lunes, 27 de abril de 2020

PRESENTE Y FUTURO



Ante esta crisis sanitaria mundial no podemos obligar al resto de naciones a unificar criterios de actuación ni forzar una respuesta coordinada de todos los países pero sí que podemos tomar nuestras propias decisiones. Si algo ha quedado claro a raíz de la epidemia del Covid-19 es que necesitamos impulsar la fabricación propia de productos sanitarios, abastecer el suministro alimentario de la población y garantizar el fluido eléctrico que precisan negocios y particulares. Para ello quizá haya que nacionalizar recursos y empresas o promocionar la creación de industrias y comercios que lo posibiliten.

No parece descabellado aprovisionarse mediante mecanismos solares, eólicos o hidráulicos, a través de explotaciones controladas por el Estado en un mercado regulado, de la energía suficiente para que nuestros hogares y fábricas dispongan de la electricidad necesaria para funcionar.

Tampoco creo que sea mucho pedir, después del esfuerzo realizado por el conjunto de sanitarios incluidos geriátricos y centros de personas dependientes, una reestructuración tanto de locales como de plantillas y abastecimiento que posibilite un trabajo eficaz de estos profesionales, que velen por una sanidad universal y unos cuidados dignos para la población más vulnerable de nuestra sociedad como son los ancianos y los dependientes.

Asimismo urge poder coordinar redes efectivas de ayuda y voluntariado que, en caso de pandemias, catástrofes o emergencias, puedan responder con eficacia y rapidez a los nuevos retos que el futuro nos depara, optimizando conexiones telemáticas pero también locales, regionales y peninsulares.

La financiarización del sector energético, la deslocalización empresarial en muchos casos ligada a paraísos fiscales y la dependencia en sectores imprescindibles como la salud y la alimentación, nos aboca a un porvenir sombrío de desigualdades cada vez más pronunciadas, burbujas especulativas y un entorno ecológicamente insostenible.

Quizá sea complicado tomar las decisiones adecuadas en medio de tanto ruido mediático pero hemos de convencernos de que el futuro no es sino la consecuencia de nuestro presente. ¿A quién echaremos la culpa de nuestra debacle?

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas

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