miércoles, 1 de enero de 2014

¿VIVA EL REY?


    Desde mi condición de súbdito incuestionablemente sometido, quiero enviar un mensaje (por esta vez lo haremos al revés) a su alteza Juan Carlos I rey de España de abundantes nombres y escueta firma: yo, el rey.

    Me preocupa la abnegada labor que Su Excelencia (creo que ostenta el mismo título que su predecesor), con denodados esfuerzos, ejecuta día a día, atendiendo recepciones, inauguraciones, congresos, reuniones, cumbres... y un sinfín de actos y celebraciones que pueblan su repleta agenda: todos ellos superfluos y perfectamente evitables.

    Esta voragine protocolaria que desempeña pese a su avanzada edad, le está ocasionando innumerables incidentes, traspiés, caídas y accidentes de toda índole, que minan su salud y dan lugar a situaciones de poca dignidad y mucha befa en las redes sociales, que socavan la institución que preside con tanta elegancia como pericia: poca.

    Este año que termina, permítame que se lo diga, ha tenido usted más percances que Juan José Padilla, la familia de Ortera Cano y Pedro Navajas juntos. Esta desenfrenada actividad le está abocando a un desenlace que a todas luces se presume funesto y que, a los agradecidos siervos como yo, nos preocupa sobremanera.

    ¿Y no estaría usted más confortable en una isla paradisíaca del Caribe, disfrutando de la gastronomía y la hospitalidad de las tribus que pueblan tan exóticos parajes?. Sé que su abnegada dedicación para con el buen gobierno y delicada diplomacia que precisa este país, le hace permanecer al pie del cañón, pero por mi parte , Alteza, queda usted exonerado de tal compromiso: puede usted largarse cuando quiera y de paso llevarse a su encantadora familia.

    No me cabe duda que las relaciones que, a lo largo de su mandato, ha cosechado tan profusamente con sátrapas y caciques del mundo entero, podrán facilitar, sin endeudar todavía más las mermadas arcas de este desvalijado reino, la acogida de tan insigne huésped, para que encuentre un destino acorde con su condición y alivie la etapa postrera de su existencia.

    ¿Que viva el rey?  bueno, si no hay más remedio... ¡pero que viva en otro lado!.

Suyo afectadísimo: Juanito Monsergas.

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