martes, 4 de febrero de 2020

EDUCACIÓN Y PROPIEDAD



Se podría decir que, por una vez, estamos de acuerdo la Conferencia Episcopal y yo en el sentido de considerar que los hijos no son propiedad de nadie. Pero me temo que no opinamos lo mismo a tenor de la labor que desarrolla la iglesia católica con los menores, imbuyendoles unas teorías en clara contradicción con la ciencia y el conocimiento y, aprovechando su inferioridad de condiciones, adoctrinarlos sin esperar a que desarrollen criterios suficientes con los que enfrentarse al sentido de la vida.

Es responsabilidad nuestra, ya que los menores han de ser tutelados hasta la mayoría de edad, que reciban los cuidados y atenciones suficientes para su desarrollo y formación, física e intelectual. Para ello se les lleva a los centros educativos donde se socializan y adquieren los conocimientos necesarios para incorporarse a la ciudadanía y desenvolverse profesional, afectiva, personal y comunitariamente. Unos conocimientos sometidos al juicio de la experimentación, la inteligencia y la razón, lejos del oscurantismo del prejuicio, los tabús y convencionalismos de otra época, en la que, la ignorancia y la autoridad que da la fuerza, ejercían su dominio sobre todo y todos.

Y para acabar, me gustaría subrayar que la formación de las personas tiene dos ámbitos: el público, que nos atañe a todos por igual, regula las leyes y ha de ser obedecido y respetado por el conjunto de la sociedad y el privado, que se recibe en el hogar, donde la familia nos transmite la moral, la costumbre, la ética y lo que concierne a nuestra forma de entender la vida y nuestras relaciones personales. Ahí podemos pensar y actuar como queramos, siempre que no entremos en conflicto con el primero, que es el conjunto de normas que rigen la convivencia.

Así pues no puedes hacer con tus hijos lo que te dé la gana con el falso argumento de la libertad individual. Todos tenemos los mismos derechos pero no todas las opiniones son igual de respetables. El problema está cuando una creencia milagrosa, acientífica, indemostrable y que niega la evidencia se empeña en sentar cátedra por encima de nuestras leyes civiles, se llame Vaticano S.A., Jehová Corporation o Alí Alá International Company. Esto, por si todavía no lo han asumido, se llama dictadura clerical.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

No hay comentarios:

Publicar un comentario