atiborrándose de magras y txistorra bien regadas con caldos forales y foráneos hasta el desmayo y más allá. Se ve venir. O mejor aún, se “bebe en ir”. Porque lo importante será la familia y la salud pero a la hora de la verdad el pimple y la fiesta son innegociables. Tampoco es cuestión de renunciar a todas las plusvalías que ocios y negocios, con la ayuda del “santo moreno”, proporcionan a los distintos estamentos de la ciudad, así que seguro que al final cada uno buscará cómo celebrar lo “no celebrable”.

Están los australianos todos muertos de pena por no poder tirarse de la fuente de la Navarrería estos “sansinfermines”, dudando entre hacer rafting por las cataratas del Niágara o probar puenting en el Popocatepel, para compensar su inasistencia a fiestas tan universales y edificantes. Un drama, oye.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


lunes, 25 de mayo de 2020

CAPITAS SIN COMPLEJOS



La España indignada sale a la calle agitando su hartazgo al grito de “¡Gobierno dimisión!” acompañada de bocinas y proclamas enfurecidas. Jaleando al viento los gloriosos estandartes patrios o portando la enseña nacional cual capita de heroico paladín, proclaman: “¡La Patria está en peligro! ¡Acudid a salvadla!”. Peligran las economías, las econo-nuestras, pero sobre todo, las econo-suyas.

Matizan los auténticos patriotas, que tanto celo pusieron en abaratar la sanidad y la educación privatizando clínicas y hospitales y promocionando las escuelas concertadas, que su interés no era otro que aligerar las cargas presupuestarias del erario público y que, en este momento, lo que se necesita es un cambio de gobierno y, casualmente, ellos son la solución. Aquí no ha pasado nada y hay que ocuparse de las finanzas y el mercado ¡no es el coronavirus sino la dictadura bolchevique aliada con los filoetarras y los enemigos del imperio español, o lo que quede de él... es el momento de tumbarlos. Y, por supuesto, ellos estarán ahí: para que “el” puesto sea “su” puesto.

Los que tanto han contribuido a la grandeza de la nación creando riqueza, promocionando el negocio y buscando iniciativas de progreso no pueden permanecer inanes ante el bloqueo impuesto por el gobierno de coalición ignominiosa; ¿acaso se pretende que se financie la renta básica o la manutención de un ejército de vagos y desocupados con sus ahorros? Esas plusvalías que nadie les ha regalado, que han tenido que esquilmar euro a euro y poner a salvo en sociedades offshore y paraísos fiscales con gran esfuerzo y dedicación, ¿cómo van a tributar aquí, con lo caro que sale?

Siempre han defendido la seguridad por encima de la libertad y nunca les ha faltado una palabra de defensa y apoyo para las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado y más en concreto a aquellos nostálgicos personajes adscritos al glorioso Alzamiento Nacional y al Caudillo que tanta seguridad trajo a algunas familias durante cuatro largas décadas. Aquél firme baluarte de las potencias del Eje que junto con Adolfo y Benito escribió páginas tan memorables en la historia de Europa. ¿Qué tiene de llamativo reivindicar ahora la libertad, la libertad de expresión, la libertad de acción o la libertad de omisión, si fuera necesario? Sin complejos.

Y por si acaso algún virus se escapa, no hay problema para ellos porque van protegidos con capa, capote y capirote con los colores del Santo Paño.

Suyo afectadísimo: Juanito Monsergas


domingo, 10 de mayo de 2020

PALABROS Y ENCOMIENDAS


A los nuevos modismos léxicos como “visionar”, “recepcionar”, “daño reputacional”, “perfil bajo” o los manidos “tolerancia cero”, “sí o sí”, “brutal” o “brutal no: lo siguiente”, hemos tenido que incorporar a nuestra jerga cotidiana recientes vocablos y expresiones de forma acelerada, a causa de la situación causada por la propagación del virus que nos ha tocado en suerte. Entonces descubrimos “el confinamiento” y empezamos a hablar de “la curva”, su evolución, velocidad; luego hubo que doblarla, enderezarla, frenarla, aplanarla... Más tarde vino la guerra de los tés, de los teses o de los tests, que tampoco sé cómo se dice el plural, las cifras que nos desgranaban sobre los afectados, a la par que los uniformados daban cuenta de las infracciones y multas que administraban para que nadie se saltase la cuarentena, o casi nadie...

Buscamos al “paciente cero” mientras nos decían que “todos éramos soldados” y muchos se convirtieron en aprendices de disc jockey o en músicos amateurs con mayor o menor fortuna... para el vecindario. Varias semanas después tuvimos “la luz al final del túnel”, quizá sin percibir que, como dice mi mujer, tras un túnel lo que viene es... ¡otro túnel! Luego ha venido la “des-escalada”, que es como la escalada pero al revés, con sus fases y sus indicadores pero tampoco aporta una visión de conjunto que nos diga cuántos nos hemos infectado, por cuánto tiempo, desde y hasta cuándo vamos a lidiar con el virus, cómo influirá la marcha que lleven nuestros vecinos con el tema y cómo nos va a seguir afectando una vez nos empiecen a dar suelta, con “la nueva normalidad”.

Este concepto ya indica una contradicción implícita: está claro que “la nueva normalidad” no va a ser como la anterior, ésa no va a volver. Será difícil interpretar toda la casuística que se dará en el día a día, qué se va a poder hacer y qué no y dónde y cuándo y por qué. Aplicar la ordenanza será complicado y, seguro que con la delicadeza que les caracteriza, los señores y señoras dedicadas a hacer guardar la normativa, van a tirar por la calle del medio en cuanto se les plantee la más mínima duda: de momento la receta y luego ya veremos si te comes una gragea o ponemos un supositorio. Si a ello unimos las nuevas medidas, para restaurantes, bares y terrazas, las colas que se formarán en las puertas de los comercios, paseantes ansiosos por el encierro con y sin mascota, patinetes, bicis, overboards, segways, monociclos, scooters, sillas eléctricas y la marabunta de gente que le ha dado por hacer deporte, la calle va a estar todavía más congestionada que en sanfermines. Sólo van a faltar los australianos. La afición que le ha entrado a todo quisque con lo de correr sólo se va a ver superado por el ansia de ocupar una de las escasas plazas de terraza que ahora van a estar más solicitadas que el papel higiénico, la harina y la cerveza durante la cuarentena.

Habrá que encomendarse al Patrón, o a la Patrona, para que les eche un capote a las autoridades y les infunda criterio a la hora de gestionar el tránsito poblacional, aunque siempre queda el recurso de confiar y seguir las instrucciones del santo que nunca falla: San Itario de la Seguridad Social que, a fin de cuentas, es el que tiene que decir lo que podemos o no podemos hacer en esta crisis sanitaria.



Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

lunes, 4 de mayo de 2020

LA CORONA ES FUNDA MENTAL



De todos es sabido que el pasado 16 de marzo ocurrió un suceso que conmocionó a la nación y que supuso un antes y un después en el Reyno de España: la retirada de la asignación económica que la Casa Real tenía asignada al monarca Emérito. Su Hijo Felipe VI de Borbón le ha quitado la paga y además renuncia a su herencia. A su hermana Cristina también le suprimió la paga con aquello de Noos en 2015. ¡Qué trago!

No habrá sido fácil para Su Excelencia el Jefe del Estado tomar decisiones tan dolorosas pero “la Corona debe observar una conducta íntegra, honesta y transparente como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social”, y no que le hagan aparecer como segundo beneficiario de la fundación panameña offshore Lucum, con su padre el Emérito como primer beneficiario, con cuenta en el banco suizo Mirabaud y de otra fundación, Zagatka, offshore también, y constituida en Liechtenstein, compartiendo título de beneficiario de nuevo con su progenitor y sus dos hermanas y cuenta en el Credit Suisse. Es de suponer que su nombre real, Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y de Grecia, no figurará en la apertura de la cuenta ya que no hay impreso que lo tolere.

Al parecer, el peso de la Corona está siendo lastrado por los cien millones de dólares que el rey de Arabia Saudí transfirió graciosamente en agosto de 2008 al entonces Rey de todos los españoles, el millón novecientos mil dólares donados por el sultán de Bahrein en prueba de su amistad en 2010 o el millón novecientos mil euros que en 2004 se ingresó en la cuenta de Zagatka, como parte de una comisión de 39 millones de libras por la venta del Banco Zaragozano al Barclays Bank, cuenta en la que comparte titularidad con Álvaro de Orleans-Borbón, que tantos viajes privados ha costeado durante once años a su admirado primo Juan Carlos de Borbón y Borbón y Borbón y etcétera.

Bien es cierto que los compromisos que el cargo de Soberano conlleva, obligan a la Casa Real a relacionarse con personalidades cuyos principios morales y sociales quizá no comparte o con personajes que caminan por la estrecha senda de la ingeniería financiera y la delgada línea que separa la legalidad de la delincuencia. No me cabe duda de que profesionales de la talla de Álvaro Fasana o Dante Canónica, con la amplia experiencia que tienen en gestionar fondos, fortunas, comisiones y donaciones en tantos y tantos paraísos fiscales de todo el mundo, sabrán resolver este malentendido de forma satisfactoria y limpiarán la imagen de nuestra Monarquía. Tanto dante como tomante pueden presumir de talento y talonario y tienen tal ego que será difícil que acaben en el talego.

En cuanto a las declaraciones de la maledicente Corinna denunciando en Londres las presiones que, según ella, ha recibido por parte del CNI desde que en 2012 el Emérito sufrió el accidente en el safari de Botswana y que supuso el final de la relación con Él, que tan grácilmente le había brindado su sincero amor durante cinco años, no es sino la prueba de la ingratitud que ha tenido que soportar la Regia Figura. El ingenuo aristócrata ha tenido que añadir algún cero para terminar con su prístino idilio. No le bastaba a la teutona con llevarse, entre otras, la comisión que las amistades del Golfo, esas monarquías con los que tantos lazos culturales sociales y religiosos nos unen, habían regalado a Su Majestad por la construcción del AVE a la Meca a cargo de empresas vinculadas a los Oriol, Villar Mir, Florentino Pérez, etc, sino que tenía que desprestigiar nuestra institución más sagrada: la Monarquía; no en vano fue entronizada por la gran figura de nuestra historia que fue el Caudillo.

Todavía hay quien reprocha a Su Alteza Juan Carlos I por haber jurado cumplir las Leyes Fundamentales (sólo las Fundamentales, las que se refieren al origen lícito del dinero o a pagar impuestos en el país que preside, de ésas no se dijo nada) y guardar lealtad a los Principios del Movimiento, cuando no ha hecho otra cosa que apoyar toda su vida el movimiento... el movimiento de dinero entre Panamá, Mónaco, Liechtenstein, Suiza, Bahamas,... Va a más el montón de movimientos bancarios que afloran día a día gracias a la prensa extranjera y a la fiscalía suiza, pero nadie se debería de extrañar de ello ya que siempre se ha dicho que “el dinero hay que moverlo”.

No es baladí el estigma que la Corona española tiene que soportar y el baldón que el Monarca Emérito se ve precisado a llevar por los procedimientos judiciales en Londres, Ginebra o Madrid, donde se afirma que cuando quiera se iba a los países del Golfo, a evadirse y a evadir el IVA Él iba. Y aunque Su Majestad suma tanto juicio, todos los españoles de bien sabemos que para Usted lo más importante no ha sido sumar fortunas sino su mar y su yate Fortuna. Pequeños placeres de ligar el cebo o ligar manceba, aunque últimamente no parece que esté para tales menesteres.

Nuestros ideales se tambalean ante los acontecimientos y retos que emborronan el futuro de España y hoy más que nunca hay que ennoblecer nuestros corazones para limpiar y dignificar el horizonte patrio. La Monarquía no es que sea fundamental: es que es funda mental.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas




lunes, 27 de abril de 2020

CRISIS Y OPORTUNIDADES



Siguiendo la lógica especulativa que tanto nos enseñó en la crisis financiera del 2008, el tiempo de crisis es tiempo de oportunidades, o como decían los sotánicos satánicos de mis años escolares: “hagamos de la adversidad virtud”.

Así pues ¿que retos podemos afrontar con la alegría que otorga el atrevimiento y la ignorancia? Urge reconsiderar nuestro sistema educativo y revertir el fracaso en un nuevo planteamiento que dote de confianza y seguridad propia al alumnado ¿Acaso necesitamos que nuestros descendientes se afanen en institutos y universidades si San Google puede responder todas nuestras ignorancias y olvidos? ¿Para qué estudio y superación si la robótica está mejor preparada que la humanidad para administrar y fabricar cuantos utensilios precisemos, tanto necesarios como superfluos? ¿Para qué pretender iniciativa e ingenio si la bigdata conoce mejor que nosotros mismos nuestros gustos y conveniencias, calibra con mayor acierto las necesidades propias y nos ubica con prontitud y eficacia en el lugar social que nos corresponde? Reduzcamos a la mínima expresión el gasto educativo, dejemos que las cámaras de seguridad guíen nuestros pasos sin preocuparnos de elegir destino y prescindamos de quehaceres y talentos. Sabemos por experiencia lo bien que arden los libros y podemos conseguir que las bibliotecas recobren su utilidad caldeando las pocas aulas que se precisarán en los fríos días de invierno

Al ingente conjunto de nuevos desocupados que las nuevas iniciativas van a procurar, habrá que añadir la inevitable reconversión del estamento de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado: no tenemos una guerra desde hace ochenta años y aunque la hubiere serán más eficaces los drones y robots, ajenos a bajas, ascensos, jubilaciones y vacilaciones que soldados y policías. Como queda dicho, las cámaras de control social dirigirán las máquinas dotadas de métodos coercitivos suficientes (pistolas taser, disciplinas mecánicas, gases lacrimógenos e incluso armas de variada munición) para hacer frente a cuanta delincuencia y ataque enemigo se les presente. Con mecanismos que evalúen el carácter de la fechoría podrán responder y reprimir el crimen a tratar, haciendo superflua la labor del juez que quedaría liberado de su función.

¿Y qué hacer con las hordas de desocupados que dichas iniciativas proporcionarían con la reestructuración de estos y otros segmentos profesionales y laborales? Sabido es que el suministro energético es una de las necesidades más perentorias de la nación en este momento y no digamos en el futuro que se avecina. Es menester que, a las consabidas y aún tímidas infraestructuras solares, eólicas e hidráulicas que ya funcionan, implementemos otros métodos más imaginativos que complementen y amplíen el perentorio flujo energético necesario para el funcionamiento de nuestra nación. Y dado que, al decir de los sabios la energía ni se crea ni se destruye y puesto que cada uno de nosotros somos una eficaz fábrica de excrementos, pues no conozco a nadie que ingiera y no deponga, aprovechemos el fruto entrañable de nuestro vientre para compostar y transformar nuestras cotidianas deposiciones en corriente alterna: la famosa energía de la mierda. La eficacia de esta fuente inagotable proveerá, sin lugar a dudas, de los flujos necesarios que accionen nuestro sistema productivo y vital sin tener que recurrir al mercado extranjero. Si algo nos sobra aquí son productores de detritos.

Una vez más tenemos la oportunidad de aplicar soluciones imaginativas y producir las sinergias adecuadas para superarnos a nosotros mismo y conseguir que la humanidad jalone un nuevo éxito en su peculiar singladura en la evolución de la especie... de la especie de vertedero que hemos convertido este planeta.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

PRESENTE Y FUTURO



Ante esta crisis sanitaria mundial no podemos obligar al resto de naciones a unificar criterios de actuación ni forzar una respuesta coordinada de todos los países pero sí que podemos tomar nuestras propias decisiones. Si algo ha quedado claro a raíz de la epidemia del Covid-19 es que necesitamos impulsar la fabricación propia de productos sanitarios, abastecer el suministro alimentario de la población y garantizar el fluido eléctrico que precisan negocios y particulares. Para ello quizá haya que nacionalizar recursos y empresas o promocionar la creación de industrias y comercios que lo posibiliten.

No parece descabellado aprovisionarse mediante mecanismos solares, eólicos o hidráulicos, a través de explotaciones controladas por el Estado en un mercado regulado, de la energía suficiente para que nuestros hogares y fábricas dispongan de la electricidad necesaria para funcionar.

Tampoco creo que sea mucho pedir, después del esfuerzo realizado por el conjunto de sanitarios incluidos geriátricos y centros de personas dependientes, una reestructuración tanto de locales como de plantillas y abastecimiento que posibilite un trabajo eficaz de estos profesionales, que velen por una sanidad universal y unos cuidados dignos para la población más vulnerable de nuestra sociedad como son los ancianos y los dependientes.

Asimismo urge poder coordinar redes efectivas de ayuda y voluntariado que, en caso de pandemias, catástrofes o emergencias, puedan responder con eficacia y rapidez a los nuevos retos que el futuro nos depara, optimizando conexiones telemáticas pero también locales, regionales y peninsulares.

La financiarización del sector energético, la deslocalización empresarial en muchos casos ligada a paraísos fiscales y la dependencia en sectores imprescindibles como la salud y la alimentación, nos aboca a un porvenir sombrío de desigualdades cada vez más pronunciadas, burbujas especulativas y un entorno ecológicamente insostenible.

Quizá sea complicado tomar las decisiones adecuadas en medio de tanto ruido mediático pero hemos de convencernos de que el futuro no es sino la consecuencia de nuestro presente. ¿A quién echaremos la culpa de nuestra debacle?

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

sábado, 25 de abril de 2020

CONTRADICCIONES, PARADOJAS Y REMEDIOS


Los humanos somos seres contradictorios. Siempre hemos dicho que la salud es lo primero pero muchos de nosotros no hemos dejado de fumar hasta que el médico nos ha dado un ultimatum.

En este país, aconfesional según dice su Constitución, la iglesia católica tiene una posición preeminente y su jerarquía se empeña en pontificar cómo debe ser la sexualidad de creyentes y escépticos, con quién se puede casar cada uno de nosotros y cuándo tienen que parir las mujeres, a pesar de que esa misma autoridad eclesiástica ha renunciado al sexo, tiene prohibido contraer matrimonio y le está vedado tener hijos, según dicta su propia doctrina. Además el Estado subvenciona las clases de religión en las que se enseña el dogma que contradice al resto de asignaturas que se imparten en colegios e institutos. De todas formas, parece ser que ni Cristo ni Alá ni Jehová, ni tampoco el resto de divinidades que jalonan el arco religioso a lo largo y ancho del mundo, a pesar de su grandeza y omnipotencia, pueden hacer nada por combatir a este minúsculo ser acelular que necesita de un ser vivo donde replicarse para subsistir llamado Covid-19.

También dice la Constitución que todos somos iguales en derechos y deberes, pero no todos podemos ser Rey de España ni podemos tratar al monarca como a cualquier otro ciudadano, ya que no podemos juzgarlo aunque delinca, haya metido mano en el cajón, se haya servido de su puesto para cobrar mordidas y comisiones ilegales o haya evadido capitales y fortunas a escondidas de la Hacienda Pública. Por lo visto la ceguera de la Justicia hace que, lejos de tratar a todos bajo el mismo baremo, unos seamos más iguales que otros a la hora de pasar por los tribunales.

En estos días de cuaresma y cuarentena las contradicciones se nos amontonan. Paseamos a nuestros perros pero encerramos a nuestros hijos y eso que no tenemos que recogerles las cacas a la gran mayoría de ellos (de los hijos). Reforzamos nuestras fronteras aunque el virus es internacional y se transmite sin problemas. Los que pagaron mucho dinero porque les trajesen a Europa en una patera, ahora lo pagan por huir de ella. Calificamos de héroes y soldados a los sanitarios que salvan vidas y a los ejércitos de verdad los hemos puesto a limpiar y desinfectar, cosa que está muy bien, aunque estaría mejor si dejasen de gastarse el dinero en barcos, tanques y aviones carísimos que no sirven para nada y se dedicaran a comprar jabón y fregonas. También estamos viendo que, a pesar de tener cuatro administraciones: municipal, autonómica, estatal y comunitaria, no parecen muy eficaces ni hay mucha coordinación entre ellas y la europea no debe de valer para mucho, a pesar de lo mucho que cuesta, porque cada país hace lo que le parece, no hay una respuesta coordinada y abunda en paraísos fiscales. Se dona el dinero a los bancos y se especula con la ayuda humanitaria.

Pero lo más paradójico de todo es que, el líder del país más desarrollado del mundo, de los viajes interestelares, el que ejerce su hegemonía y poderío militar por encima de todos y que encabeza la economía más boyante del planeta, haya sugerido en una rueda de prensa que, ya que los desinfectantes matan el virus, se introduzcan dentro de los cuerpos de los contagiados para curarlos. ¿Muerto el perro se acabó la rabia? Parece cosa de broma si no fuera porque el más tonto de la tribu tiene en sus manos el botón nuclear.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


martes, 21 de abril de 2020

REPENSARSE O MORIR



Muchos científicos, antropólogos y arqueólogos afirman que el éxito de nuestra especie se debe a las redes que hemos ido tejiendo a lo largo de nuestra andadura como homo sapiens. La creación de grupos humanos cada vez más numerosos nos ha proporcionado una eficaz expansión hasta límites insospechados y alcanzar un conocimiento y una tecnología equiparable a la ansiada piedra filosofal de los alquimistas medievales: el secreto de la vida.

Sin embargo, los problemas a los que nos enfrentamos parecen equiparables a los logros alcanzados. Ocho mil millones de personas alimentándose, moviéndose y produciendo bienes de un consumo goloso e ilimitado que, sumado a la basura generada, ya está dejando secuelas en el hábitat que ocupamos. Las desigualdades tan abrumadoras que se pueden apreciar en diferentes partes del mundo, donde conviven sociedades que han pasado de la edad de piedra al siglo XXI en apenas dos décadas o se han saltado el Renacimiento, la Revolución Industrial y un siglo de desarrollo, con otras comunidades con tecnología de cuerpos biónicos a punto de crear una especie superior de humanos, provoca dudas sobre el buen fin de desarrollos tan dispares. Las ciudades crecen y ya hay en el mundo cincuenta y cinco urbes con más de los seis millones y medio que tiene Madrid. ¿Qué nos depara el futuro? ¿seres superiores y de segunda? ¿zonas V.I.P. y campos de concentración para pobres? ¿existencias paralelas?

Las dimensiones de estas macrociudades, la mayor parte fuera de la seguridad efímera del mundo occidental, nos advierte del panorama que se avecina, sobre todo teniendo en cuenta que el aleteo de una mariposa en un remoto lugar del globo terráqueo ocasionará un efecto insospechado en las antípodas. Todo tiene relación y las fronteras, que hasta ahora han servido para proteger espacios y culturas, se ven desbordadas por flujos migratorios desesperados y consecuencias desconocidas, producto del agostamiento de los recursos medioambientales y la insostenibilidad de nuestros sistemas de producción. Ya no hay fronteras, por mucho que se empeñen los caciques territoriales. La aldea es global y, querámoslo o no, los aldeanos y aldeanas que la habitamos estamos tomando conciencia de pertenencia a un único grupo, nuestra especie, con un discurso unificado construido por la tecnología que comunica de forma inmediata a toda la población mundial en cualquier rincón del planeta: una misma referencia universal de valores, conocimientos e interacciones se expande por el imaginario colectivo.

Organizar y cohesionar esta comunidad y conseguir adaptarnos al nicho ecológico va a ser el reto al que tendremos que hacer frente de ahora en adelante. No será fácil pero tampoco imposible, a fin de cuentas el triunfo de nuestra especie ha sido, a lo largo de su historia, la adaptabilidad y la comunicación. Quizás esta epidemia que ha sacudido nuestra rutina nos haga repensar prioridades, costumbres y objetivos o quizá sea el momento de la congestión y extinción de la especie. Lo que está claro es que el capitalismo y el sistema mercantil, financiero y comercial han llegado al límite. Hay que repensarse o morir.

Probablemente soy un ingenuo, pero si le preguntas a cualquier persona mayor de setenta años cuál es el sentido de la existencia, lo más seguro es que te diga que el éxito vital consiste en disfrutar de los pequeños placeres que nos otorga la naturaleza, querer y ser querido, aunque algo dentro de mí me dice que, lo que nos deparará el futuro, tendrá más que ver con una gran clase no-trabajadora, ociosa y almacenada en reservas, con una existencia supeditada a los algoritmos del bigdata y otra superclase, poderosa, genómica y biológicamente modificada, con visos de inmortalidad que, ejercerá su dominio desde una jaula de oro en este u otro planeta, pero seguro que en otra realidad.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas



viernes, 10 de abril de 2020

TRES DESEOS


Como muchas personas estos días, estaba de limpieza. No sé de dónde había aparecido aquella vieja lámpara de aceite pero, al pasarle la gamuza, se produjo una densa humareda de la que surgió un curioso personaje que me dijo: “soy el genio de la lámpara”, así que sin pensármelo dos veces le enumeré mis tres deseos.

Desearía que todos los ejércitos del mundo se reconvirtieran en milicias de salud y ayuda humanitaria, poniéndose al servicio de los sanitarios y que las empresas armamentísticas produjeran artículos que salvaran vidas, no que las mataran.

Querría que todas las religiones del mundo separasen sus intereses espirituales de los mundanos y, mientras dieran consuelo a los afligidos y consejo a los aturdidos, gestionasen sus bienes terrenales conforme a las leyes contributivas del resto de los mortales y pagasen sus impuestos como los demás, eligiendo a sus líderes y normas de funcionamiento por consenso entre todos sus correligionarios, sin marginar a las mujeres de ningún puesto ni función.

Me gustaría que, ya que a la gente de a pie se nos obliga a respetar la propiedad privada, a contribuir al gasto común que redistribuye la riqueza y a respetar las leyes, ante las que todos somos iguales al decir del Jefe del Estado, de los tratados internacionales y de las declaraciones de los derechos de las personas, se procediese a erradicar y anular todos y cada uno de los paraísos fiscales que hay en el mundo.


El personaje surgido como consecuencia del aseo del oleaginoso candil se me quedó mirando fijamente a los ojos y al cabo de unos segundos me preguntó: “¿Cuántos años tienes?”, “Sesenta y tres”, le contesté. Entonces, con gesto displicente replicó: “¿Y todavía crees en los milagros? Yo estoy aquí para hacer un estudio sociológico del comportamiento humano durante la cuarentena...” Entonces me desperté.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


sábado, 4 de abril de 2020

DUDAS Y NECESIDADES



En estos días confusos en los que se empeñan en darnos cifras de contagiados sin saber cuántos hay, puesto que no se hacen pruebas de diagnóstico ni a los asintomáticos ni a quienes los presentan, que nos tratan como a niños sin querer decirnos hasta cuándo vamos a estar encerrados, que el gobierno saca el ejército a la calle para combatir al microbio, que a quien se salta el confinamiento se le reduce como si fuera Jack el Destripador y que las mascarillas caseras pasan de ser una muestra de solidaridad a considerarse inútiles para acabar siendo obligatorias para toda la población, aunque de manufactura autónoma...

“Quédate en casa” nos repiten y repetimos como mejor manera de colaborar en evitar el contagio del nuevo virus. Ahora más que nunca necesitamos una casa y no todo el mundo, ni siquiera en nuestra civilización occidental, la tiene. No me cabe la menor sospecha de que los bancos, que tan generosamente han sido rescatados, no tendrán ningún inconveniente en ceder sus propiedades embargadas al Estado para que se haga una gran Banco de Viviendas Sociales. ¿Desconfía alguien de que la iglesia católica pondrá también todos sus seminarios, residencias y locales eclesiásticos a disposición de los necesitados?

La crisis económica que vamos a tener que afrontar cuando se vuelva a la actividad va a dejar a muchas personas sin recursos indefensas. Confío plenamente que, los adinerados y los titulares de cuentas en paraísos fiscales, que tan generosos y solidarios se han mostrado en esta crisis sanitaria, no vacilarán en recortar un poco sus plusvalías para garantizar una renta básica para toda la población.

Ahora más que nunca se hace necesario estar conectados a través de internet, fomentar la comunicación en las redes, el teletrabajo, la educación a distancia, el comercio online... ¿Alguien duda de que la administración suplirá esta necesidad poniendo en todos los hogares una conexión a internet gratuita y un dispositivo a cada uno de nosotros para que nadie quede aislado?

Y hablando de todo un poco... ¿Cuál es el sueldo de un héroe?

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

jueves, 2 de abril de 2020

Decimosexto día de confinamiento


Parece poco comprensible que, pasada más de una quincena desde que nos encerramos en casa, siga habiendo problemas para equipar a personal sanitario y de atención social; imágenes de enfermeras y cuidadoras, revestidas de bolsas de basura como si de un paupérrimo disfraz carnavalesco se tratara, se cuelan a través del ojo público de la televisión, evidenciando la falta de material necesario para atender a las personas afectadas por esta epidemia. Faltan equipos, no hay pruebas de diagnóstico, hay que habilitar más camas e intentar descongestionar las UCIs, la situación de los geriátricos es extrema... en una situación en la que la gran mayoría de la población está bloqueada en su domicilio.

Quizá se nos olvida que antes de ayer, apenas hace un mes, nadie contemplábamos un escenario como el que estamos viviendo, con mano de obra, servicios, empresas, proveedores e industrias, como en toda actividad humana, acordes con particulares intereses no exentos muchas veces de avariciosas tendencias. ¿Qué parcela social está libre, en este sistema comercial global al que hemos abocado la historia, de avaricia, egoísmo y lasitud pero también de esfuerzo, inteligencia y superación? No nos debiera sorprender que, en estos momentos de urgencia y agobio, no sea sencillo proveerse de lo necesario en un mercado previsiblemente desbordado y caótico, con presiones y abusos como en toda transacción comercial urgente y escasa, donde no faltará quien vea una oportunidad de endosar esa partida defectuosa que quedaba en un almacén o algún “aguililla” quiera sacar provecho de la situación; con dificultades para gestionar los cadáveres que se amontonan por doquier y un sistema sanitario dispuesto para otro tipo de contingencias mucho menos extremas, no parece el momento de exigir excesivas responsabilidades; se trabaja muy por encima del límite, se trata de ayudar en lo posible, no de sacar ventaja, en lo que algunos “rentabiliza-patrias” se afanan.

Mientras tanto la locutora de una cadena televisiva clama alarmada que en Soria no hay camas suficientes para el alto porcentaje de enfermos, sin apercibirse de que, el número de lechos hospitalarios de la provincia menos habitada y más envejecida está en consonancia con el resto de la nación aunque creo que, sin ánimo de minusvalorar la ayuda que precisan, el informativo necesita un titular llamativo que ilustre unas imágenes repetidas veinte veces para promocionar la cadena emisora que, en otro momento del telediario, recoge la iniciativa de “adoptaunbar.com” como respuesta a la crisis que se avecina.


Parece momento de alejarse de titulares llamativos y estrambóticos, conservar la serenidad, pensar racionalmente y tener criterio para informarse y actuar: tan fácil y a la vez tan difícil.



Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

sábado, 28 de marzo de 2020

¿GUERRA?



El término guerra se escucha constantemente en los medios de comunicación para referirse a la respuesta humana a la epidemia. Pero el origen del vocablo, si nos atenemos al Diccionario de la RAE, hace referencia al término germano “werra”, querella, desavenencia entre dos potencias, lucha armada entre dos o más naciones, pugna, disidencia entre dos o más personas... los símiles militares con los que se está machacando a la población parecen inadecuados a tenor de la naturaleza del mal que nos aqueja.

Parece que se quisiera responsabilizar de la extensión de la pandemia a las pocas excepciones que se saltan el confinamiento, cuando el problema principal es el salto que ha experimentado el patógeno de animales salvajes a humanos (y posterior contagio entre estos) debido a la deforestación y ocupación de los ecosistemas, el desequilibrio que la actuación humana provoca en las distintas especies animales, la concentración y movilidad de las personas, la velocidad de propagación de este nuevo virus que atraviesa el planeta en pocas semanas, el desconocimiento del numero de infectados con síntomas y sin ellos, el desbordamiento de los servicios de atención sanitaria y la incidencia en la población anciana, tan numerosa en el mundo desarrollado.

Quizá fuera más sensato, en vez de acudir a tanto tópico bélico y militar, hablar de curación, terapia o sanación como términos de un deseado restablecimiento de la salud. Los vocablos médicos parecen más acertados a la hora de tratar una enfermedad provocada por un ser tan diferente y virulento. Este microbio que ataca nuestro sistema respiratorio, no es el primero que intenta extenderse instalándose como huésped forzoso en nuestro organismo, pero sí es el que más éxito ha tenido a la hora de extenderse mutando, desde formas más letales a ésta, en la que prefiere mantener con vida a muchos más anfitriones para sobrevivir. No sé si a eso se le puede llamar inteligencia pero sí eficacia.

Mientras tanto nuestros gobernantes cierran las fronteras apresuradamente y compiten entre ellos por apropiarse de la vacuna o rivalizan por protegerse sin admitir que necesitamos unidad de acción, esfuerzo e investigación para curar esta enfermedad y superar la crisis sanitaria que afecta a toda la humanidad. Así que, por favor, colaboren, pónganse de acuerdo para buscar soluciones y dejen de hablar de que todos somos soldados y héroes. Somos víctimas, enfermos o infectados y gente necesaria, comprometida y esforzada. Que no se nos olvide que esto es una crisis sanitaria.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergaas


lunes, 23 de marzo de 2020

UNO PARA TODOS, TODOS PARA UNO



La profilaxis impuesta por las autoridades sanitarias parece ser la única medida efectiva en la lucha contra el coronavirus hasta que se descubra una vacuna. Las preguntas se agolpan y los científicos se afanan intentando desentrañar los misterios de este microorganismo que ha puesto en jaque a la humanidad. De procedencia animal, como el VIH, el ébola, la gripe aviar o el SARS, parece que algo tiene que ver la destrucción de los habitats naturales, la deforestación y el hacinamiento para que estos patógenos penetren en la población humana, instalándose como huéspedes en nuestros organismos. Poco a poco nos vamos enterando de su forma de propagarse, ciclo vital, mortandad, grupos y actitudes de riesgo... así como de un montón de bulos que circulan por nuestras redes de comunicación y nos complican la ya desbordada crisis sanitaria. Comprobar las informaciones, verificar las fuentes y acudir a los expertos, parece ser el mejor antídoto contra la desinformación, la estafa y las noticias falsas.

Todavía sin saber a ciencia cierta qué pasará o cómo va a evolucionar la epidemia, si será un paréntesis o se convertirá en una condición, vamos vislumbrando los efectos que probablemente restrinjan nuestro futuro: profesiones que de la noche a la mañana se vuelven de alto riesgo como las sanitarias o el cuidado de atención a los mayores, parecen impelidas a reinventarse en una realidad que obliga a modificar las relaciones, las comunidades, las prioridades y la existencia misma. Nunca podremos agradecer lo suficiente la labor en estos días de sanitarios y asistentes en geriatría... o sí: impidiendo en el futuro recortes presupuestarios, aumentando partidas económicas y disminuyendo ratios de carga de trabajo. Ya antes de la crisis muchos de los geriátricos se habían convertido en hacinados pre-tanatorios. También, más evidente que nunca, aparece la necesidad de una regulación racional de la eutanasia y los cuidados paliativos.

El día que pase todo esto, tendremos que recordar que estábamos intentando sobrellevar una crisis económica, demográfica y medioambiental que llena de basura el mundo y agota los recursos naturales. ¿Qué hacer con las grandes ciudades (la mayoría en el tercer mundo) que crecen sin control? ¿Cómo bloquear las fronteras en un mundo de más de siete mil millones de personas? ¿Cómo paliar la escasez de agua? ¿Cómo cambiar las costumbres cotidianas que nos acompañan desde la noche de los tiempos?. El dinero es, más que nunca, una fuente de contaminación que corre de mano en mano y la armonía con la naturaleza ya no parece una utopía romántica decimonónica sino una necesidad perentoria del siglo XXI.

Si queremos sobreponernos a esta multifacética crisis necesitamos una re-evolución que nos reconcilie con el planeta, que ya es uno para todos. Tenemos la tecnología, el conocimiento y los medios para hacerlo, seamos todos para uno.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

martes, 17 de marzo de 2020

PRESUNTOS Y RENUNCIOS



Gracias a la prensa extranjera nos hemos enterado de que el ex-jefe del Estado español es beneficiario de una cuenta a nombre de la fundación offshore Lucum donde se abonaron una serie de comisiones ilegales por parte del rey de Arabia Saudí, parte de las cuales habrían acabado en el bolsillo de una conocida barragana del monarca y que el actual rey de España figuraría también como segundo beneficiario en la misma cuenta, por lo que están siendo investigados por la fiscalía suiza y la Fiscalía Anticorrupción española. También aparece en otra cuenta de la fundación Zagatka con su primo Alvaro de Orleans Borbón.

El actual monarca, incapaz de obviar las revelaciones comprometedoras, intenta un lavado de cara anunciando, en estos momentos turbulentos, que renuncia a la herencia de su padre y le retira la asignación que le otorgaba anualmente. Renuncia a una presunta herencia que todavía no existe, por lo que no puede rehusarla, pero no renuncia al trono que su padre, perjuro declarado, le legó de manos del dictador. Tampoco renuncia a la opacidad con la que se ha manejado la Casa Real desde que accedió al trono, ni a someter a consulta ciudadana la forma de gobierno. Democracia parcial y tutelada.

Los escándalos en los que se ve envuelta la institución monárquica continúan y los miembros de esta casta privilegiada, avariciosa y voraz se enredan una y otra vez en delitos de cohecho, fraude, tráfico de influencias, blanqueo de capitales, ocultamiento de delitos, corrupción... mientras gran parte de la prensa y la clase política pasa de puntillas para no incomodar y ensalza al regente que, un año después de que se haya constatado que conocía los tejemanejes de su padre, airea una justificación tan grandilocuente como inútil.

“Me llena de orgullo y satisfacción, en estos momentos difíciles, vuestra respuesta fraternal y encomiástica ante el infortunio que se ceba sobre nuestro reino. La epidemia, que socava nuestras esencias más inveteradas, no conoce de castas y estamentos cebándose en todos y cada uno de nosotros por igual. Es por ello, y siguiendo una actitud que nos distingue y singulariza desde el origen de los tiempos, que la reina y yo, así como nuestros vástagos y sus familias, nos vemos en la obligación de preservar nuestros privilegios más allá de lo razonable y, lejos de conformarnos con unas prebendas que nos aportan un estatus inmerecido y más que holgado, hemos procedido a servirnos de nuestra privilegiada situación para enriquecernos más allá de lo razonable, dilapidar el erario público en caprichos inconfesables y despreciar vuestros esfuerzos en aras de mantener unas regalías inmerecidas, incoherentes e inmorales.”

Mientras tanto, millones de personas que trabajan en la sanidad, el abastecimiento, el transporte, la industria, la construcción, la administración... se juegan la vida por atendernos y ayudarnos a sobrevivir por menos de una cienmilésima parte del último chanchullo (conocido) del emérito sátrapa. ¡Qué cosas tiene esta democracia!.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


domingo, 15 de marzo de 2020

NOSOTROS MISMOS


De repente todos somos vulnerables: no hay clase social, ideología o grupo social que quede inmune. La emergencia se impone y la sombra del Armagedón planea sobre nuestras cabezas. Los gestos y costumbres cambian impelidas por la prescrita esterilización y el miedo nos atenaza y paraliza manteniéndonos inanes frente al destino. Costumbres tan ancestrales como el roce, el gesto afectuoso o cordial se vuelven peligrosos. La inseguridad se apodera del mundo y los viejos vicios se tornan indiferentes ante el nuevo rasero. La histeria se hace viral y el papel higiénico se agota en los supermercados, prueba irrefutable de que nos estamos cagando de miedo.

No conviene perder los nervios dificultando aún más la labor de aquellas personas que nos pueden ayudar. Si ellos se infectan ya no nos podrán asistir, son un sector de riesgo y hemos de hacer todo lo posible por favorecer su gran labor. Y lo mismo con el resto de profesionales que cubren las actuales vicisitudes... las prospecciones que se hagan en un futuro, quizás indaguen en nuestra basura revelando que el miedo irracional enterró el exceso de consumo que ahogó nuestra esperanza. Dios no lo quiera.... ¿Ahuyentarán las plegarias a los gérmenes? Mejor olvida la procesión y el besamanos y reza al dios Amazon: cinco mascarillas noventa y nueve con noventa y nueve.

Los medios de comunicación conducen nuestra respuesta ante la hecatombe. Ya nadie lee el periódico en el bar, la cercanía se vuelve imposible, sin fútbol, sin deporte al aire libre, sin salir de copas, sin cine ni conciertos, sin finde... Hay que cambiar de costumbres. Alguien alertó sobre “los finales del mundo”, como si una vez ocurrido el primero pudiera haber más... y sí, los habrá porque cada uno tendremos el nuestro. Diferente, propio, coincidente o no con el resto, pero siempre insoportable.

Nuestra maleabilidad se ha caracterizado por la adecuación al medio y, ahora más que nunca, la interconexión y el conocimiento marcan nuestra existencia. Puede que ello nos salve si sabemos gestionarlo con inteligencia y solidaridad. Porque se trata de salvarnos en conjunto y no hay búnker que valga ante la extinción generalizada. No hay precedente y este test crítico no admite simulacro, es veraz sin posibilidad de rebobinar y jugar de nuevo. No hay repetición de la jugada. Es aquí y ahora y la virtualidad puede favorecer nuestra respuesta y ganar la batalla al tiempo. Es una crisis sanitaria, escuchemos a los que saben y sigamos sus indicaciones, no dificultemos su labor. Tenemos un excelente sistema sanitario, no lo colapsemos.

Como ha ocurrido en múltiples ocasiones en el largo camino de la humanidad, la necedad y la genialidad conviven entre nosotros cual paradoja existencial, alternando en coordenadas de beneficio e intención: inteligentes, piratas, pringados e idiotas, al decir de las leyes de la estupidez humana del preclaro Carlo María Cipolla. No todos somos idiotas pero sí que cometemos estupideces. Lo que nos diferencia es lo que hacemos después, la enseñanza que sacamos. El peor enemigo podemos ser nosotros mismos.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas