Justo cuando acababa de meter la papeleta en la urna ya me estaba arrepintiendo de mi elección. ¿Sabrían interpretar bien mi voto? ¿No estaría propiciando un cambio que quizá no estemos preparados para afrontar? ¿Habré decidido correctamente mi opción? ¿Servirá para algo?
Ni qué decir tiene que esa noche y los días siguientes apenas pude pegar ojo con las especulaciones sobre los distintos pactos posibles entre los elegidos para formar nuestros órganos de gobierno.
El baile de siglas, los guiños de unos candidatos a otros, pasados ya los rifirrafes preelectorales y suavizado el discurso fiero y a cara de perro de los últimos tiempos, ha dado ya sus primeros frutos con la composición del Consistorio, que ha visto revalidar su bastón de mando otros cuatro años más, gracias a la actuación de sus eternos contrincantes.
Hay que ver lo pronto que han pasado de las ofensas a los paños calientes. Que facilidad de entendimiento, que ansia de reconciliación. Deberíamos de tomar ejemplo la ciudadanía entera de semejante derroche de civismo convivencial. Ya pueden descansar tranquilos los que veían cercano el día en que tendríamos que cantar a coro el "famélica legión" en las reuniones de vecinos y devanarnos los sesos intentando digerir el nor, nori, nork. Que alivio.
No se pueden imaginar la ilusión que nos ha hecho la lectura que han hecho de los resultados electorales y nunca podrán sospechar cuánto se lo agradecemos.
Volvemos a tener a Chorraut ¿no?
En Iruña/Pamplona 18 de junio de 2007
Juanito Monsergas
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