sábado, 3 de abril de 2021

DERECHO A MORIR


Resulta curioso que, ese conglomerado de partidos que se autodenomina “el centro-derecha”, y que a ojos de cualquier persona con un mínimo de criterio va desde la derecha neoliberal a la  carcunda franquista más ultramontana, se declare defensora de la vida para oponerse al derecho al aborto o a la muerte asistida.


Ellos, que no tienen ningún empacho en glorificar las bondades de la dictadura nacional-católica que tanta gente ejecutó y que sometió al país mediante el terror durante cuarenta años, defensores de la pena de muerte o de fusilar a 26 millones de hijos de puta, de proclamarse “novios de la muerte” y gritar “viva la muerte y muera la inteligencia” o declararse abiertamente partidarios de “la Solución Final”, se erijan en adalides de la subsistencia contra el propio deseo y se arroguen el derecho a decidir cuándo y cómo hemos de morir. Te pueden matar pero no te dejan morirte.


Porque de lo que se trata no es de aplicar el descabello a los demás a nuestro capricho, sino de disponer cómo y cuándo queremos afrontar la etapa postrera de nuestra propia existencia, en qué condiciones queremos dejar de vivir y decidir cuál ha de ser nuestro final: el derecho a vivir incluye el derecho a morir. A nadie se le puede obligar a perpetuar su agonía o imponerle que viva en contra de su voluntad. Los derechos humanos han de incluir también la libertad de que las personas podamos elegir nuestro final.


Espero que la Ley de Eutanasia, aprobada recientemente en el Congreso, permita respetar mi determinación y firme deseo de que, caso de sufrir un percance que me deje sin capacidad de decidir física o cognitivamente, puedan ayudarme a no prolongar mi vida. No habría cosa que me doliese más que, un retazo de carne ajeno a lo que fui, les jodiese la vida a quiénes más quiero.


No me preocupa si, decidido a dejar este paradójico mundo, cansado ya de la vida o con la perspectiva de una enfermedad degenerativa que me impida tomar mis propias decisiones, tengo la posibilidad de simular un cinturón de explosivos alrededor del torso, ponerme un turbante y gritar en el desfile del Día de las Fuerzas Armadas... ¡Allahu Akbar!


Suyo, afectadísimo, Juanito Monsergas



2 comentarios:

  1. Tendrían que haber trabajado como yo junto a gente que sufría hssta para morir. Pero creo que ni así lo entenderían.
    Yo también me apunto al cinturón en el mismo desfile u otro, para no coincidir

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  2. En principio había pensado en la procesión del Corpus pero seguro que el 12 octubre hay más pistoleros dispuestos a freírnos a tiros. Esperemos que no haya que llegar a eso y podamos hacer el suficiente acopio de benzodiacepinas o como coño se llamen...
    Un abrazo y que nos tarde en llegar!

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