sábado, 29 de marzo de 2008

¿RELIGIÓN EN LAS AULAS?... NO GRACIAS


Quizá sea por ingenuidad, quizá por no querer ver la viga que nubla su entendimiento, todavía hay gente de buenas intenciones que aboga por no sacar la religión de las aulas. Seguramente, si el debate se planteara sin tener en cuenta la tradición cultural catolicista que arrastramos se vería más claro.

Y es que resulta inaudito intentar equiparar la enseñanza de las distintas ciencias que con tanto trabajo y sacrificio hemos ido acumulando a lo largo de la historia, basadas en el empirismo y la experimentación, con las supercherías dogmáticas sustentadas en la fe y en las aleatorias interpretaciones de unos textos tan antiguos como manipulados.

¿No residía en los monasterios la erudición de la época y sin embargo se quemaba en las hogueras a nuestros sabios? ¿Acaso no ha sido el islam vehículo para la divulgación de la astronomía, las matemáticas y la medicina, pero también ha servido para lavar el cerebro de yihadistas que han exterminado miles de víctimas inocentes sin el menor atisbo de remordimiento?

Así pues resulta espurio comparar la física con los diez mandamientos, los evangelios con el álgebra, las bienaventuranzas con el estudio de la filosofía o las cartas de san Pablo a los adefesios con el comentario de texto.

La moral, que depende de las costumbres de cada tiempo y lugar, se aprende en casa. En la escuela se enseñan conocimientos científicos y normas sociales de libertad, igualdad y respeto.

Dejen de dar la murga, hacer proselitismo de la ignorancia y la superstición y querer que todos comulguemos con sus ruedas de molino. Traten a las mujeres como a sus iguales, democraticen sus órganos de gestión y reconozcan a su empresa como lo que es: una multinacional que persigue el poder, empeñada en acaparar posesiones y manejar a las personas a través de la amenaza, la mentira y el miedo.

En Pamplona/Iruña a 28 de marzo de 2008
Juanito Monsergas

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