martes, 19 de junio de 2007

*CRISTIANOSOCIALISTAS SIN FRONTERAS O ILUMINADOS SIN BRIDAS


Siempre me ha sorprendido la preocupación que hemos despertado los habitantes de esta comunidad autónoma uniprovincial en las personas de fuera con respecto a nuestra identidad.

¿Quién no ha tenido que contestar a las preguntas de un amigo o conocido foráneo, referentes a si somos vascos, navarros, españoles, judaicomusulmanes o tele_evidentemente norteamericanos?. Las declaraciones del señor Bono a este respecto, son de una ayuda inestimable para su partido, en particular y para la ciudadanía en general. Y cuando digo inestimable es eso precisamente lo que quiero decir.

El que el territorio foral haya sido históricamente lugar de encuentro de diferentes culturas y pueblos, no siempre ha ayudado a encontrar posturas sensatas y racionalistas que aglutinaran las distintas sensibilidades e intereses, propiciando un futuro integrador, abierto y sin complejos. Más bien se ha optado por solucionar los desencuentros a la manera tradicional: a palos. Y si no había bastante con los de casa, no han faltado de fuera que hayan venido a “ayudar”.

Pero dejando al margen la preocupación del ex-ministro por aclarar nuestra exclusivista idiosincrasia, aún me ha llamado más la atención sus declaraciones, compaginando su fe creacionista con la militancia en una opción política, (que se dice) laica, progresista y de izquierdas. Porque no es justo, ni sensato, equiparar las reliquias de Santa Agueda o el brazo incorrupto de San Nosequién con los huesos de Atapuerca o los restos de Laetoli.

He conocido ideologías sorprendentes (anarcofalangistas, cristianomaoistas, ultraliberales de centro, trotskistas del 7º día o incluso anarcocarlistas), pero me siguen causando estupor aquellas en que se funden dos concepciones de la vida tan dispares como, por un lado, otorgar al individuo la responsabilidad y capacidad de organizarse y elegir su futuro y, a la vez, admitir las tesis creacionistas, sustentadas, alimentadas y dirigidas por las retrógradas jerarquías eclesiásticas; ser constitucionalista y admitir que la iglesia pueda saltarse la Constitución a la torera cuando le venga en gana; apoyar la indisoluble unidad de la patria, al tiempo que rechaza las fronteras y se declara internacionalista. Sólo le falta ser monarcorrepublicano.

No obstante lo anterior y en mi condición de no creyente, he de reconocer que estoy de acuerdo en algo: “lo que Navarra (sus habitantes) quiera ser, no lo va a cambiar ni el creador”. Y ése menos que nadie, por más que pulpiteen los fanáticos nostálgicos de siempre y algún sinfundamentalista extraviado.

Atontamente.
En Iruña/Pamplona 25 de febrero de 2007
Juanito Monsergas

No hay comentarios:

Publicar un comentario