domingo, 14 de diciembre de 2014

LA TORTURA QUE NO CESA


Aprovechando el impacto mediático del 11/S, allá por el 2001, la administración Bush consiguió aprobar unas medidas que, si bien se venían permitiendo por los diferentes gobiernos estadounidenses de forma más o menos soterrada y habitual, les otorgó el marchamo legal con la excusa de combatir el terrorismo tras el atentado de las Torres Gemelas: la tortura (Técnicas de Interrogatorio Reforzadas), la divulgación de noticias falsas como arma de control de la opinión pública (George Tenet, director de la CIA, Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, Colin Powell, secretario de Estado...), así como la posibilidad de detener a cualquiera en cualquier parte del mundo sin acusación específica, con la imprecisa pero polivalente coartada de la lucha antiterrorista, entre otras.

Todos recordamos la declaración de Nayirah en 1991 (en realidad Nijira al-sabah, hija del embajador de Kwait ante EEUU) gimoteando en el Congreso el horror de ver a soldados iraquíes sacar a bebés de las incubadoras y tirarlos al suelo para matarlos, que en realidad fue una falacia inventada por la compañía publicitaria Hill&Knowlton, que sirvió para justificar los bombardeos contra los iraquíes tras la invasión de Kwait por parte de Sadam Hussein, y, una década después, la existencia de Armas de Destrucción Masiva y la relación de Sadam Hussein con Osama Bin Laden, jurada y perjurada por Bush, Cameron y Aznar, información completamente falsa que justificó las barbaridades y sucios negocios que, a la postre, no han servido sino para perpetuar y empeorar la situación de aquel país.

Hace poco ha trascendido un informe del Senado de EEUU (524 páginas desclasificadas de un total de 6.000: el resto es “material clasificado” por seguridad nacional) donde no tienen más remedio que reconocer el empleo de “torturas crueles” y “condiciones de detención degradantes” y que dichas técnicas “no fueron un método efectivo para adquirir información que sirviera al espionaje o lograra la cooperación de los detenidos”. Así mismo, la CIA mintió al Departamento de Justicia “incluyendo información errónea para contrarrestar las críticas, moldear la opinión pública y evitar acciones del Congreso para restringir el programa”.

No creo que haya muchos países que no recurran, más o menos habitualmente, a estos métodos de martirio y, también, nuestra hemeroteca se nutre de casos bien parecidos que han quedado grabados en la mente de muchos ciudadanos (Plan ZEN, medidas de excepción, guerra sucia, manipulación informativa...). La tortura, tan común en cuartelillos y comisarías durante la dictadura y la transición, pasó a ser considerada una “concesión”, “un mal menor”, “una excepción” para combatir el terrorismo. Más tarde, cualquier disidencia acabó siendo colaboración con banda armada (hasta el PSOE fue calificado de proetarra), en un obsceno “todo es ETA” y adhesión incondicional del “o conmigo o contra mí”.

Las secuelas provocadas por los espeluznantes suplicios realizados por las fuerzas policiales (sin una sola condena judicial al respecto), muchas veces desproporcionados e infligidos a inocentes, siguen siendo una asignatura pendiente en ese reconocimiento a las víctimas con el que, tanto el PSOE pero sobre todo el PP, pretenden reescribir la historia.

A pesar de que la “amenaza terrorista” lleva tres años sin actividad y ha declarado una tregua unilateral y definitiva, el informe de Amnistía Internacional de este año vuelve a recordarnos que en España “la tortura sigue siendo un problema que no se reconoce”... ya “no sistemática pero sí persistente” y que "España no cumple con sus obligaciones internacionales de investigar la tortura y hacer que las personas no sean víctimas de tortura".

De todas formas, estoy convencido de que si fuera torturado, me bastarían diez minutos para reconocer haber asesinado a Kennedy, colocar el explosivo que mató a Carrero Blanco, preparar el ataque con gas sarín en el metro de Tokio y lo que me echen. Lo malo es que el matarife no se conformaría con eso y necesitaría mucho más tiempo para hacer su “trabajo”. Porque lo cierto es que la tortura no persigue esclarecer la verdad sino machacar al disidente.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

1 comentario:

  1. Los mossos d´esquadra catalanes también tienen diplomas en esta disciplina

    ResponderEliminar