lunes, 13 de julio de 2015

CRIMINALIZACIÓN TOTAL


Sabido es que la realidad tiene muchas caras, algunas incluso contradictorias, y que cuanto más se aprecia la subjetividad de las cosas más cerca estamos de su objetividad, por ello, la decisión de la derecha de aprobar la nueva Ley de Seguridad Ciudadana precise un análisis más diverso que el mero rechazo. No se me escapa también que las notables y selectas mentes que rigen nuestro destino y cuya capacidad hace tiempo que no pongo en duda y estimo en su justa medida, tendrán razones poderosas e incomprensibles para la mayoría de los mortales que les ha llevado a promulgar edicto tan repudiado.

Pues, ¿alguien ha reparado en la bondad recaudatoria de tales medidas y el beneficioso impacto que tendrá sobre nuestras economías? ¿No nos damos cuenta de que la recuperación económica la pueden sufragar los delincuentes, matando así dos pájaros de un tiro? ¿Acaso se duda del provecho que podemos disfrutar de nuestra propia inacción y contemplar satisfechos cómo aquellos que se deciden a intervenir, protestar o cuestionar contribuyen a engordar las arcas públicas? Nuestra pasividad, nuestra inactividad se convierte en el lucro generoso e increíble tan difundido en publicidad del “actúa mientras duerme”. Bien es cierto que existe el riesgo de que, sin comerlo ni beberlo, te encuentres en un marrón considerable, fruto de la amplitud de nuevos delitos y de la ambigüedad de las acusaciones y culpabilidades del nuevo edicto, pero eso es algo que con un poco de suerte y manteniéndonos en unos parámetros anodinos, convencionales y dóciles probablemente podamos evitar.

Aún siendo fácil que al final todos vulneremos la legalidad en algún aspecto y por tanto seamos la totalidad de la ciudadanía susceptibles de ser considerados delincuentes (y dada la imposibilidad de acabar todos en el talego), ¿no sería más sencillo, práctico y económico que las altas instancias de nuestros "fuerzos y cuerpas de seguridad del Estado" pudieran decidir qué delitos han de perseguirse con mayor saña, cuales son disculpables y a quién se tiene que enchiquelar?. A fin de cuentas, y dado que los encargados de mantener el orden van a decir qué es delito, dictar la sentencia y ejecutarla, no deja de ser un ahorro sustancial y una forma de conseguir la paz social el que “el señor de la porra” nos evite tener que pensar, cuestionar o poner en duda el tipo de sociedad que queremos para nosotros y nuestros descendientes. Para mayor comodidad social, criminalización total.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

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