viernes, 30 de septiembre de 2016

LEYENDAS DE PASIÓN


“Porque más vale morir en combate que no ver el exterminio de nuestra nación y del santuario”. Así reza la leyenda que rodea la tumba de Emilio Mola Vidal, conocido con el sobrenombre de “El Director” por su labor en la organización del golpe militar que acabó con el gobierno emanado de las urnas en 1931 y que ahora, siguiendo las directrices de la tardana Ley de Memoria Histórica, insta al desmantelamiento del monumento que en su honor se erigiera en Pamplona durante la dictadura nacionalcatólica del “Caudillo” Francisco Franco.

A un servidor, que apenas consiguió aprobar sexto de bachiller y además por ciencias, y aún a riesgo de ser tachado de zascandil y cantamañanas, la frase le chirría sobremanera y me jugaría una buena apuesta a que el mentor de la inscripción metió la gamba al dar instrucciones al cantero para que cincelase el epitafio de marras, probablemente influido por el ardor guerrero de la reciente contienda o simplemente por el nivel intelectual que marcó a los dirigentes de la época.

Porque, si de lo que se trata es de preferir la muerte en la batalla a ver la aniquilación de la nación, pues bastaba decir eso sin incluir un “no” que invierte el sentido de la oración o cuando menos la desvirtúa. La equivocación es palmaria y pone la guinda a un engendro al equivocar la dedicatoria al golpista. Una analogía gramatical podría ser: “más vale follar que estar jodido”. Nadie entendería si dijésemos “más vale follar que NO estar jodido”, pues según las enseñanzas que recibí de gramática elemental, esta sentencia que equipara dos acciones (follar y estar jodido) perdería su comparación y significado. Habrían estado más acertados si hubieran puesto: Ha muerto como Mola, aunque quién sabe si el dictador (el que dictaba al marmolista) habría transcrito: Ha muerto. ¡Cómo mola!.

Quizás el subconsciente les jugó una mala pasada y se les evidenció lo que en realidad estaban pensando: que preferían “no morir en combate y ver el exterminio de la nación”, por lo menos de la parte que no era afecta al Régimen. Y ochenta años después todavía pretenden seguir manteniendo tan inicuos privilegios.

Suyo, afectadísimo, Juanito Monsergas.



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