Parece ser que el Navarra a sus Muertos en la Cruzada no se va a poder derribar, según argumentan los entendidos en materia legislativa y judicial, ya que esta iniciativa no tiene viabilidad jurídica y, por consiguiente, dicen, es imposible.
Las razones aducidas por las sesudas sentencias del TAN y del TSJN, así como las leyes mencionadas al respecto inciden, a mi corto entender, en tres aspectos fundamentales: Había cambiado su denominación, pasando a llamarse Sala de Exposiciones Culturales del Ayuntamiento de Pamplona, aunque todo el mundo sigamos llamándole Los Caídos. La ley foral de símbolos no impone la demolición de ningún edificio, pero parece ser que impone su conservación. El edificio ya no es un símbolo franquista porque se le ha cambiado el uso y ha habido obras de reforma que ocultaron su simbología original y después de 60 años ya no se hacen misas conmemorativas del golpe militar de 1936 ni de la dictadura nacional-católica.
Parece ser también que, el mamotreto erigido como mausoleo de los insurrectos y que no ha tenido otra función desde que se construyó que conmemorar su honra, no conserva en la actualidad ninguno de los elementos de exaltación que originariamente presentaba en orden a los fines que bla bla bla... y ya no es un símbolo franquista. Tapar la inscripción de la fachada con una lona, sacar los restos de Mola y Sanjurjo manteniendo los epitafios y ocultar algunas de las inscripciones, convierte, por lo visto, el conjunto monumental en un inmueble como otro cualquiera, libre de polvo y paja de cualquier significado honorífico de los autócratas.
Bueno, como otro cualquiera no porque, la iglesia votiva o iglesia panteón pues así fue calificado por la Memoria descriptiva del proyecto, está afectada por el Catálogo del planeamiento urbanístico del Ayuntamiento de Pamplona y, además, la Academia de Bellas Artes de San Fernando solicitó la categoría de Bien de Interés Cultural para la misma, así como para las pinturas de la cúpula pintadas por Ramón Stolz que, como afirmaba en el texto que acompañó el proyecto:“En todos los temas de las distintas zonas del conjunto de la composición que constituye la decoración de la bóveda, se ha pretendido evocar a través de tipos y personajes de su historia, el espíritu siempre religioso y batallador de los navarros por Dios y por la Patria.
Así las cosas parece que el cenotafio permanecerá incrustado en la ciudad gracias al cambio de denominación, a que ya no se hacen misas conmemorativas del 18 de julio de 1936 y a que la construcción es del gusto de académicos e ilustrados y, a su entender, ha de permanecer erecto indefinidamente. Y yo aún añadiría el axioma indiscutible de que a un caído no se le puede derribar.
Dicho lo cual y puestos a buscarle una función acorde con la nueva resignación, perdón, resignificación del inmueble... ¿Qué tal ofrecérselo a las exmonjas del Monasterio de Santa Clara de Belorado para que monten un restaurante de clausura como van a hacer en Arriondas? No encontrarán mejor acomodo y el Ayuntamiento solución más apropiada y rentable.
Suyo, afectadísimo, Juanito Monsergas.