miércoles, 2 de abril de 2008

ENTRE TINIEBLAS


El monstruo quería vivir en la confusión de las sombras. Huía de la luz para no quedar espantado por su propia imagen que, en el fondo, muy en el fondo de su indigno ser, sabía abominable.

La justicia, ciega, autista e inválida, acumula errores mas que fallos, permitiendo que el degenerado escriba un reguero indigno de canalladas, levemente condenadas, insólitamente archivadas, inexplicablemente condonadas, ligeramente alejado de sus víctimas o perpetuamente tramitadas.

Destrozó la vida de su hija de cinco años por el módico precio de dos años y nueve meses de reclusión eludida. ¿Es proporcional la pena al daño infligido? ¿Es suficiente esa condena de robaperas para quién ha destrozado la inocencia de una vida que, antes de iniciarse, la ahoga en la iniquidad más inmunda?

En su defensa, el togado, dice que su funcionaria estaba de baja y que por eso no se encargó la encarcelación que habría evitado el horroroso crimen. Algunos hablan de cambiar la ley, poner la cadena perpetua, castración química... pero ¿El mal lo tiene en su entrepierna o encina de las caries? ¿Subir un peldaño, a la espera de que otro crimen más atroz nos lleve a la pena de muerte? ¿Servirá para disuadir a alguien? ¿Tendremos otra cadena de fallos que lleve a un inocente al cadalso?

Parece necesario revisar las penas, pero sobre todo mejorar el funcionamiento, suplir las carencias, hacer cumplir las condenas y valorar los delitos en su justa medida. Asumir las responsabilidades y en el futuro dar a este tipo de delitos la importancia (y la condena) que merecen. Gobernantes: no me rebajen los impuestos, gestiónenlos correctamente para que esto no vuelva a ocurrir.

En la manutención no merecida que va a disfrutar este repugnante reo, pongan a su alcance una pastilla letal por si, en algún momento de su encierro, un rayo ilumina inesperadamente su purulenta cabeza y decide hacerse y hacernos un favor.

En Pamplona/Iruña 2 de abril de 2008
Juanito Monsergas

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