viernes, 16 de marzo de 2012

Por su puesto


El vicepresidente primero del Gobierno de Navarra, Roberto Jiménez, opina que prefiere que Banca Cívica se integre en Ibercaja antes que en Caixabank. Por supuesto el locuaz político puede opinar lo que le venga en gana pero sorprende cuando menos que alegue razones de proximidad con Aragón antes que con Catalunya.

Al margen de un estudio serio que clarifique las necesidades y reordenación del grupo Banca Cívica y que tanto demandan los sindicatos de la entidad como oculta la dirección de la misma y sin el cual sería necio acometer fusión o absorción alguna, habría que recordarle al insólito socialista que por cercanía (y seguramente por solvencia, implantación zonal y mercado natural) lo lógico hubiera sido acercarse a las cajas vascas (con las que por cierto Caja Navarra ya estaba federada hace muchos años y que tanto sociolistos como regionalistas han hecho todo lo posible por alejarnos).

Lo que me barrunto es que en este baile de novias en el que un día nos desayunamos con Ibercaja y al siguiente nos acostamos con Caixabank, una de las cosas que más está pesando es el destino de la caterva de presidentes, vicepresidentes, directores adjuntos y consejeros en busca de su poltrona que les asegure un exquisito puesto en el organigrama del engendro resultante.

Por supuesto que el ínclito socialista busca lo mejor para el buque insignia de la economía foral, lo mismo que ha hecho anteriormente desde su exclusivo acomodo en el Consejo de Administración dilapidando reservas y plusvalías, acometiendo una expansión alocada, inoportuna y costosísima, derrochando dinero en campañas publicitarias injustificadas en una entidad que ve cómo se diluye su marca cada día que pasa y pretende que los trabajadores de a pie paguen los abultados errores de sus espléndidamente pagados directivos.

Por supuesto que al buscar aliados en Burgos, Sevilla y Canarias estuvo presente la cercanía de tales zonas y "nuestras esencias, nuestra forma de ser". Seguro que lo que le mueve es el interés más desinteresado. Por su puesto.


Suyo afectadísimo: Juanito Monsergas