jueves, 31 de agosto de 2017
EL SER HUMANO: COMPLEJO Y CONTRADICTORIO
En verano, cuando las noticias escasean y las distintas cadenas televisivas echan mano de eventos curiosos, insignificantes o ridículos, a veces nos llegan sucesos que ponen en duda la cadena evolutiva.
En Madeira, un viejo árbol se desplomó ocasionando la muerte de trece personas. Los fallecidos asistían a una romería, honrando a la virgen del Monte, durante los actos con motivo de la festividad de la Asunción de la virgen María, que se celebran bajo un arce centenario. Al parecer el tronco estaba hueco y algunas ramas ya se habían desprendido unos meses antes. Las autoridades, que ya habían sido advertidas del peligro, decidieron dejar a la providencia divina la protección de los fieles que oraban bajo su carcomida fronda. Seguro que el año que viene no faltan fieles.
No es la primera desgracia en la que la divinidad se muestra ineficaz a tenor de los decesos ocurridos, por ejemplo, en la peregrinación que se hace todos los años a La Meca, en cuyo evento se van sucediendo las desgracias año a año. Desde 1.987 se han contabilizado más de 4.500 muertes por avalanchas, aglomeraciones, insolaciones, derrumbes y tempestades. ¿Será consciente Alá de las consecuencias de llevar a los mil quinientos millones de musulmanes en peregrinación a La Meca? Seguro que no tiene ningún interés económico en ello.
En la India (¡mil cien millones de habitantes!), la condena del gurú Gurmeet Ram Rahim Singh Ji Insan por violación múltiple, acusado también de asesinato y haber castrado a 400 fieles “para alcanzar a dios”, derivó en protestas y disturbios que ocasionaron la muerte de 32 personas y cientos de heridos. El mismo Nobel de la Paz indio, Kailash Satyarthi, ha tenido que recordar que hay que proteger a las víctimas y no a los violadores, aunque no parece tener el carisma del santón ni hilo directo con el Altísimo.
La siguiente noticia tiene que ver con el festejo de un pueblo que, a falta de presupuesto para realizar un encierro con toros, no se les ha ocurrido mejor idea que lanzar una bola enorme de poliexpan (florespan, que dicen los entendidos) por las empinadas calles del villorrio. La cosa es que cada año hacen la bola más grande y la de este año le ha golpeado a un vecino contra el vallado y le ha producido un traumatismo craneoncefálico que, los médicos intentarán paliar y su familia sobrellevar. Las declaraciones de vecinos y autoridades no tienen desperdicio. A nadie se le ocurre, tras la desgracia, suprimir entretenimiento tan absurdo, eliminando festejo tan descerebrado o, por lo menos, reduciendo el tamaño del bolo hasta unas dimensiones adecuadas para no causar tal estropicio. No, lo que están pensando para el año que viene es acolchar el vallado y dar instrucciones a los beodos participantes en fiestas tan imaginativas, para que sepan que no se puede parar una esfera de trescientos kilos con las manos. ¿De verdad tenemos que seguir invirtiendo en i+d?
La última noticia que voy a referir se ha puesto de moda gracias a las nuevas tecnologías de lanzarse un cubo de agua hirviendo por la cabeza. Resulta que, hace ya un tiempo, se puso de moda echarse un balde de agua helada para promocionar una campaña de concienciación de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y eso les dio la idea a las mentes privilegiadas que pululan por internet para poner de moda otra costumbre que consiste en lanzarse un cubo de agua a punto de evaporarse por encima como un reto o de lanzársela al prójimo como una gracia, que ha causado no pocas quemaduras, ingresos hospitalarios y secuelas de achicharramiento por pura necedad. No hay mejor ejemplo de lo que es un estúpido: alguien que se crea un perjuicio, con coste añadido para la sociedad y sin generar ningún tipo de beneficio. ¿A nadie se le ha ocurrido, todavía, meter la cabeza en una prensa?. Todavía estoy a tiempo de hacerlo viral.
Está claro que la humanidad ha conseguido logros tan espectaculares como descifrar el secreto de la vida y la inmortalidad, conocer los confines del universo, alcanzar cotas tecnológicas inimaginables. Ya están funcionando impresoras 3D que hacen piel humana... para reparar a los descerebrados que se echan cubos de agua hirviendo por la cabeza.
Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas
sábado, 26 de agosto de 2017
CONVIVENCIA
Nuestras ciudades y barrios se llenan de diversidad. Hace años que las calles han sido invadidas por coches y vehículos a motor, pero últimamente las aceras, feudo peatonal mientras no se demuestre lo contrario, también son ocupadas por otros tipos de máquinas que proliferan de manera, a mi entender, poco reglada, a menudo caótica y poco respetuosa para el viandante.
Los hay que, perfectamente ataviados, circulan con sus bicis (eléctricas pero también con motor de alubias) por aceras y calzadas con mayor o menor prisa y pericia. Otros, más ancianos, conducen sus sillas de ruedas eléctricas o empujadas por cuidadores, salvando obstáculos, incapaces de moverse de forma autónoma. Los más jóvenes y avezados comienzan a utilizar una serie de artilugios tan variopintos como innovadores: skaters, hovewrboards, segways, ruedas autopropulsadas, patines y patinetes eléctricos de todo tipo, modelos y precio... así que los pobres peatones vemos invadidas las aceras (donde las hay y la calzada no es un todo uniforme) por gente motorizada que complica nuestro cotidiano deambular urbano.
¿Existe normativa al respecto? Viendo como aplica el ayuntamiento la reglamentación existente sobre el espacio público, dudo mucho que ni siquiera contemple redactarla. Porque me parece muy bien que cada uno se compre lo que su cartera le permita y tenga cuantos caprichos y aficiones se proponga, siempre que mi espacio vital, autonomía, ritmo existencial y dignidad no se vean afectadas. Nadie puede, a excepción de las emergencias justificadas y el bien común consensuado, invadir el espacio que cada uno tenemos para vivir y ejercer nuestras propias necesidades. Nadie tiene derecho a acelerarnos por su propio capricho o actividad. Nadie debería ocupar, asediar o violentar nuestra existencia por mera ocurrencia o entretenimiento. Y esto es algo que, en los últimos tiempos, parece que se nos olvida. El espacio propio, la dignidad y el respeto al prójimo.
Me parece muy bien que quieras tener una mascota pero deberías de llevarla sujeta para que yo no tenga que compartirla, porque puede que yo tenga alergia, miedo o simplemente no me gusten (y limpiar sus deposiciones, que a veces se te olvida). Estás en tu derecho de andar en bici, pero si vas por la acera deberías tener claro que la prioridad es del peatón y amoldarte a la velocidad de éste. Entiendo que estés trabajando y quizás estás muy atareado pero yo no tengo la culpa ni debo moverme a tu ritmo. Celebro que te hayas comprado ese coche tan chulo y te guste hacerlo rugir pero te recuerdo que, esa tonelada de chatarra lanzada a la velocidad que manejas, mata y que más de la mitad de las personas muertas por atropello lo es en pasos de peatones. Admiro la potencia de ese altavoz portátil tan potente como diminuto que utilizas para escuchar esa música que te vuelve loco, pero a los que estamos alrededor también nos vuelve locos aunque por otro motivo. Te agradezco que me quieras hacer partícipe de tus juergas y marchas nocturnas, pero prefiero descansar un piso más arriba y me gustaría que lo hicieras dentro del local y a ser posible que éste controlara sus decibelios y aislamiento para no forzarnos a los vecinos a participar en tan divertida jarana.
Me gustaría que el espacio público fuera eso: público y no de un gremio o empresa concretos y que una parte de la población no lo monopolice a su gusto. Respeto tus creencias. por muy insólitas y estrambóticas que me parezcan, pero te agradecería que no me las impongas y que hagas tus ceremonias en locales privados y no en medio de la calle.
Todos somos iguales y diferentes al mismo tiempo así que estaría bien que nos respetásemos unos a otros y nos molestásemos lo menos posible. Estaría bien CONVIVIR.
Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas.
VALORES
Cuesta imaginar que, con la evolución humana casi desentrañada, el genoma humano secuenciado y los médicos arañando el secreto de la inmortalidad, haya conciudadanos nuestros que se empeñan en agarrarse a una religión que niega la evidencia, el conocimiento científico y pretende convertir al resto de la humanidad a sangre y fuego. Hay quien dice que no es sólo el componente religioso el que empuja a estos nuevos “hashashins” a cometer las barbaridades que amenazan nuestra acomodada sociedad occidental, pero lo indiscriminado de sus ataques, la diferente extracción de sus autores o la arbitrariedad de una guerra contra todo y todos aliñada por afrentas prestadas o medievales, corrobora, además del ingrediente dogmático, factores políticos, sociales y personales.
Creo que son sinceras la mayoría de las manifestaciones de solidaridad que se han dado estos días desde el ámbito musulmán y que una gran parte de aquellos islamistas afincados en nuestros países son respetuosos con la ley y obran de buena fe, pero no me cabe duda que alguno habrá que vea a estos nuevos guerreros kamikaces como mártires dignos de encomio aunque, lógicamente, no lo exprese en público.
Nuestra sociedad, gracias a las nuevas tecnologías y movilidad, es plural y diversa. Cada vez estamos más mezclados y resulta imposible ponerle freno a las migraciones que, de forma previsible, se realizan entre los distintos Estados en busca de un mayor confort y una mejor calidad de vida. Los muros de contención se demuestran insuficientes y, a la larga, ineficaces. Un sólo mundo, una sola humanidad, un único territorio: interconectado, interrelacionado e interdependiente. Los ríos, las montañas, los pájaros... no conocen fronteras y si el fuego avanza es inútil pedirle el pasaporte. Si el vecino tiene problemas, tarde o temprano nos los contagiará.
Necesitamos consensuar una serie de valores que nos permitan convivir, avanzar socialmente y alcanzar una hermandad universal dentro de nuestra propia diversidad. Me parece imprescindible que todas las personas tengamos los mismos deberes y derechos. La igualdad de género no se puede demorar ni se puede respetar a quien no acepte este precepto (¡qué casualidad que todas las religiones discriminen a la mujer!). Gobiernos democráticos y separación de poderes, garantistas de la libertad individual y el bien colectivo. Respeto por el medio ambiente y cuidado del habitat, entendiendo el progreso con una dimensión de futuro.
Somos iguales y somos diferentes. Necesitamos convivir en esta Tierra que es legado de nuestros antepasados y herencia para el futuro. Es necesario recobrar los valores solidarios, altruistas y racionalistas porque si no hacemos por salvarnos todos no sobreviviremos ninguno.
Suyo afectadísimo: Juanito Monsergas
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