martes, 5 de febrero de 2008

VOTOS EPISCOPALES


En estos tiempos confusos en los que los paladines de la verdad absoluta apelan a la libertad de expresión para proclamar sus irracionales despropósitos y los asesinos motorizados reclaman la reparación del guardabarros a sus víctimas, las togas púrpuras episcopales señalan la directriz que debe regir nuestro derecho al sufragio y estigmatizan las opciones electorales que no son de su agrado.

Bien es cierto que acostumbran a ponderar todo aquello que les viene en gana, tengan o no autoridad o conocimiento mínimamente apreciable en la materia, pero resulta incomprensible (y racionalmente inaceptable) que quien ha renunciado a los bienes de este mundo pretenda gobernarlo, atesorando bienes y riquezas a pesar de su voto de pobreza. Que quien, pregonando su voto de castidad desiste de formar una familia, dictamine como ha de constituirse, censurando nuestro aspecto afectivo sexual. Es como si un privado de entendimiento ambicionara inculcarnos la manera de razonar. Como si un calvo nos dijera como nos tenemos que peinar.

Los caminos del hacedor son más inescrutables que nunca y la sabiduría de los obispos, por lo visto, no tiene límites. Su osadía, desfachatez, hipocresía, soberbia y mezquindad tampoco.

En Pamplona/Iruña a 6 de febrero de 2008
Juanito Monsergas

No hay comentarios:

Publicar un comentario