sábado, 5 de enero de 2008

EL MALIGNO


Desde mi humilde condición de católico numerario (dado que aún no me he dado de baja en la secta) y a pesar de haber perdido la fe, no solamente en la existencia de un ser supremo hacedor de todas las cosas y seres vivos, sino también en la justicia ajena a los dictámenes de las personas y a una vida más allá de la muerte, quiero alertar a los fieles de buena voluntad sobre la nefanda deriva en los dictámenes e interpretaciones de la jerarquía eclesiástica.

¿Cómo explicar si no la cruzada contra los preservativos y otros métodos anticonceptivos para prevenir enfermedades infecciosas y embarazos no deseados que esclavizan a millones de personas en el mundo, cuando no empujan a nuestras muchachas al aborto?

¿Hay algo más perverso que, obviando el sublime precepto de amarás al prójimo como a ti mismo, condenar a los enamorados a la iniquidad por compartir género? ¿Qué clase de viga les obceca la visión para preocuparse tanto por las pajas del vecino?

¿Acaso no provocan en curas y monjas, al negarles una vida sexual sana y natural, perversiones y depravaciones ajenas al desarrollo personal e intelectual de los individuos como el onanismo y la pederastia? ¿No fue el cálido y placentero amor de nuestros padres quién nos dio la vida? ¿No quiso su Creador que nuestro sexo tuviera deleite y fuera intemporal, diferenciándolo del procreativo e instintivo de las bestias? ¿Quieren que follemos como tales o que neguemos el don de su dios?

¿Por qué quieren impedir la investigación celular que tantas enfermedades puede curar? ¿Por qué negar una muerte racional y digna? ¿Por qué tanta deferencia con los embriones no desarrollados y tan poca con las mujeres desarrolladas? ¿Por qué tanto intrusismo en los materiales asuntos mundanos, acaparando fortunas y bienes que tanto dificultan el paso por el ojo de la aguja de acceso al paraíso?

La soberbia de Belcebú se asoma bajo las faldas de Benedicto XVI en forma de vanidosos zapatos purpúreos...

En Pamplona/Iruña a 5 de enero de 2008
Juanito Monsergas

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