sábado, 25 de julio de 2020

Desde luego... y mientras tanto...



Desde luego... somos de lo que no hay!. Hemos estado un montón de semanas paralizados en casa sin escuelas ni parques, ni oficinas, sin bares, ni restaurantes, ni fútbol, ... nada de lo que solíamos hacer a diario, sólo comprar lo imprescindible y mientras tanto nuestros mayores fallecían por miles, desolados y sin amparo familiar, en residencias, geriátricos y hospitales. Afortunadamente la sanidad ha respondido con eficacia y una gran dosis de esfuerzo y abnegación en unas condiciones excepcionales y muy complicadas con gran riesgo para su salud. Doblamos la curva y vimos la luz al final del túnel gracias a esas personas. Ahora, en plena nueva normalidad, que por lo visto consiste para algunos en volver a la actividad pre-covid pero con la mascarilla en el codo, la memoria se torna débil, nuevos brotes se producen amenazando una posible vuelta al confinamiento y se constata que el virus sigue entre nosotros y que no podemos volver a nuestros hábitos anteriores a la epidemia. Hay ganas de juntarse, que para algo somos mamíferos y nos conforta el contacto y el roce, acostumbrados como estamos a celebrarlo casi todo. No pensaba yo que los “nosanfermines 2020” iban a ser tan recatados y sin embargo no dejan de salir nuevos casos de contagio a poco que nos juntamos con amigos y familiares. De todas formas no faltan los ejemplos de comportamientos inadecuados... partidos de fútbol entre contagiados y sanos, porras para ver quién se contagia primero, multitudinarias celebraciones balompédicas, nutridos botellones, insensatas aglomeraciones … baja la edad media de los contagios y se multiplican los casos por toda la geografía, especialmente en las poblaciones más numerosas, como era de esperar.

Mientras tanto... las residencias no han cambiado de modelo, gestionadas por avariciosas empresas que exprimen el negocio de la atención geriátrica. Hacinados e indefensos, los ancianos siguen soportando unas condiciones de alimentación, masificación e higiene inaceptables, ignorando si van a poder ver a los suyos cuando esta vida se apague, resignados a la suerte que les ha tocado de no poder decidir el final del camino y ser sólo una plusvalía en el balance de un fondo buitre que malpaga a sus siempre insuficientes cuidadoras y cuidadores. Trabajadores sociales, dependientes, cajeras, transportistas, temporeros, etc, profesiones hasta ahora no reconocidas pero imprescindibles en estos complicados momentos, siguen jugándose la salud por un exiguo salario que apenas les da para sobrevivir. Médicas, enfermeros, asistentes sanitarias, intentan volver a su saturada rutina de antes de la Covid temiendo lo que les viene encima. Mucho aplauso y mucha foto pero, como decía aquel artista callejero, “los aplausos están muy bien, son ustedes muy amables, pero con eso yo no como; echen dinero”. Deberíamos confiar en que nuestros políticos entiendan la importancia de preservar, cuidar y mejorar la sanidad pública, no para el futuro sino para ya: ardua labor.

Centros educativos cerrados, comercios y empresas al borde de la quiebra, hospitales y centros de salud abarrotados y la población a punto de envenenarnos de tanto gel hidroalcohólico y mientras tanto el fútbol, aun sin gente en los estadios, resuelve los partidos pendientes y prepara el mundial de Qatar, no vaya a ser que se les desmorone el tinglado macroeconómico que tienen montado, los propietarios de bares de copas y discotecas claman por sus negocios y reclaman volver a la vieja normalidad, las playas rebosan de bañistas ansiosos y los montes se llenan de senderistas inquietos, incapaces de comprender que el patógeno no responde a nuestra lógica. Un cartel de grandes proporciones advierte: “Este virus lo paramos todos juntos”. No sé yo si...

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


1 comentario:

  1. yo tampoco lo sé, es más,cada vez tengo más dudas que lo lleguemos a parar, ni con vacuna que algunas farmacéuticas están ya frotándose las manos con sus ganancias

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