miércoles, 24 de enero de 2018

EN APOYO DE PATXI ZAMORA


Durante muchos años la Caja de Ahorros de Navarra fue el referente económico de Navarra. Muchas personas tuvimos algún tipo de relación laboral, comercial, social o profesional con la CAN. Desde su fundación al amparo de Diputación el año 1921 hasta su desaparición en 2012 la andadura de esta caja de ahorros fue sobresaliente hasta prácticamente la última década. Hubo muchos años de bonanza y crecimiento económico que hacían presagiar que, el buque insignia de la economía navarra que manejaba más de la mitad de la economía de la comunidad era indestructible: a comienzos del milenio a nadie se le pasaba por la cabeza que, entidad tan solvente, conservadora y con tantas reservas, pudiera irse al traste. 

Pero llegó Enrique Goñi, ejecutivo atrevido donde los haya, con una más que cuestionable experiencia en el sector y un desmedido ego, apadrinado (o para ser más exactos, impuesto) por el entonces presidente del Gobierno Foral Miguel Sanz. Bajo el mandato de tan agudo timonel se sustituyó la meritocracia por la sumisión y comenzó un intento de expansión, (contraria a la mesura y ponderación imprescindibles con los dineros ajenos), aprovechándose de las reservas, activos e inmovilizado acumulados durante ocho décadas de brillante crecimiento. Pretendió que una caja de ahorros de una autonomía uniprovincial de medio millón de habitantes se lanzase a conquistar el mercado financiero nacional y, como esto también se le quedó pequeño, desembarcó en Washington a captar el capital estadounidense. “Navarra siempre p’alante”

Cualquier estudiante de primero de Económicas hubiera apreciado el dislate pero “el emperador seguía desnudo” y nadie osó contradecirle o si alguien lo hizo fue rápidamente comprado o defenestrado. Se remodelaron todas las oficinas de la CAN, se compraron numerosos y espléndidos locales en muchas Comunidades Autónomas, se organizaron viajes de lujo, se sustituyó la plantilla  a base de jubilaciones y nuevas contrataciones en busca de docilidad y sumisión, se multiplicaron las jefaturas, dietas, viajes, eventos, grandes campañas publicitarias, se fusionó con otras dos cajas minúsculas (aunque tuvo que aceptar a Cajasol como socio necesario a instancias de Banco de España), se salió a Bolsa... y al poco ya era pasto de los tiburones que la absorbieron por la deuda con el FROB. Nadie pareció ser responsable de tan nefasta gestión y nadie se dio cuenta de lo que estaba pasando... ¿o sí?.

A pesar de todo, este expolio no quedó semi oculto para los que trabajamos en la CAN ni ignorado para el resto de la ciudadanía, gracias a la labor de personas como Patxi Zamora, Alberto Gil y Aritz Intxusta, que, tras un arduo y competente trabajo, supieron desgranar muchas de las irregularidades, ilegalidades y despropósitos de la última década de la entidad navarra. Consiguieron devolvernos un poco de dignidad a los que trabajamos en la CAN, al publicar El Banquete, en cuyas páginas se recogieron muchos detalles de lo acontecido en esa década y donde se señalaba a los responsables con nombres y apellidos.

Ahora, una mano oculta ejerce su venganza sobre este valiente trabajador de Iberia, dejando constancia que se castiga al denunciante en vez de al criminal.  Se fueron de rositas aquellos que dilapidaron el esfuerzo colectivo como si fuera su propio patrimonio de manera tan irresponsable como ignorante y se escarmienta a quien tuvo el valor de publicar los hechos. Buena muestra de que los poderosos siguen moviendo los hilos pero también de que aquel libro dio en el clavo. Ánimo Patxi, no estás sólo.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

No hay comentarios:

Publicar un comentario