Parece poco comprensible que, pasada más de una quincena desde que nos encerramos en casa, siga habiendo problemas para equipar a personal sanitario y de atención social; imágenes de enfermeras y cuidadoras, revestidas de bolsas de basura como si de un paupérrimo disfraz carnavalesco se tratara, se cuelan a través del ojo público de la televisión, evidenciando la falta de material necesario para atender a las personas afectadas por esta epidemia. Faltan equipos, no hay pruebas de diagnóstico, hay que habilitar más camas e intentar descongestionar las UCIs, la situación de los geriátricos es extrema... en una situación en la que la gran mayoría de la población está bloqueada en su domicilio.
Quizá se nos olvida que antes de ayer,
apenas hace un mes, nadie contemplábamos un escenario como el que
estamos viviendo, con mano de obra, servicios, empresas, proveedores e industrias,
como en toda actividad humana, acordes con particulares intereses no
exentos muchas veces de avariciosas tendencias. ¿Qué parcela social
está libre, en este sistema comercial global al que hemos abocado la
historia, de avaricia, egoísmo y lasitud pero también de esfuerzo,
inteligencia y superación? No nos debiera sorprender que, en estos
momentos de urgencia y agobio, no sea sencillo proveerse de lo
necesario en un mercado previsiblemente desbordado y caótico, con
presiones y abusos como en toda transacción comercial urgente y
escasa, donde no faltará quien vea una oportunidad de endosar esa
partida defectuosa que quedaba en un almacén o algún “aguililla”
quiera sacar provecho de la situación; con dificultades para
gestionar los cadáveres que se amontonan por doquier y un sistema
sanitario dispuesto para otro tipo de contingencias mucho menos
extremas, no parece el momento de exigir excesivas responsabilidades;
se trabaja muy por encima del límite, se trata de ayudar en lo
posible, no de sacar ventaja, en lo que algunos “rentabiliza-patrias”
se afanan.
Mientras
tanto la locutora de una cadena televisiva clama alarmada que en
Soria no hay camas suficientes para el alto porcentaje de enfermos,
sin apercibirse de que, el número de lechos hospitalarios de la
provincia menos habitada y más envejecida está en consonancia con
el resto de la nación aunque creo que, sin ánimo de minusvalorar la
ayuda que precisan, el informativo necesita un titular llamativo que
ilustre unas imágenes repetidas veinte veces para promocionar la
cadena emisora que, en otro momento del telediario, recoge la
iniciativa de “adoptaunbar.com” como respuesta a la crisis que se
avecina.
Parece momento de alejarse de titulares
llamativos y estrambóticos, conservar la serenidad, pensar
racionalmente y tener criterio para informarse y actuar: tan fácil y
a la vez tan difícil.
Suyo, afectadísimo: Juanito Monsergas
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