viernes, 8 de mayo de 2015

LA CUARTA PARED


Como si de un argumento escénico se tratara, los nuevos diseñadores de “locales de restauración y sensaciones vitales deconstruídas”, lo que toda la vida hemos llamado tabernas, garitos, bares, antros, cantinas, tascas o tugurios, han puesto de moda derribar la “cuarta pared”, convirtiéndola en un ventanal de quita y pon que extiende el bar más allá de sus fronteras hasta conquistar la vía pública en un desparrame de felicidad y gozo... para su selecta clientela.

Por lo visto no es bastante que puedan arracimar un sinfín de parroquianos y parroquianas alrededor de las tan extendidas “terrazas de barril” que, animando a su concurrencia a obviar sus fronteras, consideren la calle vecinal como una prolongación de su particular disfrute. Ni que decir tiene que el aislamiento acústico que pueda proporcionar una fachada movible nunca será efectivo, por no hablar de los descuidos y retrasos en su cerramiento. Aunque ya las nuevas tendencias de diseño hostelero integran, en sus millonarios presupuestos de luenga amortización (¿cuántos pintxos hay que vender para amortizar 2 kilos de inversión?), la terraza como antesala del bar, por lo que podrán disfrutar de ese servicio al margen de la ordenanza municipal. Sin límites.

El equipo de gobierno municipal, tan enfrascado en su labor recaudatoria, no tiene mayores reparos no sólo en vender lo que no le pertenece, abonando de terrazas la vía pública, sino que, allá donde no caben o como una solución más modesta ajustada a los posibles del tabernero de turno, proliferar las mal llamadas “terrazas de pie”, eufemismo para colocar un cenicero en la calle donde quepan cincuenta. Con la nueva ordenanza dicen que tienen que retirar el provechoso mobiliario a las 22 horas de Lunes a Miércoles y a las 23 de Jueves a Domingo (gracias al juevintxo el finde dura más que el resto de la semana). De mayo a septiembre una hora más tarde. Retirar o inutilizar.

Habrá que ver donde meten las abundantes cubas los hosteleros porque seguro que muchos de ellos, ya que les han recortado el negocio y acostumbrados a hacer de la adversidad virtud, lo mismo que reconvierten su bar de desayunos,  almuerzos, cafés pintxos y potes en disco-bar nocturno con derecho a dar la matraca hasta las cuatro de la mañana, atendiendo a la empatía vecinal, su natural delicadeza y sensibilizados por el yoga, el kharma y las nuevas espiritualidades orientales convierten nuestro entorno vial en un alma-zen. Y baratico.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


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