martes, 21 de abril de 2020

REPENSARSE O MORIR



Muchos científicos, antropólogos y arqueólogos afirman que el éxito de nuestra especie se debe a las redes que hemos ido tejiendo a lo largo de nuestra andadura como homo sapiens. La creación de grupos humanos cada vez más numerosos nos ha proporcionado una eficaz expansión hasta límites insospechados y alcanzar un conocimiento y una tecnología equiparable a la ansiada piedra filosofal de los alquimistas medievales: el secreto de la vida.

Sin embargo, los problemas a los que nos enfrentamos parecen equiparables a los logros alcanzados. Ocho mil millones de personas alimentándose, moviéndose y produciendo bienes de un consumo goloso e ilimitado que, sumado a la basura generada, ya está dejando secuelas en el hábitat que ocupamos. Las desigualdades tan abrumadoras que se pueden apreciar en diferentes partes del mundo, donde conviven sociedades que han pasado de la edad de piedra al siglo XXI en apenas dos décadas o se han saltado el Renacimiento, la Revolución Industrial y un siglo de desarrollo, con otras comunidades con tecnología de cuerpos biónicos a punto de crear una especie superior de humanos, provoca dudas sobre el buen fin de desarrollos tan dispares. Las ciudades crecen y ya hay en el mundo cincuenta y cinco urbes con más de los seis millones y medio que tiene Madrid. ¿Qué nos depara el futuro? ¿seres superiores y de segunda? ¿zonas V.I.P. y campos de concentración para pobres? ¿existencias paralelas?

Las dimensiones de estas macrociudades, la mayor parte fuera de la seguridad efímera del mundo occidental, nos advierte del panorama que se avecina, sobre todo teniendo en cuenta que el aleteo de una mariposa en un remoto lugar del globo terráqueo ocasionará un efecto insospechado en las antípodas. Todo tiene relación y las fronteras, que hasta ahora han servido para proteger espacios y culturas, se ven desbordadas por flujos migratorios desesperados y consecuencias desconocidas, producto del agostamiento de los recursos medioambientales y la insostenibilidad de nuestros sistemas de producción. Ya no hay fronteras, por mucho que se empeñen los caciques territoriales. La aldea es global y, querámoslo o no, los aldeanos y aldeanas que la habitamos estamos tomando conciencia de pertenencia a un único grupo, nuestra especie, con un discurso unificado construido por la tecnología que comunica de forma inmediata a toda la población mundial en cualquier rincón del planeta: una misma referencia universal de valores, conocimientos e interacciones se expande por el imaginario colectivo.

Organizar y cohesionar esta comunidad y conseguir adaptarnos al nicho ecológico va a ser el reto al que tendremos que hacer frente de ahora en adelante. No será fácil pero tampoco imposible, a fin de cuentas el triunfo de nuestra especie ha sido, a lo largo de su historia, la adaptabilidad y la comunicación. Quizás esta epidemia que ha sacudido nuestra rutina nos haga repensar prioridades, costumbres y objetivos o quizá sea el momento de la congestión y extinción de la especie. Lo que está claro es que el capitalismo y el sistema mercantil, financiero y comercial han llegado al límite. Hay que repensarse o morir.

Probablemente soy un ingenuo, pero si le preguntas a cualquier persona mayor de setenta años cuál es el sentido de la existencia, lo más seguro es que te diga que el éxito vital consiste en disfrutar de los pequeños placeres que nos otorga la naturaleza, querer y ser querido, aunque algo dentro de mí me dice que, lo que nos deparará el futuro, tendrá más que ver con una gran clase no-trabajadora, ociosa y almacenada en reservas, con una existencia supeditada a los algoritmos del bigdata y otra superclase, poderosa, genómica y biológicamente modificada, con visos de inmortalidad que, ejercerá su dominio desde una jaula de oro en este u otro planeta, pero seguro que en otra realidad.

Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas



1 comentario:

  1. Yo también creo que es el momento de repensar sé creo que tendría que ser el fin del capitalismo neoliberal como lo conocemos pero desgraciadamente tengo mis dudas de que los grandes mangantes y magnates lleguen a las mismas conclusiones.
    La globalitzación es sólo para algun@s

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