viernes, 6 de junio de 2008

UN PROBLEMA SANITARIO


Si hay una palabra que no defina su significado ésa es, sin duda, la droga. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de drogas o estupefacientes? En mi opinión, hacemos referencia a compuestos psicoactivos que se comercian al margen de los mercados legales. Y es su prohibición la que genera la mayor parte de la problemática social referida a su consumo.

Cuando se habla de la peligrosidad de estas sustancias siempre se hace referencia a los jóvenes, los estragos que pueden hacer en personas que todavía no han acabado de formarse o desarrollarse y mucha gente tiende a meter en el mismo saco sustancias tan diferentes como cannabis, éxtasis, cocaína, crack o LSD. La información resulta esencial a la hora de que nuestros jóvenes sepan desenvolverse en un medio (la calle) con múltiples riesgos. Las drogas son peligrosas pero depende en qué manos te pueden llevar la vida.

El uso moderado de sedantes, euforizantes o alucinógenos no presupone ser un desecho humano, lo mismo que beberse unas copas de vino no provoca alcoholismo. En todas las culturas las personas se han embriagado y lo que en un sitio está prohibido, en otro se consume sin (mayores) problemas.

Cuesta aceptar que aquellas personas adultas que buscan un poco de diversión, tengan que recurrir a avariciosos sin escrúpulos que les van a vender un producto casi con toda seguridad adulterado, a un precio 100 veces el de origen y jugándose ir a la cárcel por la transacción.

Seguimos gastando cantidades ingentes de dinero en su combate y el problema sigue creciendo sin parar. Necesitamos actuaciones formativas (información y criterio) tendentes a racionalizar el uso de sustancias psicotrópicas y, poco a poco, dar pasos para despenalizar el consumo, erradicar la delincuencia asociada, controlar el mercado y reducir las intoxicaciones al plano sanitario, que es donde deberían estar.

En Pamplona/Iruña a 6 de junio de 2008
Juanito Monsergas

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