domingo, 19 de noviembre de 2023

¿INTELIGENCIA ARTIFICIAL?

 

No sé, debe de ser algo muy difícil de interpretar: todo el mundo anda a revueltas con las responsabilidades de la situación en Oriente Próximo. Por lo visto requiere de una interpretación exhaustiva valorar los ataques islamistas de Hamás, que se han llevado por delante a mil cuatrocientos ciudadanos israelíes, cerca de cuatro mil heridos y más de doscientos rehenes secuestrados y la respuesta del ejército israelí bombardeando indiscriminadamente amplias zonas de Gaza que ya ha causado más de 10.000 muertos, las tres cuartas partes población vulnerable, sobre todo niños. Disquisiciones de quién inició el ataque, si la respuesta responde a una lógica defensa o si los agravios repetidos a lo largo de un conflicto, que dura desde que Reino Unido abandonó Palestina tras la segunda Guerra Mundial, pueden justificar una barbaridad que supere la última salvajada del enemigo.


Y mientras los civiles son masacrados por el mero hecho de serlo y las ciudades se convierten en cementerios de escombros. Los ciudadanos no pueden hacer otra cosa que escapar sin saber adónde y prefieren que les encuentre la muerte con tal de acabar con tanto sufrimiento. Los principales líderes mundiales se reúnen una y otra vez con gesto transcendente, como si buscaran solución al conflicto, sin ponerse de acuerdo en las comas, en el orden de los factores, en los gestos, en qué palabra usar y cuál vetar... mientras tanto la lógica militar prosigue su irracional dialéctica.


Triunfo de los comandos islamistas que han conseguido desestabilizar la zona, demostrar que el enemigo (o para ser más exactos su población) es vulnerable, dinamitar los acuerdos de ciertos países árabes que reconocieron el estado de Israel, llamar la atención sobre la insostenible situación de Gaza y Cisjordania y una inyección de ánimo para aquellos que lo apuestan todo a matar o morir.

Triunfo también para un gobierno que ejerce su venganza como castigo bíblico, desmedido, ciego, impasible, incapaz de valorar un genocidio que, sufrido en sus propias carnes hace apenas ochenta años, lo repite ahora desde el otro lado de la alambrada, incapaz de ver que la acumulación de ofensas, el acopio de afrentas, sólo puede generar inseguridad y nuevos ataques futuros, inestabilidad y sufrimiento. Se muestra bizarro, haciendo gala de su furia tan cruel como ineficaz, tan colérica como inútil, pero útil para acallar las voces críticas de su entorno que cuestionan su estúpida y peligrosa estrategia.


En estos tiempos de globalización, de conocimientos exhaustivos, de tecnología hiperdesarrollada y de inteligencia artificial, la innata estupidez natural se impone por encima del alarde intelectual de una humanidad incapaz de salvarse a sí misma.


Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas


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