domingo, 3 de septiembre de 2017

IMANES


Me llama la atención el abrazo protagonizado entre los padres del niño asesinado en la Rambla y el imán de Rubí. Un gesto recogido por la prensa como uno de los momentos más emotivos del acto que tuvo lugar en la plaza del Ayuntamiento de la localidad del pequeño y cuyo gesto arrancó los aplausos de los concentrados al grito de No tinc por.

No me cabe duda que los gestos, solidaridades, ceremonias, simbolismos y actitudes son importantes cuando sucede una catástrofe, una desgracia o un acto terrorífico como el que se vivió en las Ramblas a mediados de agosto. Los familiares de los fallecidos, los heridos, las personas que vivieron ese trance, la sociedad entera necesita algún tipo de ceremonial que conjure el mal trago pasado aunque no cambie el pasado ni sirva de vacuna para el futuro. Es momento de expresar nuestra solidaridad y empatía y, aunque me parece imprescindible que la comunidad musulmana se posicione en contra de los asesinos y a favor de las víctimas, no entiendo demasiado bien ese abrazo.

Porque los responsables religiosos de las mezquitas no son totalmente inocentes, aunque tampoco se les pueda considerar culpables. Ellos predican una religión monoteísta que, lo queramos ver o no, margina a la mujer, reniega de la ciencia y los valores de la ilustración, nos consideran infieles a los que tienen otras creencias religiosas, somos ateos o agnósticos y pretenden extender su alucinante y extemporánea doctrina al resto de la humanidad, unos por las buenas y otros (los protagonistas del desaguisado) por las malas. 

Respeto que cada uno busque su propia filosofía y consuelo vital en la intimidad, que se sirva de las creencias que su comunidad haya podido tener a lo largo de su existencia y que interprete los misterios cósmicos como mejor le venga en gana, pero hay que recordarles que nuestra sociedad no se rige por creencias morales o religiosas, que nos hemos dotado de leyes que dicen, no lo que hay que hacer, sino lo que está prohibido y atenta al resto de la colectividad, que todas las personas tenemos los mismos deberes y derechos y que no admitimos discriminación por razones de nacionalidad, ideología, religión, sexo, etc.

Las personas de nuestra sociedad han luchado por conquistar unos valores de libertad, fraternidad e igualdad, se rigen por principios democráticos y racionalistas, alcanzando  grandes logros tecnológicos y científicos. Nuestros pueblos y ciudades están abiertos a la gente que viene de otras culturas y otras tierras pero es condición sine qua nom que acepten la ley y nuestra forma de vida. Y su doctrina, lo mismo que otras religiones, no se ha actualizado con los principios, valores y descubrimientos consensuados por nuestra comunidad. No podemos tolerar que los prejuicios, la ignorancia y el despotismo se difundan en sus mezquitas, iglesias o sinagogas. Los respetaré cuando desde sus púlpitos y minaretes toleren al diferente, acaten nuestras leyes y consideren a las mujeres de forma equitativa a los hombres. Hasta entonces, sus imanes me repelen. Y sí, tinc por, pero lo venceré, porque los que lucharon por la libertad, el conocimiento y la solidaridad humana también lo tuvieron y lo superaron, aunque les costase la vida.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

No hay comentarios:

Publicar un comentario