Tras ganar la Eurocopa, la armada española regresa victoriosa a recoger los laureles del triunfo, aclamada por una multitud enardecida.
Las cadenas de televisión y la prensa vuelcan sus recursos en cubrir el momento histórico que nos ensalza hasta las más sublimes cumbres del éxito. La emoción embarga los aparatos fonadores que, en una catarsis colectiva, se desgañitan en narrar lo inenarrable.
Atenciones y loas a los héroes nacionales, que ven así recompensados sus aciertos, a más de un porrón de millones, dicho sea de paso. Parece que estuvieran sorprendidos de (por una vez) haberse ganado el sueldo.
El momento histórico de esta hazaña quedará plasmado en los anales de la humanidad junto a proezas del calibre de arrastrar un camión con los dientes, beberse 96 pintas de una sentada o aprenderse los códigos de barras de memoria.
Como diría mi padre: más les valdría trabajar.
En Pamplona/Iruña a 1 de julio de 2008
Juanito Monsergas
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