sábado, 15 de marzo de 2008

ACERAS DE CERA


Cual si hubieran sido teletransportados por una gigantesca máquina del tiempo, vuelven a nuestras calles las largas filas de encapuchados acompañando a los porteadores de tan doliente, trágica y siempre sufrida imaginería, representando el calvario del Nazareno.

Pues bien, los píos ciudadanos que acompañan manifestación tan pintoresca, no se han enterado que a finales del siglo XIX Heinrich Göbel descubrió la lámpara de tungsteno y, en vez de comprarse un discreto hachón de plástico con su bombilla y pila correspondientes que ilumine y no manche, siguen portando el cirio tradicional. El residuo céreo adherido al pavimento es causa de no pocas caídas y trompicones con el consiguiente coste social, sanitario y económico, amén de ponerlo todo hecho un cristo.

Así que, sean ustedes tan amables de cambiar sus antorchas contaminantes por otras más saludables, contribuyendo así a mantener limpias las calles y de paso evitarán que sus fieles tengan que desfilar tras la camioneta limpiadora que cierra la comitiva, como si fuera el último paso de tan rancia tradición.

En Pamplona/Iruña a 15 de marzo de 2008
Juanito Monsergas

P. D. “Y al tercer día el sepulcro apareció vacío...” ¡Toma, como que lo había limpiado la barredora!.

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