sábado, 15 de diciembre de 2007

LEER Y COMPRENDER


Nuestros escolares no leen y cuando lo hacen no entienden lo que pone. Con los recortes presupuestarios en educación, la consideración en que tenemos a los educadores, los continuos cambios en el sistema pedagógico producto de las desavenencias políticas de nuestros gobernantes y la escasa calidad de algunos libros de texto, cuyas editoriales descuidan su confección al tener asegurada su venta, no es de extrañar que el nivel de nuestra enseñanza esté a la altura de Kazajstan.

El fastuoso proyecto Atlante (mucho nombre y poco contenido) pretendía que la chavalería hiciera resúmenes de 30 líneas en vez de 10, leyera 6 libros en vez de 3 e incentivara la comprensión lectora de los jóvenes. Pero ¿cómo? No se establecían medidas para hacer bibliotecas en las escuelas, ni se planteaba contratar profesores de apoyo para digerir al nuevo alumnado emigrante o apoyar a los que tenían más dificultades. Voluntad sin medios.

Los niños no leen. ¿Acaso los mayores lo hacemos? Y cuando traspasamos el escueto titular de un periódico reducido a su mínima expresión (gratuito no sólo en su precio), ¿comprendemos lo que dice? Confieso que de las declaraciones de nuestro florido arco parlamentario, no me entero ni jota y cuando creo haberlo entendido, compruebo días más tarde que, de lo que decían, la mitad y al revés.

No obstante, pienso que las familias podemos ayudar a la formación de nuestros hijos y es por ello que alecciono a mi hija para que utilice la cabeza y busque sin descanso la razón. Compruebo con satisfacción que mis consejos no han caído en saco roto: la peluquera le ha dejado un pelo horrible y en el kiosko, el periódico de Ansón, se había agotado.

En Pamplona/Iruña a 15 de diciembre de 2007
Juanito Monsergas

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