lunes, 23 de marzo de 2020

UNO PARA TODOS, TODOS PARA UNO



La profilaxis impuesta por las autoridades sanitarias parece ser la única medida efectiva en la lucha contra el coronavirus hasta que se descubra una vacuna. Las preguntas se agolpan y los científicos se afanan intentando desentrañar los misterios de este microorganismo que ha puesto en jaque a la humanidad. De procedencia animal, como el VIH, el ébola, la gripe aviar o el SARS, parece que algo tiene que ver la destrucción de los habitats naturales, la deforestación y el hacinamiento para que estos patógenos penetren en la población humana, instalándose como huéspedes en nuestros organismos. Poco a poco nos vamos enterando de su forma de propagarse, ciclo vital, mortandad, grupos y actitudes de riesgo... así como de un montón de bulos que circulan por nuestras redes de comunicación y nos complican la ya desbordada crisis sanitaria. Comprobar las informaciones, verificar las fuentes y acudir a los expertos, parece ser el mejor antídoto contra la desinformación, la estafa y las noticias falsas.

Todavía sin saber a ciencia cierta qué pasará o cómo va a evolucionar la epidemia, si será un paréntesis o se convertirá en una condición, vamos vislumbrando los efectos que probablemente restrinjan nuestro futuro: profesiones que de la noche a la mañana se vuelven de alto riesgo como las sanitarias o el cuidado de atención a los mayores, parecen impelidas a reinventarse en una realidad que obliga a modificar las relaciones, las comunidades, las prioridades y la existencia misma. Nunca podremos agradecer lo suficiente la labor en estos días de sanitarios y asistentes en geriatría... o sí: impidiendo en el futuro recortes presupuestarios, aumentando partidas económicas y disminuyendo ratios de carga de trabajo. Ya antes de la crisis muchos de los geriátricos se habían convertido en hacinados pre-tanatorios. También, más evidente que nunca, aparece la necesidad de una regulación racional de la eutanasia y los cuidados paliativos.

El día que pase todo esto, tendremos que recordar que estábamos intentando sobrellevar una crisis económica, demográfica y medioambiental que llena de basura el mundo y agota los recursos naturales. ¿Qué hacer con las grandes ciudades (la mayoría en el tercer mundo) que crecen sin control? ¿Cómo bloquear las fronteras en un mundo de más de siete mil millones de personas? ¿Cómo paliar la escasez de agua? ¿Cómo cambiar las costumbres cotidianas que nos acompañan desde la noche de los tiempos?. El dinero es, más que nunca, una fuente de contaminación que corre de mano en mano y la armonía con la naturaleza ya no parece una utopía romántica decimonónica sino una necesidad perentoria del siglo XXI.

Si queremos sobreponernos a esta multifacética crisis necesitamos una re-evolución que nos reconcilie con el planeta, que ya es uno para todos. Tenemos la tecnología, el conocimiento y los medios para hacerlo, seamos todos para uno.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

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