sábado, 1 de noviembre de 2008

SERMONES ANARQUISTAS


El Arzobispo de Pamplona, preocupado por la crisis, nos ha recordado, en una pastoral publicada en La Verdad (¡Dónde sino!), que “la codicia rompe el saco”. “Nunca ha dado buenos resultados la avaricia”, afirma. Según su prédica, hay que ser más “solidarios” y “compartir antes que acaparar” e incluso arenga a sus fieles diciendo que “los bienes no son propiedad exclusiva sino compartida”.

Asombra la perorata libertaria en la pluma de un sacerdote que, bien pudiera confundirse con los discursos de Bakunin o Durruti, máxime siendo la autoridad suprema en nuestra Comunidad Autónoma de una Iglesia que tanto empeño ha puesto en inscribir a su nombre terrenos y edificios de la geografía foral, muchas veces en litigio con los vecinos.

Si su diatriba germina, ya veo al Santo Padre cambiando sus exclusivos zapatos rojos por unas espartanas alpargatas y recuperando en sus devotas oraciones el denostado “perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.

Quizá haya llegado la hora de que los leales correligionarios navarros apoyen al pastor de almas en su flamígera perorata para que los ecónomos clericales dejen de acaparar bienes, repartan sus millonarias posesiones entre los pobres y se replanteen, por ejemplo, los fastos onomásticos del hermano de Su Santidad que desea como regalo de cumpleaños la Misa en Do Menor de Mozart en la Capilla Sixtina, con 90 cantores del Coro de los Gorriones y 37 músicos de la Orquesta Barroca de L`Orfeo de Linz (100.000 euros de presupuesto) o el acopio de una tonelada de oro para preservar las finanzas vaticanas de la crisis.

En Pamplona/Iruña a 1 de noviembre de 2008

Juanito Monsergas

1 comentario:

  1. Dicen algunos cristianos o católicos apostólicos que si Cristo volviera a entrar en el Templo, cogería de nuevo el látigo con el que fustigó a los fariseos. Yo no sé si quiero que vuelva Cristo (no me gustan las cruxificiones) pero que les iba a dar unos latigazos a estos, seguro. Incluso me haría yo también de le secta por un ratito para avisarles qué viene, qué viene, y no es la policía. Me figuro la escena: unos curitas vestidos de rojo corriendo con las manos sujentando las capas purpura y los crucifijos dorados, y sus pies adornados con calcetines de ese blanco entre hueso y anacarado y esos botines de charol negro con un brillo sólo comparable a un tricornio. No sé por qué he acabado hablando de la Benemérita, ah, si, por lo del látigo.
    Saludos amigo.

    ResponderEliminar