domingo, 14 de mayo de 2023

Aquí todo el mundo va a lo suyo...

 

En estos comicios municipales y autonómicos los partidos de la derecha claman indignados por la presencia en las candidaturas de Bildu de personas que en su día fueron acusadas (y condenadas) por colaboración con ETA en delitos de naturaleza violenta: Que estos señores y señoras cobren retribuciones o indemnizaciones con cargo a los impuestos de los ciudadanos, entre otros, de sus propias víctimas, no tiene nombre”, afirman. Entiendo el malestar de las personas que han sufrido las consecuencias de una lucha que empezó siendo oposición armada a una dictadura militar y acabó bajo el peso de una ciudadanía que impuso el parlamentarismo y obligó a disolverse a una organización convertida en el totalitarismo que pretendía combatir.


No puede ser mas que un triunfo de la democracia el conseguir que aquellos que quisieron imponer sus criterios por la razón de la fuerza y el argumento de sus armas defiendan hoy en día sus ideas a través de la palabra en un hemiciclo con el resto de fuerzas políticas. Como bien dice el jurista español y catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo, No es la democracia española la que rectifica con la decisión de las Juntas Electorales Provinciales de aprobar la proclamación de las candidaturas de Bildu con esos 44 candidatos, sino que quienes rectifican son los que en el pasado hicieron política con las pistolas y ahora renuncian expresamente a hacerlo”.


Poco importa si han tenido que pasar más de ocho décadas para resarcir, siquiera mínimamente, a aquellas personas que defendieron la legalidad de las urnas y la democracia y sufrieron una dictadura totalitaria que sumió al país en un marasmo de revanchismo, opresión e iniquidad. Aquellas víctimas parecen no merecer reconocimiento.


No estaría de más recordar a todos y todas aquellas que se presentan para administrar nuestra sociedad que de lo que se trata es de organizar la convivencia y de que, querámoslo o no, nos guste más o menos, hemos de convivir con quien tiene ideas diferentes de las nuestras, debatiendo, discutiendo o imponiendo su criterio con la única ayuda de la palabra y la razón. Flaco favor le hacen a nuestra sociedad los que se empeñan en agudizar el enfrentamiento y encrespar los ánimos ante cualquier conflicto o enfrentar un problema con la mera intención de abatir al contrincante.


Pero claro, ya se sabe que uno se hace bueno desprestigiando al que tiene enfrente, que nuestra superioridad se construye desacreditando al oponente y que lo que prima es vencer aunque para ello haya que usar los argumentos más torticeros, simplistas y falaces. No se trata tanto de ensalzar nuestras bondades como de descalificar al oponente. Aquí todo el mundo va a lo suyo... menos yo que voy a lo mío.


Suyo, afectadísimo: Juanioto Monsergas.