jueves, 19 de marzo de 2009

BIBLIÓFONOS


Los libros parlantes ya son una realidad. Las editoriales ultiman la puesta a punto y preparan campañas para convencernos de su utilidad: podremos leer sin esfuerzo. ¿Será lector o lectriz quien con adecuada entonación nos deletree las grandes (o banales) obras? ¿Podremos acomodar su ritmo al nuestro? ¿Percibirá nuestro adormecimiento para silenciar su cháchara respetando el ensoñamiento?

Nos acostumbramos a los sonidos de las máquinas expendedoras que airean nuestra elección, a los ascensores que narran su itinerario o a los vehículos que alertan averías o infracciones y a buen seguro que, en un futuro no muy lejano, la domótica advertirá que algo se está quemando en la cocina, que lo que cogemos del frigorífico no conviene a nuestro colesterol o que hemos agotado nuestro crédito energético.

Desde el fondo de la biblioteca, una sugerente voz nos dirá: “anda chato, toma los tersos lomos de mi encuadernación y disfruta de mi magistral cuerpo de letra, que hace 2 años que no me lees...

Suyo afectadísimo:
Juanito Monsergas

No hay comentarios:

Publicar un comentario