viernes, 2 de junio de 2017

DESPEDIDAS


Hace ya tiempo que se pusieron de moda las despedidas de soltero o de soltera y no pocos jóvenes aparecen cada fIn de semana por el centro de nuestra ciudad ataviados con los más estrafalarios y ridículos disfraces. Es fácil distinguir quién es el novio o la novia entre la cuadrilla que pulula de esas maneras tan zarrapastrosas por los lugares más concurridos de la ciudad y el resto hacen de comparsa riéndose del adefesio que va a entrar en capilla o juzgado. La verdad es que nunca me han atraído las ceremonias que celebran cada género por separado.

Bien es cierto que cada uno hace lo que le dé la gana mientras no moleste al vecino, el problema es que a mí me molestan estas celebraciones (y creo no ser el único, a tenor de las miradas que el personal lanza a los integrantes de estos “saraos”...) y me recuerdan a las novatadas estudiantiles o militares; abuso y vejación gratuitos por el mero hecho de ser el nuevo o de perder la condición de soltería. Pero esto de las despedidas de soltero/a, según parece, se hacen con gusto y de forma voluntaria así que no es ese el problema. Lo fastidioso del tema es que, además del esperpento cromático e indumentario, la celebración suele ser callejera (esto es, en el espacio común) e ir acompañada de cánticos, consignas o berreos, a veces incluso amplificados electrónicamente y ya hay ciudades que prohíben estas conmemoraciones por la gamberrada que suponen y el aspecto tan penoso que suelen exhibir. 

Sin embargo abundan las empresas que se dedican a organizar estos festejos, prometiendo actividades de aventura, gymkhana por el Casco Viejo, cena con espectáculo “picante”, divertidas danzas exóticas, reuniones con otros grupos de despedidas de solteras/os, charangas, paintball, limusina, batuchongas, striper, multiaventura y una amplia oferta de diferentes packs para que tu despedida de soltero/a sea inolvidable. De esto último estoy casi seguro. Si no es inolvidable para los que la disfrutan seguro que lo es para los que la sufren (vecinos, viandantes y público en general).

Pero como todo aquello susceptible de ser dulcificado por el tiempo, es de suponer que algún día tales fiestas desaparezcan o se celebren en la intimidad, sin molestar al vecindario. O no, y vayan a peor. De todas formas a mí me parece que hay mejores momentos para celebrar que una despedida de soltero. Hablo de conmemorar el abandono de la condición de consorte, festejar la separación matrimonial. ¡Eso sí que me parece un acontecimiento reseñable! Despedidas de cónyuge: “como me llevaba mal con mi pareja, me he separado y os invito a una farra”. Y no que, “como me gustas mucho y quiero casarme contigo, me voy a hacer el ridículo por la calle y al puticlub con la cuadrilla”

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

No hay comentarios:

Publicar un comentario