En estos tiempos confusos en los que las petroleras se declaran defensoras de la causa medioambiental y los del báculo y tentetieso abogan por la libertad de conciencia, he leído las declaraciones del atracador apodado El Solitario reivindicar su condición de anarquista y expropiador de bancos.
Bien es cierto que quién se dedica a “robar a un ladrón” adquiere pronto la simpatía del respetable y según dice el proverbio “cien años ha de perdón”, pero me da que este moderno Tempranillo ni socializaba plusvalías, ni financiaba cajas de resistencia ni siquiera mantenía una modesta comuna con el botín hurtado.
El lucro propio no creo que mejore la condición social ni moral del individuo y, aunque en menor medida, se asemeja a los Botín, Albertos y Condes que pululan por los Consejos de Administración y que tan bien han sabido llenarse los bolsillos con el dinero ajeno. Métodos diferentes pero similares fines.
La publicidad de una caja de ahorros dice que quiere hacer la Revolución. No sé qué esperan para ficharlo.
En Pamplona/Iruña a 22 de julio de 2008
Juanito Monsergas
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