martes, 10 de febrero de 2015

SANGRE IRREAL


Tradicionalmente, la pureza de la sangre ha sido condición sine qua non y razón de ser (y de heredar) de las monarquías europeas desde la noche de los tiempos. Los lazos familiares han sido constantes en los casamientos reales durante cientos de años. La madre del emperador Leopoldo I de Austria era hermana de Luis XIV, hermana del padre de su esposa María Teresa (Felipe IV) e hija de la hermana del padre de su marido (Fernando III). La hermana de Leopoldo I se casó con su sobrina Margarita Teresa, hija de Felipe IV y hermana de la esposa del Rey Sol. Así pues, Felipe IV era tío, cuñado y suegro del emperador de Austria.

Sabido es que la casa de los Austrias se extinguió por la reiterada endogamia de la que los Borbones no son en absoluto ajenos: Felipe V, Luis I y Carlos IV se casaron con primas hermanas, los cuatro matrimonios de Fernando VII fueron con Mª Antonia Borbón (prima carnal), Mª Isabel de Braganza (prima carnal), Mª Josefa de Sajonia (prima y sobrina segunda) y Mª Cristina de Borbón (sobrina).

Alfonso XII era en realidad hijo de Enrique Puigmoltó, uno de los múltiples amantes de su madre Isabel II, casada con su primo hermano Francisco de Asís, homosexual reconocido. El padre de Alfonso XIII también se caso con su prima hermana y, en segundas nupcias, con Cristina de Hasburgo, pariente en tercer grado. El hijo de Alfonso 12+1, Juan conde de Barcelona y que no llegó a reinar, también se desposo con su prima, María de las Mercedes y engendró al abdicado Juan Carlos I, cuya esposa Sofía de Grecia no tiene nada de griega y en realidad está emparentada con la dinastía reinante en Dinamarca y Noruega entre otras.

No es de extrañar que, con estos antecedentes, el actual rey de España haya buscado sangre fresca para elegir consorte, aunque parece quedar en entredicho el derecho de sucesión. Si no son de sangre real ¿Dónde reside la legitimidad de su cargo? ¿Ya no tienen que pertenecer a la línea de sangre de los Borbón, Sajonia Coburgo Gotha, Oldemburgo, Orange Nassau, Schleiswig Holstein... de la que descienden todas la monarquías europeas y que ocupan sus tronos por designación divina?

En realidad todas estas disquisiciones sobre el árbol ginecológico de la nobleza me resultaría indiferente, si no fuera porque el coste de la monarquía en este país se aleja mucho de los 8 millones que dicen que les pagamos (el diputado Joan Tardá lo cifra en unos 100 millones anuales si contamos las partidas que destinan todos los ministerios a sus actividades), el oscuro origen y dimensión de su fortuna (que el New York Times cifra en 1.800 millones de euros) y que la Constitución reconozca que el rey es inviolable y no está sujeto a responsabilidad, por tanto, no se puede hablar de sus actividades irregulares o fuera de la ley y no tiene que acudir a proceso judicial alguno, ni siquiera en calidad de testigo.

En definitiva: nuestro rey es un irresponsable, puede delinquir sin que se le pueda procesar, está al frente de los tres ejércitos y además su cargo es hereditario y lo decide él. Eso sí, es alto y guapo.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

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