lunes, 26 de enero de 2015

CARICATURAS


A raíz del atentado contra la revista Charlie Hebdo se han proclamado una infinidad de mensajes solidarios más o menos sinceros y oportunistas y se ha desatado un debate sobre libertad de expresión, límites morales e incluso censura a cuenta de los dibujos y críticas mordaces hacia la religión. Hacia todas las religiones.

Los musulmanes europeos han rechazado los asesinatos, pero han dejado ver su malestar por permitir que se publiquen unas caricaturas que constituyen una grave ofensa por no respetar los sentimientos y símbolos de los musulmanes. También muchos occidentales han mostrado que “no son Charlie” al afirmar que ese tipo de publicaciones y sátiras no deberían estar permitidas e incluso la máxima autoridad de los católicos ha dicho al respecto que entiende que alguien lance un puñetazo cuando se le menta a la madre.

Sin embargo la religión pide para sí algo que no está dispuesta a dar: yo no le pido que maltrate al objeto de su veneración, lo que le pido es que no me obligue a respetar una creencia que puedo considerar absurda. El exterminio de miles de personas con bombas de hidrógeno por parte del dictador Xenu no creo que sea motivo de risa para un cienciólogo; el paraíso rodeado de huríes puede ser lo más sagrado para un musulmán y un dibujo de Mahoma lo más ofensivo; según los cristianos, dios creó al hombre del barro, a la mujer de una costilla y su hijo nació de una virgen; si el dios que tanto quiere a Abraham le pide que mate a su hijo Isaac sus razones tendrá, lo mismo que cuando pide circuncisiones y ablaciones...

Lo que cada uno quiera creer en su fuero interno o de puertas adentro, me guste o no, tendré que aceptarlo pero no pueden obligarme, como escéptico que soy, respeto por sus dogmas. Precisamente son las religiones, y especialmente los monoteísmos, los que tratan a las mujeres como seres inferiores, no aceptan la teoría científica de la evolución humana, niegan la muerte y prometen una felicidad plena más allá de ella, manipulan a sus adeptos (también las mentes infantiles) con martirios e infiernos cruentos y despiadados, esquilman a sus seguidores con todo tipo supercherías y continuamente afloran sectas y corrientes que reinterpretan los libros sagrados pero, lejos de adaptarlos a los nuevos descubrimientos, los utilizan para seguir justificando su fundamentalismo ajeno (y muchas veces contrario) a los principios racionales de libertad, igualdad y respeto a los derechos humanos universales, base de nuestras sociedades democráticas. Eso cuando no incitan a la "Guerra Santa".

Como decía el director del semanario agredido, al plantearnos la cuestión de si tenemos derecho a dibujar o no a Mahoma, de si es peligroso o no hacerlo, la cuestión que vendrá después será si podemos representar a los musulmanes y después nos preguntaremos si podemos sacar seres humanos y al final no sacaremos nada más y el puñado de extremistas que se agitan en el mundo y en nuestro país habrán ganado.

Si vuestras creencias implican una falta de respeto y tolerancia respecto a mi ideología y mis libertades no merecen mi respeto. El respeto se gana, no se pide, ( y mucho menos se exige). “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti, ni te hagas a ti lo que no le harías a los demás” (Confucio).


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas
 

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